Estamos a punto de llegar a Navidad, esa época del año en la que a todos nos entra una época consumista en la que tenemos -necesariamente- que consumir. Compra de regalos, de comida… Pero también de Lotería. Es una carrera por comprar un décimo tras otro, aunque sabes que las posibilidades de que te toquen son mínimas.
Además, todos los años te dices lo mismo: «con el dineral que me gasté el año pasado, este no compro ni un décimo». Sin embargo, queremos darte algunas razones para que te líes la manta a la cabeza (aunque siempre con moderación).
6La ilusión de ser el ganador

Por mucho que no queramos, la mente nos juega malas pasadas y nos hace pensar en qué pasaría si… Así que todos hemos pensado en algún momento qué haríamos si nos tocaran los 400.000 euros del gordo. O qué haríamos si lográsemos «un pellizquito». El famoso tapar agujeros, cambiar el coche, renovar la casa…
Es inherente al ser humano, y por eso cuando tenemos ocasión de intentar cubrir esa fantasía lo hacemos. Preferimos optar por errar por comisión que no por omisión. Es decir, preferimos perder por jugar que por no jugar, ya que tú has hecho todo lo que está en tu mano para lograrlo: comprar el décimo, si no ha tocado es por factores externos.