Vertisol: ingenio gallego y diseño catalán que conquista el mundo

Es posible que haya visitado La Defense, en París. O en su viaje a Moscú, le haya llamado la atención la Evolution Tower. Si el desplazamiento ha sido a Estambul, la Torre Allianz ha podido ser captada por su teléfono móvil. O quizás se haya alojado en el Meliá Castilla de Madrid o, tal vez, en algún que otro hotel NH, Iberostar o Hilton.

A simple vista, este particular totum revolutum no tiene mucho en común. Pero en todos ellos hay un elemento que les identifica y que les une. Y ese no es otro que una marca española, nacida en Galicia, que se extendió a Cataluña, y cuyos productos están presentes en más de 70 países de todo el mundo. ¿Su nombre? Vertisol.

“El negocio comenzó siendo una pequeña fábrica de cortinas de lamas verticales, lo que popularmente se conoce como estores, ya que entonces no existían los enrollables”, recuerda Eduardo García, su fundador. Más de 35 años después, su razón de ser es la fabricación de recubrimientos para ventanas, pavimentos vinílicos, recubrimiento vinílico para pared, tapicería y paneles acústicos. Es decir, tejidos técnicos y decorativos que, por ejemplo, están en los edificios anteriormente reseñados.

Desde sus orígenes hace 35 años exportan sus productos. Las ventas al exterior suponen el 60% de su facturación

“El fabricar estores nos obligaba a provisionarnos de proveedores de diversos países. Entonces vimos la oportunidad de poder gestionar nosotros mismos la fabricación de esos tejidos que utilizábamos para ensamblar las cortinas”, añade Eduardo García. Una tarea que se inició, en el año 1982, en Cataluña. ¿Por qué? “Por ser un territorio donde todo lo vinculado al textil era más accesible. Obviamente, el poner en marcha una actividad fabril de ese calibre implicaba que teníamos que buscar otros mercados más allá de nuestro propio autoconsumo”, sostiene el fundador.

Por ese motivo, y desde los albores de la compañía, se orientaron hacia mercados exteriores. Los primeros destinos fueron Latinoamérica y Estados Unidos. Con posterioridad, la expansión tuvo como destino territorio europeo, los países del golfo arábigo, Australia… Por lo que respecta al mundo de protección solar de ventanas, su alcance es mundial.

VERTISOL Y LA SOSTENIBILIDAD

Vertisol cuenta con cuatro centros productivos, uno en Galicia, concretamente en la localidad pontevedresa de Moraña (20.000 metros cuadrados), y tres en Cataluña, en el municipio de Granollers, que suman 10.000 metros cuadrados. “Somos una empresa familiar de origen gallego que aunamos la cultura atlántica y la mediterránea, es decir, que fusionamos el ingenio y el aprovechamiento de recursos de la primera, y la creatividad, el diseño y la estética de la segunda”, manifiesta Adrián García, hijo del fundador.

En Moraña hacen la formulación, la extrusión, la producción de la granza, la extrusión del hilo, la tejeduría, el acabado y la expedición, mientras que en Granollers realizan los acabados para tejidos de poliéster además de la distribución, la logística, los controles de calidad y el corte. De esos tres centros en Cataluña, uno de ellos está dedicado exclusivamente a tejeduría, y otro a la fabricación y corte del suelo y los paneles acústicos.

Porque cuatro son las líneas de trabajo de estos tejedores contemporáneos cuyos hilos se definen por su calidad, sostenibilidad, resistencia, a la par que están dotados de innovadoras propiedades antibacterianas y anti ácaros. A saber: tejidos para protección solar, pavimentos y revestimientos vinílicos para pared, paneles acústicos, y tejidos para tapicería interior y exterior.

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Suelo elaborado con hilos de Vertisol

“Producimos diferentes tipos de hilatura e, incluso, incorporamos pvc de última generación, poliéster y poliéster reciclado que procede de residuos recuperados del mar, por ejemplo”, indica Adrián García. Y precisa: “Utilizamos todos los materiales que podamos requerir y que creamos funcionales para la mejora del confort visual o de la eficiencia energética”.

De ahí que cuenten con un departamento de I+D+i en el que invierten el 4% de la facturación. Durante 2018, dicha facturación fue de 20 millones de euros. Del total, el 60% procede de ventas allende los mares. La plantilla está compuesta por 200 personas y tiene diez centros de distribución a nivel mundial.

EL PELIGRO DE LA GLOBALIZACIÓN

En sus más de siete lustros de vida, Vertisol ha ido evolucionando no sin encontrar piedras en el camino. “El momento más complicado fue adaptarse al fenómeno de la globalización. Los productos de bajo precio y, a veces, de cuestionable calidad, procedentes sobre todo de Asia, cambiaron las reglas del juego de los productores textiles europeos”, indica Eduardo García.

¿Consecuencia? Fue difícil mantener el nivel de competitividad al competir con reglas distintas. Eso fue lo que les hizo girar bastante la orientación del negocio hacía productos de mayor valor añadido. “No es lo mismo vender un tejido para cortinas a un fabricante de cortinas que tú comercialices tejidos que van a los pavimentos o a los revestimientos de paredes en los cuales ya solo queda una fase, que es la instalación, lo demás lo controlas tu íntegramente”, manifiesta Adrián García.

Eso se ha traducido en mayor valor añadido, más exigencia. “Nadie se la juega con un producto de dudosa homologación en una obra importante del mundo Contract. Si el pvc que usáramos fuese de procedencia dudosa, en ese espacio no se podría estar porque los orgánicos volátiles estarían por todas partes”, aclara.

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Dicho de otra manera, frente a la competencia asiática, apostaron por un producto de máxima categoría: calidad, sostenibilidad y altas prestaciones. “Tuvimos la buena visión de anticiparnos a la llegada del monstruo asiático, diferenciándonos. Ahora estamos en la incursión en nuevas tipologías de productos”, indica el hijo del fundador.

Container, grupaje, transitario… terminología típicamente exportadora que en Vertisol empezaron a utilizar desde sus orígenes. “Esa es una fase que queda muy atrás. Nuestro interés ahora es hacernos visibles en nuestro país, que los arquitectos que nos llamen y nos metan en sus proyectos. De ahí que hayamos abierto un showroom en Madrid”, recalca Eduardo García.

Y su hijo Adrián concluye: “Estamos en pleno cambio de modelo, de proveedor de materiales para un producto acabado de alta categoría a solucionadores de producto acabado. Eso cambia nuestro modelo de cómo nos explicamos, cómo nos definimos, y cómo nos comunicamos. Dicho de otra forma, hemos sido industria y ahora queremos ser industria y mucha marca”.