Esteban Duarte para Bloomberg
Los separatistas, que buscan liderar el próximo mes un referéndum para independizar a Cataluña del resto de España, están perdiendo impulso. ¿La razón? Una ofensiva legal contra sus planes de llevar a cabo los comicios está disuadiendo a los moderados.
El encuentro anual que se realiza en Barcelona con motivo del Día Nacional de Cataluña no tuvo la convocatoria de épocas anteriores, después de que el presidente Mario Rajoy advirtió que cualquiera que ayude en la ejecución de las elecciones ilegales podría enfrentar cargos penales.
A pesar de que miles de personas lograron llenar el centro de Barcelona con banderas separatistas, todas las estimaciones -aunque varían ampliamente- concuerdan en que en este 2017 la cifra de asistencia fue mucho menor a la de años pasados.
Incongruencia numérica
Según la policía de Barcelona, cerca de un millón de personas acudieron este lunes a los actos del Día del Cataluña. La cantidad es mayor a la de 2016, cuando asistieron 875.000 ciudadanos, pero es menor comparada con los 1,8 millones de manifestantes que llenaron las calles en 2014.
La Sociedad Civil de Cataluña, un grupo activista que se opone a la secesión, tiene cifras muy distintas a las de la policía. Según ellos, a la representación de este lunes sólo asistieron 225.0000 personas, 292.000 a la de 2016 y 530.000 a la del año 2015.
“Olvidemos lo que ellos dicen y miremos los hechos”, dijo Juan Carlos Girauta, abogado del partido Ciudadanos. “Este año la asistencia a la manifestación fue la mitad de lo que era. A menos de un mes para el supuesto referéndum, eso lo dice todo”.
«Este año la asistencia a la manifestación fue la mitad de lo que era»
A medida que la recuperación económica silencia a los moderados, el apoyo a la independencia ha disminuido en los últimos cuatros años. En una encuesta realizada en julio por el gobierno catalán, sólo 35% de los consultados quería que Cataluña dejara de ser parte de España.
Decididos a votar
A pesar de todo, los manifestantes que este lunes colmaron las calles de Barcelona mostraron pocas señales de que su movimiento esté decayendo. Incluso hubo voluntarios que recolectaron donaciones para cubrir las multas impuestas a los oficiales que en 2014 organizaron otra votación ilegal.
“Estoy convencido de que ésta será la última vez”, expresó Josep Pascual, un profesor de primaria jubilado de 66 años. “Y no es así, entonces lo será el año que viene”, aseguró.
Algunos de los manifestantes portaban pancartas con mensajes dirigidos a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Su petición: que se abran los centros de votación de la ciudad para el referéndum del mes próximo.
De las 948 municipalidades de la región, 758 respaldan la independencia. Sin embargo, Barcelona se ha negado a apoyar el voto. Colau dijo el viernes que ella no permitiría el uso de los centros electorales de la capital a menos que los empleados públicos estén exentos de enfrentar cargos penales.
La Corte Suprema de España ha declarado en reiteradas ocasiones que cualquier intento de celebrar un referéndum en Cataluña es ilegal. La semana pasada el gobierno pidió a los jueces que advirtieran a más de 1.000 funcionarios de toda la región que su obligación es impedir el sufragio. A pesar de esto, los separatistas están decididos a seguir adelante.
“Los fallos de la Corte Constitucional ya no aplican para nosotros”, expresó Jordi Sánchez, jefe del grupo de separatistas que organizó la manifestación. “Tenemos la legitimidad para seguir adelante”, afirmó.
