El crédito rápido parece la solución perfecta cuando falla el colchón de ahorro y los gastos se amontonan, pero Mario Lanza insiste en que casi nunca es una puerta de salida, sino la entrada a un laberinto de intereses, comisiones y llamadas de cobro. Lo preocupante, explica, es que el problema no empieza el día que firmas, sino mucho antes, con la normalización social de vivir siempre “un poco por encima” de lo que realmente puedes permitirte. Cuando la tarjeta ya va al límite y el banco empieza a decir que no, es cuando irrumpen las financieras exprés con su mensaje amable, casi cómplice, justo en el momento de mayor vulnerabilidad emocional.
Nadie está completamente a salvo: autónomos con ingresos irregulares, familias jóvenes hipotecadas o pensionistas que ayudan a sus hijos acaban cayendo en la tentación del dinero inmediato. Lanza insiste en que, más que culpables, hay un sistema que fomenta el consumo a crédito y una educación financiera casi inexistente que nos deja desarmados ante ofertas que suenan técnicas, pero que en realidad esconden un coste altísimo por cada euro prestado. La clave, dice, es dejar de ver estos productos como algo inocuo y empezar a tratarlos como lo que son: decisiones que pueden marcar el resto de tu vida financiera.
EL PELIGRO DEL CRÉDITO FÁCIL SEGÚN MARIO LANZA
Mario Lanza describe el crédito rápido como “una vía de emergencia que, en realidad, conduce a un callejón sin salida” cuando se usa para tapar gastos corrientes y no imprevistos muy concretos. En un vídeo de la asociación de consumidores ADICAE se recuerda que estos productos se venden como solución rápida al bache de liquidez, pero esconden intereses disparados y comisiones por retraso que disparan la deuda original en poco tiempo. Esa combinación de facilidad inicial y letra pequeña compleja es, según el economista, lo que convierte a estos préstamos en una auténtica trampa.
El problema, añade, es que la publicidad trabaja con emociones, no con números, y apela a la urgencia, al miedo a decir “no” a los hijos o al orgullo de mantener un cierto nivel de vida. Cuando el mensaje es “te lo mereces” o “no renuncies a tus planes”, la persona deja de mirar el coste real del crédito y se agarra solo a la cuota mensual, que parece manejable hasta que se acumulan varias. Lanza insiste en que, antes de firmar, hay que preguntarse algo muy simple: si no puedo pagar esto en efectivo hoy, ¿qué garantía tengo de que mi situación mejorará en unos meses?
CÓMO EMPIEZA LA BOLA DE NIEVE DE LA DEUDA
Todo suele arrancar con una pequeña cantidad para resolver un apuro real: reparar el coche, una factura médica, un recibo atrasado de la luz. Como el trámite es tan sencillo y la aprobación casi inmediata, se genera la sensación de que el dinero está siempre disponible, de que existe una especie de “cajero automático paralelo” al que se puede acudir cada vez que el presupuesto se queda corto. El primer préstamo se paga más o menos bien, lo que refuerza la falsa idea de control.
El siguiente paso llega cuando se encadenan varios meses complicados, quizá por horas extra que desaparecen, una baja laboral o simplemente por inflación en la cesta de la compra. Entonces aparece la tentación de pedir otro préstamo para cubrir la cuota del primero, o para mantener unos gastos que ya deberían haberse recortado hace tiempo. La deuda empieza a rodar cuesta abajo: se pide dinero para tapar deuda previa y cada renovación o crédito adicional añade más intereses, hasta que la bola se vuelve inmanejable.
SEÑALES DE QUE TU DEUDA YA SE HA IDO DE LAS MANOS
Un primer aviso claro, según Lanza, es cuando tienes que elegir qué recibos pagar este mes y cuáles “dejar para el siguiente”, confiando en que algo mejorará solo. Expertos en finanzas personales recuerdan en un conocido vídeo que si ya destinas más de un tercio de tus ingresos al pago de deudas, ha llegado el momento de frenar en seco y elaborar un plan de choque, no de buscar otro préstamo más barato. Seguir ampliando el agujero solo retrasa el problema y lo hace crecer.
Otra señal grave es cuando empiezas a ocultar facturas, cartas del banco o correos de las financieras a tu pareja o familia, por vergüenza o miedo al conflicto. Esa falta de transparencia suele ir acompañada de insomnio, ansiedad y una sensación de vivir permanentemente al borde del abismo, incluso cuando desde fuera todo parece seguir igual. Lanza sostiene que, en ese punto, la deuda ya no es solo un asunto de números, sino un problema de salud emocional que merece abordarse con ayuda.
ESTRATEGIAS REALISTAS PARA SALIR DEL AGOBIO
El economista insiste en que no existe botón mágico, pero sí un primer paso innegociable: poner por escrito todas las deudas, con importe pendiente, tipo de interés y cuota mensual. Solo así puedes priorizar y aplicar métodos como “avalancha” o “bola de nieve”, muy recomendados por divulgadores financieros, que consisten en centrar esfuerzos en una deuda concreta mientras se pagan mínimos en las demás, para liberar poco a poco capacidad de pago. El objetivo no es quedar bien con todos a la vez, sino avanzar de forma ordenada.
Mario Lanza recomienda también renegociar antes de dejar de pagar, aunque dé pudor: muchas entidades aceptan alargar plazos, rebajar intereses o unificar varios préstamos en uno solo, si ven intención clara de cumplir. El error más común es esperar al impago, cuando ya han saltado comisiones, intereses de demora y amenazas de inclusión en ficheros de morosos. Además, sugiere revisar con lupa el presupuesto mensual, recortando gastos prescindibles de verdad, no solo los simbólicos, para liberar dinero que se destine exclusivamente a salir del agujero.
LAS NUEVAS TRAMPAS DIGITALES DE LOS PRÉSTAMOS ONLINE
El auge de las apps y webs que prometen dinero “en cinco minutos” ha llevado el riesgo a otro nivel, porque muchas operan desde paraísos regulatorios y abusan de los datos personales. Investigaciones periodísticas como el reportaje del canal La Pulla han mostrado cómo algunas aplicaciones de préstamos utilizan la agenda de contactos, las fotos y la información del móvil para extorsionar a los clientes que se retrasan en pagar, incluso cuando apenas pidieron pequeñas cantidades. Ahí la deuda se convierte en chantaje directo.
Lanza subraya que el problema ya no es solo el interés, sino la invasión absoluta de la intimidad y el uso del miedo como herramienta de cobro. Mensajes a familiares, montajes humillantes o amenazas laborales han sido documentados en casos reales, lo que demuestra hasta qué punto estos modelos de negocio se alimentan de la desesperación. Por eso insiste en que, ante cualquier oferta que pida acceso total al móvil a cambio de unos pocos euros, la respuesta debería ser siempre un “no” rotundo.[6]
EDUCARSE EN FINANZAS PARA NO VOLVER A CAER
Para Mario Lanza, el verdadero antídoto no es solo pagar lo que ya se debe, sino aprender a manejar el dinero de otra forma y a tiempo. Conocer conceptos básicos como qué es el interés compuesto, cómo se calcula el coste total de un préstamo o qué diferencia hay entre un gasto fijo y uno variable permite detectar a distancia las ofertas que, aunque suenen bien, están diseñadas para que el cliente siempre vaya un paso por detrás. Esa formación no requiere ser economista, solo dedicarle algo de atención.
El economista defiende hablar de dinero en casa con naturalidad, compartir errores y aciertos, y enseñar a los hijos que no todo lo que se desea se puede financiar a plazos. Cuanto antes interioricemos que vivir un poco por debajo de nuestras posibilidades es una forma de libertad, menos tentador resultará ese banner que promete dinero inmediato y sin preguntas. Porque, como resume Lanza, el crédito rápido que hoy parece un salvavidas puede levantar mañana el muro silencioso que te deje fuera del sistema financiero durante años.











