La melatonina no solo te ayuda a dormir, también es la llave secreta que repara y fortalece todo tu cuerpo. En un mundo que vive pendiente de la siguiente moda para “estar bien”, Endika Montiel, experto en longevidad, propone justo lo contrario: frenar, mirar atrás y recordar lo básico. Su filosofía parte de una idea casi olvidada pero profundamente necesaria: volver a lo esencial.
La luz: el verdadero reloj del cuerpo

“La luz es medicina”, dice sin rodeos. “Si no ves la luz, tus hormonas sexuales se desploman, te deprimes… el sol es uno de los fármacos más potentes que existen”.
Montiel no lo dice como una metáfora. Habla de biología pura. La luz natural activa procesos que van desde la regulación de la insulina y el estado de ánimo hasta la producción de hormonas como la testosterona o el estrógeno.
El problema, asegura, no es la oscuridad. Es haber perdido el equilibrio entre luz y sombra. “Somos seres de ambos mundos”, explica. Cuando cae la noche, el cuerpo necesita esa oscuridad para fabricar melatonina, la hormona que repara, desinflama y reordena.
Y ahí entra en escena nuestro gran enemigo moderno: la luz artificial. Las pantallas, las farolas, el brillo del televisor… todo eso confunde al cuerpo. Lo mantiene en “modo día”, sube la temperatura corporal y bloquea la melatonina. Resultado: insomnio, inflamación, cansancio y, con el tiempo, enfermedad.
Un estudio con más de 88.000 personas lo dejó claro: quienes duermen expuestos a la luz artificial tienen más riesgo de sufrir problemas cardíacos, metabólicos e incluso cáncer.
Y sí, también le lanza un dardo a las gafas de sol. “El sol no es el villano. Lo peligroso es cómo nos exponemos a él. Si llevas gafas todo el día, bloqueas los receptores que activan la melanina, esa protección natural del cuerpo”.
Ayunar para ver con más claridad

Entre todo lo que ha probado, hay un hábito que, según él, cambió su vida: el ayuno. “Pensaba que si pasaban más de dos horas sin comer me iba a enfermar, pero el ayuno me salvó. Hoy estoy aquí gracias a él”, confiesa.
Montiel recomienda un ayuno de 72 horas para quienes atraviesan momentos de bloqueo o tristeza profunda. No lo plantea como un castigo, sino como un reinicio. Durante ese tiempo —dice— el cuerpo se desinflama, el cerebro se aclara y la serotonina se dispara hasta un 2000 %. También aumenta la dopamina y la oxitocina, esas hormonas que traen calma, motivación y paz interior.
“El ayuno es una terapia de reinvención”, insiste.
Su única recomendación: beber agua y agua de mar microfiltrada, rica en los 78 minerales que el cuerpo necesita para funcionar. “El mar es el espejo químico de nuestra sangre”, suele decir.
Pensar bien también alimenta

Montiel no habla solo de luz, comida o suelo. Su mensaje tiene una raíz más profunda: la coherencia.
“No se trata de imponer, sino de enseñar con el ejemplo”, repite. En casa, en el trabajo, en la vida. Lo que haces vale más que lo que predicas.
Y hay otra frase que resume su visión: “Tu pensamiento también es alimento”. Lo que te dices por dentro puede sanarte… o enfermarte.
“Empieza por hablarte bien, por mirarte con cariño. No te castigues tanto. A veces solo necesitas cambiar el tono con el que te hablas”.
Antes de terminar, deja un mensaje que se queda resonando:
“Somos mucho más poderosos de lo que creemos. Solo hay que reconectar con lo esencial: la luz, el silencio, la tierra… y uno mismo.”









