jueves, 4 diciembre 2025

Iñaki Piñuel (60), psicólogo: “Superar un ataque de pánico empieza por recuperar la respiración”

- Una guía clara para entender y controlar los ataques de pánico y recuperar la calma.

Un ataque de pánico puede sentirse como una tormenta que llega sin avisar. El psicólogo y experto en trauma Iñaki Piñuel ha publicado en su canal de YouTube una guía que, para muchas personas, puede convertirse en un salvavidas. En ella aborda un tema que conoce bien: los ataques de ansiedad y de pánico. Un fenómeno mucho más habitual de lo que solemos creer entre quienes arrastran estrés postraumático. Su propósito es directo y, a la vez, reconfortante: entender por qué ocurren, cómo reconocerlos y qué hacer para recuperar el control cuando parecen arrasar con todo.

Lo que se siente en un ataque de pánico: una alarma que se dispara sin avisar

ataque de panico
Recuperar la calma empieza por reconocer la crisis. Fuente: Canva

Piñuel lo explica sin rodeos: estas crisis son “completamente normales, esperables y típicas” en víctimas de trauma. No llegan como un rayo caído del cielo —aunque así las viva la persona—, sino que siguen un patrón físico y emocional muy intenso. Sofocos, falta de aire, opresión en el pecho, taquicardia, palpitaciones… una tormenta que invade el cuerpo en cuestión de segundos.

Publicidad

Y luego está ese síntoma que aterra a cualquiera: la sensación de muerte inminente. Tan real que muchas personas acaban en urgencias convencidas de que están sufriendo un infarto. Sin embargo —y aquí Piñuel insiste— en plena crisis es fisiológicamente imposible que se produzca un ataque cardíaco. El cuerpo grita alarma, sí, pero no está colapsando.

A todo esto se suma el enemigo silencioso: el “miedo al miedo”, ese estado de alerta permanente que aparece después de un primer ataque y que puede ser igual de incapacitante que el propio pánico.

Ansiedad y pánico: no son lo mismo, aunque a veces se confundan

ataques de panico36 Merca2.es
La respiración profunda ayuda a cortar el ciclo del pánico. Fuente: Canva

Algo clave que recalca Piñuel es que la ansiedad y el ataque de pánico no funcionan igual. La ansiedad es progresiva, responde a algo que identificamos como amenaza. El pánico, en cambio, irrumpe de golpe, como si el cuerpo pulsara un botón de emergencia sin motivo aparente.

Pero no surge “de la nada”. Siempre hay un estímulo —a veces muy sutil, incluso subliminal— que el cerebro asocia al trauma original. Y el cuerpo reacciona como si volviera a estar en peligro, aunque la persona no pueda señalar qué lo desencadenó.

Respirar para volver al presente: el primer paso para frenar la tormenta

ataques de panico85 Merca2.es
Enfocar la mirada estabiliza mente y cuerpo. Fuente: Canva

Cuando la crisis estalla, hay un gesto que puede cambiarlo todo: recuperar la respiración. Durante un ataque de pánico, la persona suele hiperventilar sin darse cuenta. Respira rápido, poco profundo, y eso provoca una mala oxigenación del cerebro que alimenta aún más la sensación de descontrol.

La primera pauta es sencilla, aunque requiere entrenamiento: respirar despacio, desde el diafragma, llenando bien los pulmones. Ese ritmo lento “atraviesa” la crisis y ayuda al sistema nervioso a salir del modo emergencia.

Otras herramientas que ayudan a cortar el ataque

Piñuel propone varias técnicas complementarias que funcionan como anclas para volver al presente:

  • Fijar la vista en un objeto concreto, algo externo que rompa el bucle mental.
  • Crear un “lugar seguro” en la imaginación, un escenario al que volver mentalmente cuando el cuerpo se dispara.
  • Usar una palabra clave, entrenada previamente —“paz”, “calma”, “equilibrio”— que active una respuesta automática de relajación.

Son recursos simples, pero tremendamente útiles cuando el cerebro interpreta peligro donde no lo hay.

Comprender qué ocurre: la clave para dejar de sentirse a merced del pánico

YouTube video

Piñuel insiste en algo que alivia solo escucharlo: el ataque de pánico no es una maldición ni un fallo personal. Es un mecanismo de supervivencia hiperactivado. Como si el sistema de alarma de incendios siguiera sonando con la misma urgencia ante una simple vela encendida.

Entender este proceso ayuda a recuperar la sensación de control, a dejar de sentirse atrapado por una reacción que, en realidad, tiene explicación.


Publicidad