La marcha de la ministra Ribera deja dudas y algunas empresas beneficiadas

Los mentideros políticos descuentan las horas del actual Gobierno. Eso implica, lógicamente, la salida de todos los ministros, incluida la responsable para la Transición Ecológica, Teresa Ribera. Más de uno se queda tranquilo, todo ello pese a que sus antecesores ‘populares’ en el cargo, Álvaro Nadal y José Manuel Soria, sí fueron un verdadero azote para el sector eléctrico. Así, aunque la ministra haya contado con las buenas palabras de las grandes empresas, existían ciertas discrepancias.

En un foro sectorial celebrado esta semana en Madrid, el presidente de Repsol, Antonio Brufau, ha deslizado la idea de que pensar con tantos años vista es poco pragmático, puesto que las tecnologías pueden ir evolucionando o cambiando. En este sentido, el presidente de la petrolera española criticó que en el debate público no estuviera renovar el parque y sí en «cómo subvenciono al señor rico para un vehículo eléctrico». Así, Brufau acusó al Gobierno actual de «quijotismo» al querer asemejarse a Alemania al «querer ser los mejores en todo» debido al objetivo propuesto en el borrador de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética.

Algunas empresas esperan con optimismo el cambio de Gobierno, aunque hasta ahora no lo habían manifestado

Ante estos derroches de sinceridad, cualquiera podría hacer que, en al menos estas dos empresas, el cambio de Gobierno se antoja como una alegría. Y quizá motivos no falten.

MOTOR EN EL AIRE

Uno de los sectores transversales a la energía que se verían muy afectados con el cambio de Gobierno, y de ideas ante uno nuevo, sería el motor. En el aire queda la igualación impositiva del diésel con respecto a la gasolina, y por ende la demonización que ha habido sobre este tipo de combustible.

De manera directa incide en los comercializadores, caso de Repsol y Cepsa; y de igual manera afecta a los fabricantes de vehículos, cuya estrategia eléctrica está en pañales. En este sentido, otro segmento que verá impactado su negocio son las estaciones de servicios. Ante la futura Ley de Cambio Climático, también en el aire, queda por saber la obligación de invertir en electrolineras, circunstancia que impacta en la caja, tanto de gasolineras como empresas eléctricas.

NUCLEAR EN EL AIRE

Uno de los temas estrella del sector energético, aunque siempre algo desconocido por el gran público, tiene que ver con las centrales nucleares y la duración de su vida útil.

Hace unas semanas quedó más o menos claro que el próximo Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que se presentará en Consejo de Ministros el 22 de febrero, dispondrá que las centrales prolonguen su vida más allá de los 40 años, aunque en ningún caso por encima de los 50.

Esta situación favorece los intereses de Endesa, y ahora puede que incluso mucho más. La compañía presidida por Borja Prado siempre ha sido partidaria de alargar la vida de las nucleares, y en parte lo había conseguido incluso con un Gobierno socialista apoyado por sus socios antinucleares de Unidos Podemos en el Congreso de los Diputados. Ahora, en cambio, ante un posible giro a la derecha pronuclear, puede que se retomen dogmas del documento que realizó el consenso de expertos que se configuró para abordar el futuro energético en España.

GAS EN EL AIRE

En el mismo foro donde las empresas han dejado claro su sentir sobre la ministra, la propia Ribera, un día antes, también dejó mensajes para diversos sectores. Uno de ellos fue el gasista. Aseguró que se deberían poner en revisión las inversiones que se hagan en este segmento. Pero ahora todo cambia de sentido dependiendo del enfoque que se dé al punto anterior.

Los ciclos combinados serán la tecnología de respaldo para las renovables, aunque habrá que tener en cuenta el volumen nuclear, y eso incide en la necesidad de potencia instalada. Así, una vez más todo queda en el aire ante la estrategia energética que plantee el próximo Gobierno.

RENOVABLES EN EL AIRE

Por lo que respecta al ámbito renovable, parece el menos afectado de todos. Por mandato europeo hay que asumir una serie de reducciones de emisiones y capacidades de renovables. En este sentido, nadie duda sobre su avance. Aunque también puede haber matices en una palabra que los políticos, sobre todo algunos socialistas europeos, han dicho hasta la saciedad: ambición.

Cada país miembro puede llegar al mínimo o marcarse metas más exigentes. Está por ver si el próximo Gobierno decide quedarse en esos mínimos exigidos o, por el contrario, propicia un marco favorable para el desarrollo renovable. Aquí equidistan intereses particulares, como es el caso de Iberdrola, una de las energéticas que más ha invertido en “verde”, y el de Endesa, cuya amortización nuclear todavía está lejos de su alcance.

Raúl Masa
Raúl Masa
Ex Coordinador de redacción y redactor de empresas y economía; especializado en telecomunicaciones, tecnología y energía.