Uber condena a sus empleados a un trabajo precario

Entre la maraña de regulaciones locales que ponen (y pondrán) a prueba la resistencia del modelo de negocio de una compañía como Uber, hay una que se ha pasado por alto (y que también genera dudas a los inversores): las posibles mejoras salariales para sus trabajadores o de condiciones. Una incógnita que la propia compañía despeja, ya que reconoce que cualquier paso en ese sentido «lastrará» su negocio, por lo que se descartan mejoras tanto en sueldos como en condiciones para dichos profesionales.

Una de las grandes quejas que han sufrido plataformas como Uber, lo que se conoce como nuevas empresas de economía colaborativa, es que sus empleados están muy mal remunerados para unas condiciones muy exigentes. Un foco que no ha pasado desapercibido en muchas grandes ciudades que han empezado a velar por los derechos de dichos empleados, hasta el punto de que en San Francisco o Seattle ya se trabaja en regulaciones que establecen condiciones y salarios mínimos para los trabajadores y que han hecho saltar las alarmas en la compañía.

«En jurisdicciones como Seattle han considerado que se podrían implementar requisitos como un sueldo mínimo o permitir que los conductores negocien salarios mínimos mientras prestan servicios en nuestra plataforma (…) Si otras jurisdicciones imponen regulaciones similares, el crecimiento de nuestro negocio podría verse afectado negativamente«, reconoce Uber en su folleto de salida a Bolsa remitido al regulador estadounidense. Además, también avisa de que dichas iniciativas legislativas o regulatorias «se están considerando o se han promulgado en países fuera de los Estados Unidos» por lo que afectará negativamente a la compañía en los próximos años.

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Pese a ello, un aumento del salario o el establecimiento de uno mínimo, no es el principal problema que hace temblar a Uber, sino que se le obligue a reclasificar a los autónomos que trabajan con su plataforma en empleados de la compañía. «Los cambios regulatorios que podrían hacer cambiar la figura del autónomo (la firma habla de independent contractor) y obligar a ser considerados empleados (…) nos obligaría a cambiar fundamentalmente nuestro modelo de negocio y, en consecuencia, tener un efecto adverso en nuestras cifras financieras«, advierte la compañía a los invesores.

Además, lo anterior no es algo que este en el aire, sino que es un peligro muy real. Así, ya existen ejemplos de dichas decisiones, una de las más recientes fue la sentencia de la Corte Suprema de California contra Dynamex Operations West en la que obligaba a la firma a contratar a los autónomos que trabajaban para ella en el contexto de salarios existentes en el Estado. También el Tribunal de Apelaciones en materia de Empleo del Reino Unido dictaminó que “los conductores son trabajadores de la firma (en lugar de trabajadores por cuenta propia)”, según relata la propia Uber. Una situación similar a la que ha tomado el Tribunal Supremo francés en relación a la relación entre empresa y un conductor de un servicio de entrega de comidas a terceros que “estaba bajo una relación subordinada”.

En definitiva, a los muchos problemas que plantea Uber, que van desde los financieros a los legales o regulatorios, se les une la poca capacidad de la compañía para asumir mejoras para sus trabajadores. Una situación que de por sí será preocupante en un futuro, como ya está ocurriendo en Ryanair, y que podría incluso tumbar a la propia compañía. Aunque al final surge la duda de si realmente se puede llamar empresa o compañía a un ente incapaz de mejorar la situación de sus trabajadores, cosas de la nueva economía como ellos lo llaman.

Pedro Ruiz
Pedro Ruiz
Colaborador de MERCA2