Antonia Dell’Atte ha vuelto a situarse en el centro del foco mediático al lanzar una dura acusación contra Ana Obregón, una figura con la que su vida se cruzó en un pasado lleno de heridas y desencuentros. La modelo italiana, recordada por su papel como musa de Giorgio Armani y por su carácter firme e independiente, ha asegurado que la actriz “dejó a mi hijo en la calle con una pequeña maleta”, una frase que ha resonado con fuerza en los medios. Sus palabras llegan en un momento en el que Dell’Atte siente que, tras años de silencio y de haber evitado participar en la maquinaria del escándalo, su historia merece ser escuchada con la gravedad que implica. En una entrevista concedida al diario El País, Antonia describió con crudeza los episodios de violencia que vivió durante su matrimonio con Alessandro Lequio, un relato que ha sacudido a la opinión pública y que, según afirma, marca el inicio de una nueva etapa en la que el miedo y el silencio dejan paso a la verdad.
Las acusaciones de Antonia Dell’Atte

La italiana relató que su calvario comenzó desde los primeros meses de relación, cuando el aparente encanto y el título nobiliario del conde se desvanecieron para mostrar una cara oscura y controladora. “La primera patada que me dio, estando embarazada, fue a la vuelta de la luna de miel”, aseguró la modelo, al recordar uno de los episodios más dolorosos de su vida. Aquel testimonio no solo reabrió viejas heridas, sino que también dejó al descubierto una realidad que durante décadas había permanecido oculta tras la fachada de elegancia y prestigio que rodeaba al tertuliano televisivo. Lequio, que ha afirmado haber puesto el asunto en manos de sus abogados, se enfrenta ahora a un escrutinio público que podría alterar su imagen mediática.
Antonia recordó en la entrevista que ya en marzo de 1991 presentó una denuncia contra Lequio por maltrato, en la que explicaba la situación de miedo y aislamiento que vivía. “Les expliqué que sabía karate, que me había agredido y que aunque se había ido de casa, tenía las llaves y temía por mí y por mi hijo”, relató. Cambió la cerradura al día siguiente y, según cuenta, esa decisión le salvó de mayores agresiones. “Venía a molestar, a tratar de destruirme con el pretexto de ver al niño”, añadió, asegurando que incluso trató de manipularla pidiéndole una nueva oportunidad. Con el paso del tiempo, la modelo asegura haber alcanzado una fortaleza interior que le permite mirar atrás sin miedo, reivindicando que las víctimas nunca deben avergonzarse de contar su sufrimiento.
En declaraciones posteriores a La Vanguardia, Dell’Atte insistió en que no busca venganza ni atención mediática, sino justicia. “No es mi verdad, es la verdad, a secas”, sentenció con firmeza. En su opinión, la televisión y los medios han ofrecido durante años una imagen parcial y complaciente de Lequio, mientras ella era retratada como una figura problemática. “Telecinco aún lo ampara”, subrayó, recordando que en los años noventa, cuando la cadena se inauguró en España, fue ella quien recibió la invitación personal de Silvio Berlusconi para asistir a la fiesta de apertura junto a grandes nombres como Gina Lollobrigida. Esa comparación, cargada de ironía, revela la sensación de injusticia que aún le acompaña: mientras ella era relegada, su exmarido disfrutaba de impunidad mediática.
Alessandro Lequio ha sido señalado

Antonia también rememoró cómo conoció a Alessandro Lequio. Lo describió como “un seductor nato”, un hombre encantador envuelto en un aura de nobleza que al principio le hizo gracia. “Cuando me dijo que era primo del Rey le respondí que yo era hija de Frank Sinatra”, bromea. En aquel entonces, ella vivía en Milán, la capital europea de la moda, mientras él residía en Turín, una ciudad industrial. “Mientras yo era musa de Armani, a él no lo conocía ni dios”, ironizó. En los años ochenta, Antonia brillaba en el programa Drive In de Mediaset, donde destacaba por su estilo y su sentido del humor, interpretando monólogos irónicos sobre el mundo de la moda que mezclaban el refinamiento del italiano milanés con el lenguaje coloquial de Brindisi.
Sin embargo, tras casarse, la modelo asegura que su vida se transformó en una “jaula de hierro oxidado”. Aceptó mudarse a Madrid, renunciando a su carrera para acompañar a Lequio, quien había sido enviado como representante de FIAT. Fue entonces cuando comenzó su tormento. “El primer golpe vino estando embarazada”, contó. Según recuerda, su marido le prohibió incluso usar su apellido: “Cogí una carta a mi nombre, Antonia Dell’Atte, y él me dijo: Ya no eres más Dell’Atte, eres condesa Lequio”. Desde ese momento, asegura, empezó su calvario.
La modelo describe aquellos años como una época de aislamiento absoluto. “Era muy difícil: no se hablaba de malos tratos y me encontraba sola en un país extranjero”, confesó. Explicó que cada vez que él la agredía llamaba a su suegra, porque no podía acudir a su propia madre. Incluso cuando su madre viajó a Madrid para conocer al nieto, Lequio se dio la vuelta y se fue de casa. En su poder conserva cartas escritas de puño y letra por él, en las que le exigía que se olvidara de su familia “porque ahora eres la condesa Lequio”.
El lado oscuro de Ana Obregón

El tiempo ha demostrado que, pese a la soledad y al dolor, Antonia consiguió reconstruirse desde la resiliencia. Hoy se declara “satisfecha de ser una superviviente” y anima a otras mujeres a denunciar. Considera que el silencio de las víctimas es lo que perpetúa el poder de los agresores y que el relato debe cambiar para romper esa cadena. En este contexto, sus declaraciones sobre Ana Obregón han generado especial sorpresa. La italiana aseguró que conoció a la actriz durante una cena en la plaza de Las Ventas y que fue ella misma quien propuso a su marido que entablaran amistad con la popular presentadora. “‘No. Gente como esta no entra en mi casa’, me respondió”, explicó.
Con el paso del tiempo, Obregón se convirtió en la pareja de Lequio, y lejos de guardar rencor, Antonia afirma que sintió “gratitud por haberse librado de aquella relación”. Sin embargo, años después, las tensiones volvieron a emerger. Según su versión, Ana Obregón dejó a su hijo en la calle con su maleta, un episodio que Dell’Atte ha calificado como “una humillación intolerable”. Aunque no ofreció más detalles, su denuncia apunta directamente a un momento en el que, según ella, el niño quedó desprotegido.
“Estoy satisfecha de haber contado la verdad y de haberme fortalecido a través del sufrimiento”, declaró en una de sus últimas entrevistas. Para Antonia, el paso del tiempo no ha borrado el daño, pero sí le ha otorgado una visión más clara sobre lo ocurrido. “No me amó. Un maltratador, un narcisista de ese calibre, nunca se enamora. No le gustan las mujeres fuertes, solo quiere someterlas”. Su voz, que durante años fue acallada por la fama y el poder de su exmarido, se alza ahora con la intención de marcar un antes y un después. Y aunque su historia reabra viejas heridas en personajes mediáticos como Lequio o Obregón, Antonia Dell’Atte defiende que el silencio nunca es una opción cuando se trata de la verdad.












































