miércoles, 11 diciembre 2024

Quienes pronostican la muerte del dinero en efectivo suelen exagerar

El final está cerca para el dinero en efectivo, o eso cree una amplia gama de académicos. Pronto pagaremos por nuestros bienes y servicios a través de teléfonos inteligentes, huellas biométricas y pequeños chips integrados en el cuerpo. El bitcoin y otras criptomonedas reemplazarán a las formas de dinero respaldadas por los gobiernos.

Ese puede ser el futuro, pero no es una realidad aún. Las personas todavía ven utilidad en el papel moneda, tanto para las transacciones cotidianas, como para cubrirse contra crisis financieras. El efectivo en circulación en los Estados Unidos y en Europa crece a un ritmo saludable, incluso a pesar de la nueva tecnología. Y eso no obedece al dramático incremento de billetes de alta denominación durante la última década.

Tomemos al billete de un dólar por ejemplo. Según los datos de la Reserva Federal, hay un récord de 11.700 millones de dólares (9.790 millones de euros) en circulación únicamente de esta denominación. El crecimiento anual desde 2010 es del 3,2%, muy por encima de la tasa de crecimiento anual del 0,7% de la población norteamericana. Este billete es tan popular que la propia FED se sienta en inventarios de mil millones de dólares que los consumidores claramente no quieren.

Lo mismo ocurre con otras denominaciones, desde los raramente vistos billetes de dos dólares, hasta los de 20. El total de “efectivo transaccional”, excluyendo billetes de 100, en circulación fue de 308.000 millones de dólares (257.000 millones de euros) para fines de 2016.  Hay suficiente dinero moviéndose para poner 1.000 dólares (836 euros) en manos de cada hombre, mujer y niño del país.

No se trata de un fenómeno americano. Los datos del Banco Central Europeo muestran las mismas tendencias de crecimiento en la zona euro, donde hay incluso mayores niveles de efectivo en circulación.

El efectivo en circulación en la Unión Europea fue de 585.000 millones a finales de 2016

El efectivo en circulación, tomando en cuenta los billetes de uno a 50 euros, totalizó 585.000 millones de euros a finales de 2016, más del doble del valor nominal utilizado en los Estados Unidos. La tasa de crecimiento anual compuesto -término que mide la ganancia anualizada de una inversión sobre un período-, avanza a un ritmo de 7,6% desde 2010.

Pero si quisiéramos ver las pruebas de la creciente digitalización del comercio en estos países desarrollados, no deberíamos ver las estadísticas del dinero en efectivo.

Lo curioso del dinero en efectivo es que su producción es barata, pero cara de administrar. A la FED le cuesta 12 céntimos producir un billete, pero una vez que sale de la Oficina de Grabado e Impresión del Tesoro, debe ser vigilado las 24 horas del día hasta que entre en una cartera o una caja registradora.

La cantidad de dinero circulante desarma la idea del estado profundo que busca prohibir el efectivo

Como resultado, ni la FED ni el BCE tienen incentivos para ordenar o distribuir más dinero del que necesitan para satisfacer la demanda. Además, también permite descartar esa idea conspirativa de que los bancos centrales o el “estado profundo” buscan prohibir el efectivo.

Se supone que la amenaza de la inflación alienta a los ahorradores a invertir su capital y mantenerlo en circulación en la sociedad. Carece de sentido esconder 1.000 dólares en efectivo bajo un colchón solo para ver cómo se erosiona a un ritmo inflacionario del 3% al 4% anual.

Sin embargo, los datos sugieren que existe algún nivel de acaparamiento de efectivo en juego. Las transacciones digitales están en crecimiento, después de todo, por lo que hay menos necesidad de dinero. ¿A dónde va todo entonces? La crisis financiera puede haber enseñado a los consumidores que tener unos pocos cientos de dólares o euros bajo el colchón es una buena idea en un entorno de baja inflación, donde tal estrategia no es tan costosa como se piensa.

Otro punto importante es la costosa naturaleza de las transacciones digitales. El mejor ejemplo es la compra de gasolina en los Estados Unidos, dado que las estaciones trabajan con márgenes delgados y buscan que los consumidores entren en la tienda para comprar algo, por lo que suelen ofrecen descuentos atractivos por pagar en efectivo. Eso evita el recargo del 2% al 5% de los procesadores de pago.

Los costos por transacción de la moneda digital son problemas constantes

El crecimiento del efectivo transaccional contiene valiosas lecciones para todas las soluciones digitales que busquen reemplazar a los billetes. El creciente interés en bitcoins y otras criptomonedas habla de la conveniencia de mantener el dinero fuera del sistema financiero tradicional, similar al método del dinero balcho el colchón. Sin embargo, los costos de transacción son problemas persistentes.

El dinero en efectivo sigue prosperando porque resuelve los problemas del mundo real. La tecnología interrumpe a menudo los paradigmas existentes cuando se dirige a las necesidades de los consumidores de clases bajas.


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