Frank Cuesta ha protagonizado en las últimas semanas uno de los giros más inesperados de su trayectoria pública. El conocido defensor de los animales, célebre por sus programas de televisión y su estilo directo y sin filtros, se encuentra en el centro de una polémica que ha desatado un auténtico terremoto mediático entre Tailandia y España. Su detención en febrero por posesión ilegal de fauna silvestre protegida fue el inicio de una cadena de acontecimientos que han terminado con el propio Cuesta reconociendo su culpabilidad, después de semanas en las que defendía su inocencia y se declaraba víctima de una campaña de acoso. Ahora, con la vista puesta en su regreso a España, el activista ha dado por cerrado este capítulo de su vida con una determinación que sorprende incluso a quienes le conocen bien.
Así ha empezado el escándalo

Todo comenzó cuando Cuesta fue detenido por las autoridades tailandesas, que le imputaron la posesión indebida de varios animales salvajes. El escándalo se agravó cuando un antiguo colaborador, conocido como Chi, lo acusó públicamente de ocultar la verdadera naturaleza de su actividad: en lugar de dirigir un santuario, estaría al frente de una granja en la que se comercializaban animales. Ante estas afirmaciones, Cuesta se defendió con dureza, negando las acusaciones y asegurando que nunca había vendido animales. Para reforzar su postura, contrató al mismo abogado que consiguió la cadena perpetua para Daniel Sancho en Tailandia. Este letrado aseguró que las acusaciones eran infundadas y que acudirían a la ley para limpiar su nombre, ya que, en sus palabras, “la gente que ha asegurado que Frank ha vendido animales sabe que no lo ha hecho”.
Sin embargo, con el paso de las semanas, el propio Cuesta comenzó a adoptar un tono distinto, reconociendo públicamente que su situación era más complicada de lo que en un principio había querido admitir. En un vídeo publicado en mayo, explicó que había sido víctima de una campaña orquestada para destruirle y que llevaba meses sospechando que algo raro estaba ocurriendo: «No sé quién ni cómo, se ofrecieron audios comprometedores desde agosto de 2024″, confesó. Además, admitió que su personaje mediático había crecido tanto que había terminado descontrolado, en parte, por un “grave problema de mitomanía y ego”. Estas palabras sorprendieron a sus seguidores, ya que abrían la puerta a una autocrítica que no había mostrado antes.
La tensión aumentó cuando Cuesta confirmó que iba a declararse culpable, asumiendo la acusación de posesión ilegal de fauna salvaje. Su decisión, lejos de responder a una admisión de culpa plena, parece más bien una forma de poner punto final a un proceso desgastante. Según fuentes de su entorno citadas por El Confidencial Digital, Cuesta planea cumplir varios meses de cárcel en Tailandia y pagar la multa correspondiente para poder cerrar definitivamente esta etapa. Él mismo lo expresó de manera contundente: “Esto se ha acabado. Voy a pagar la multa. Voy a asumir lo que haya que asumir y volver con mis hijos”. Con estas palabras, el presentador dejó claro que su prioridad es cerrar este ciclo lo antes posible para reunirse con su familia en España.
Frank Cuesta, muy cerca de España

La posibilidad de un regreso a su país se convierte, así, en un símbolo de redención personal. En algunos de sus vídeos más recientes, Cuesta se muestra más sereno, incluso reflexivo, y deja caer que podría reaparecer públicamente en medios españoles. Ha mencionado que lleva meses recibiendo invitaciones para acudir a ‘El Hormiguero’ de Pablo Motos, algo que, de producirse, marcaría un antes y un después en su narrativa pública. “Llevan meses invitándome”, dijo con cierta ironía, dejando entrever que el reencuentro con el público español podría estar más cerca de lo que parece.
Por ahora, el futuro inmediato de Frank Cuesta pasa por cumplir la condena que las autoridades tailandesas le impongan. Aunque no se ha concretado el número exacto de meses que pasará en prisión, el aventurero ha dejado claro que no piensa eludir su responsabilidad. Tampoco ha querido generar una imagen victimista, aunque sigue defendiendo que se ha visto envuelto en un ataque planificado. Lo cierto es que, con su declaración de culpabilidad, cierra uno de los capítulos más controvertidos de su vida pública, al tiempo que abre otro: el del regreso a España, con las cicatrices de lo vivido y la intención de reencontrarse con sus hijos y recomponer su imagen pública. Habrá que esperar para ver si Cuesta retoma su carrera mediática o si, por el contrario, decide desaparecer de los focos tras este escándalo que ha dejado huella en su trayectoria.