Estrés bueno y estrés malo: las claves para entenderlo

El estrés es la respuesta natural de tu cuerpo ante un momento de peligro. Ya no hay dinosaurios que te quieran comer, pero piensa que gracias al estrés de esos momentos y a poner pies en polvorosa la especie humana sigue con vida. Así que, si te paras a pensar, estar estresado de forma puntual no es tan malo, al fin y al cabo.

Hay cientos de momentos en tu vida que te provocarán ese estado de alteración en el que tus pulsaciones se disparan y todos tus sentidos se amplían repentinamente. La llama que enciende el botón de encenderse puede ser desde una discusión, una reacción ante un peligro inminente, como es un accidente de tráfico o hacer puenting.

Cuando tienes estrés, todo tu cuerpo reacciona y gasta energía extra para ayudarte a solventar lo que quiera que lo esté causando. Se liberan hormonas para que el cerebro comience a mandar al resto del organismo como los músculos o los reflejos.

Siempre se habla de lo malo que es estar estresado, pero en ocasiones, y en circunstancias puntuales, puede ser beneficioso si sabes cómo manejarlo.

Estrés saludable

rana con trabajo

Como ya te he dicho, el estrés puede llegar a salvar vidas. Cuando tienes estrés tu mente se activa y se vuelve más resolutiva haciendo que consigas adaptarte mejor.

Siempre que sea a corto plazo no es negativo para tu salud. Estar estresado por según qué cosas logra que tu actividad cardíaca mejore y que tu mente aprenda. Somos animales evolutivos y racionales, sin el estrés no seríamos ninguna de esas dos cosas.

Algunos ejemplos de que el estrés momentáneo no es del todo malo es que logran hacerte más creativo. Cuando surge un problema repentino que tienes que solucionar tu mente comienza a inventar diferentes formas de arreglarlo.

La capacidad cognitiva y física también se ve mejorada en procesos estresantes. Los movimientos son más certeros y más efectivos cuando estás estresado que cuando no.

El sistema respiratorio hace que le llegue más oxígeno a tus neuronas para que puedas ser más rápido pensando. Eres mucho más productivo y tu concentración se agudiza. Si estás estresado y tienes que buscar ayuda externa te vuelves más sociable y comunicador. Por lo que el estrés te vuelve mejor orador.