Si nos miramos el cinturón, es probable que no nos queden ya más agujeros de lo que nos lo hemos apretado para intentar superar la crisis económica. La reducción del gasto en las familias ha sido tal, que hasta nos hemos quitado de algo tan nuestro como ‘la partida’. Sí, ese ratito que todos hemos echado en el bar en algún momento con los amigos para matar el tiempo.
Así se desprende del último informe Percepción Social sobre el Juego de Azar 2016 realizado por la Fundación Codere, en el que se comprueba cómo en el año 2012 más de un millón de personas reconocían que bajaban al bar a jugar al mus, el guiñote o a echar un póquer.
Las mujeres apenas juegan a las máquinas tragaperras, aunque los expertos aseguran que existe mucho ocultamiento por temor social
Sin embargo, tres años después, vemos que esa cifra se reduce a la mitad. Una circunstancia que, al margen de ajustes estadísticos, los autores del documento achacan a «la necesidad de eludir una fuente de gasto -tal vez incontrolable- aun en pequeñas cantidades. Ya se sabe que, al final, muchos pocos hacen un mucho. Una opinión en la que coincide Miguel Córdoba, economista experto en juegos de azar, para quien «las personas que juegan forman el estrato social medio y, por tanto, es lo primero que suprimes salvo que padezcas una ludopatía«, explica.
Una afición que suele estar relacionada con la sociabilidad más que al juego propiamente dicho, aunque es verdad que en ocasiones se puede ganar dinero con él. Sin embargo, no parece que esa sea la principal finalidad de quienes van a echar unas cartas después de la comida, por ejemplo.
El perfil del jugador de ‘la partida’ es el de un hombre de entre 18 y 45 años, con un estatus económico medio-alto, que juega de forma cotidiana, aunque en muchas ocasiones se le suman amigos que no juegan con frecuencia. Aunque sí que se observa un cierto grado de caer en la ludopatía.
Sin embargo, en donde no decae la moda por las cartas es en la Universidad. El porcentaje de jugadores entre 18 y 24 años que reconoce echar partida de cartas con los amigos no sólo no decrece, sino que aumenta. Pasa del 9,2% en 2014 al 9,6% en 2015 -último dato de referencia del estudio-.
Las tragaperras son cosa de hombres
Los bares no han perdido sólo ‘la partida’. Por el camino también se han dejado a los jugadores de máquinas tragaperras. Casi un millón de personas ha dejado de gastar el dinero en este tipo de juegos, y eso que ahí sí que la expectativa es la de ganar algo de dinero. Aquí se juega «con la excitación de saber que te puede tocar o, simplemente, para atraer la atención y admiración de quienes rodean al jugador», sentencia el documento.
Es un juego al que juegan todas las clases por igual, de forma semanal la mayor parte, y fundamentalmente hombres. Tan sólo el 1% de las mujeres reconoce echar dinero en las máquinas tragaperras. Sin embargo, Córdoba no termina de fiarse de estos datos, dado que el hecho de jugar a este tipo de máquinas conlleva «un cierto grado de ocultación por el prejuicio social que conlleva. Además, no es algo que se tenga por rutina, por lo que es posible que muchas personas pueden olvidar».
CADA AÑO GASTAMOS MÁS DE 25.500 MILLONES EN JUEGOS DE AZAR, A LO QUE HAY QUE SUMAR OTROS 4.500 MILLONES EN ON-LINE
Pese a estos descensos, la situación del sector del juego pasa por un momento envidiable. De hecho, sólo en azar los españoles gastamos el año pasado más de 25.500 millones; a lo que hay que sumar también otros 8.500 millones destinados al on-line. Fundamentalmente a las apuestas deportivas, que suponen casi el 78% del total. Unas cifras que vienen a mostrar la recuperación de un sector que se vio muy tocado durante la crisis económica.
A juicio de Córdoba el incremento de gasto en la lotería tiene una lógica; y es que «en un momento de recuperación, la gente ve en los juegos de azar una oportunidad de sacar algo más de dinero. Especialmente en el juego a través de Internet, que es «muy sencillo de utilizar», relata.