sábado, 15 noviembre 2025

Dr. Alfredo Corell (62), inmunólogo: «Más que tenerlo fuerte, necesitamos un sistema inmunitario equilibrado»

- Una mirada clara y humana al sistema inmunitario y a los hábitos que realmente lo fortalecen.

El inmunólogo Alfredo Corell habla del sistema inmunitario con una mezcla de admiración y cercanía que desarma. Lo llama “supersistema”, y cuando lo escuchas un momento entiendes por qué: es uno de esos engranajes del cuerpo que está en todas partes, vigilándolo todo, igual que el sistema nervioso. Dos pilares que, como él dice, tocan prácticamente cada órgano y cada tejido.

Durante años nos han explicado que el sistema inmunitario distingue entre “lo propio” y “lo extraño”. Es una definición correcta, sí, pero algo fría. Corell prefiere otra más humana, más realista: distingue lo bueno de lo peligroso. Y es que —como recuerda con una sonrisa— muchísimas cosas “extrañas” son buenas. Todo lo que comemos, sin ir más lejos. Me gustó esa forma de contarlo porque te hace ver el sistema inmune como algo menos rígido y más inteligente de lo que solemos imaginar.

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Tres niveles de defensa… como un castillo bien pensado

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Las defensas trabajan día y noche para mantenerte a salvo — fuente:Canva

Corell divide este supersistema en tres capas, como si fuera una fortaleza medieval. La primera muralla son las barreras físicas: la piel, las mucosas del intestino, los ojos, el aparato respiratorio, el urinario… Si están intactas, dice, somos capaces de librarnos del 95% de las infecciones. Suena exagerado, pero no lo es. Algo tan sencillo como mantener la piel sin heridas o una microbiota intestinal sana marca la diferencia entre enfermar… o no.

Si esa primera muralla cae, entra en acción la inmunidad innata, rápida pero poco específica. Corell la describe como una especie de “comecocos” —y es una imagen que no se olvida— devorando virus, bacterias u hongos que se atrevan a entrar.

La tercera línea es más sofisticada: las defensas de élite. Anticuerpos y células especializadas que tardan unos siete días en activarse, pero una vez despiertas son como francotiradores: precisas y duraderas.

El intestino: donde ocurre la mayor parte del “trabajo sucio”

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El intestino decide qué aceptar y qué rechazar cada día — fuente:Canva

Si hay una parte del cuerpo que Corell destaca, esa es el intestino. Allí vive el 80% de nuestras defensas, algo lógico si pensamos que su superficie puede llegar a los 300 m² (sí, como una pista de tenis… un dato que siempre sorprende).

Mientras comemos —pongamos un filete de pollo— nuestro sistema inmunitario está evaluando cada molécula: ¿la tolero o la ataco? Esa es su labor, y la microbiota es su mayor aliada. Por eso Corell recomienda cuidar la fibra natural y, casi como un mantra, un probiótico al día. “Un yogur al día, sin fisuras”, dice. Y si alguien no puede tomar lácteos, opciones hay de sobra.

El estilo de vida moderno: un enemigo silencioso

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Los hábitos sencillos sostienen un sistema inmunitario fuerte — fuente:Canva

Aquí Corell no se corta: “nuestro estilo de vida es nefasto para la inmunidad”. Entre el sedentarismo y el estrés constante, el cuerpo vive en modo alarma más veces de las que debería. Y cuando el estrés se vuelve crónico, llega el temido cortisol, un inmunosupresor potentísimo. Por eso tantos estudiantes caen enfermos justo después de los exámenes, o mucha gente se resfría al empezar las vacaciones.

La buena noticia es que el cuerpo también produce sustancias que contrarrestan ese efecto: endorfinas y oxitocina. ¿Cómo las generamos? Con ejercicio moderado, intimidad, abrazos, vida social y hobbies que nos entusiasmen un poco. No parece mal plan.

Dormir como necesitamos, no como podemos

El sueño es otro pilar que solemos descuidar. El sistema inmunitario necesita entre 7 y 9 horas. Y no vale cualquier cosa: durante el sueño profundo entra en un “modo inflamatorio” necesario para recolocar células. Si nos despertamos constantemente antes de tiempo, poco a poco el cuerpo entra en un estado de inflamación crónica. Es invisible, pero desgasta.

El ejercicio también tiene su propio papel: unos 150 minutos semanales de actividad cardiovascular y, muy importante, dos sesiones de fuerza. El músculo, recuerda Corell, libera sustancias que potencian las defensas.

La edad, las hormonas y un día perfecto para el sistema inmune

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El sistema inmunitario también envejece, y lo hace distinto en hombres y mujeres. Los hombres tienen su “edad de oro” en los 20 y un bajón notable a partir de los 50. Las mujeres alcanzan su pico en los 30 y la caída es más gradual, aunque los estrógenos —que fortalecen las defensas— también las hacen más propensas a alergias o autoinmunidad.

Para cerrar, Corell describe cómo sería un día ideal para el sistema inmunitario: dormir bien, entrenar un poco, hacer algo de fuerza, comer natural (el famoso Plato Harvard) y dejar los ultraprocesados fuera.

Su mensaje final es sencillo, casi amable: la inmunidad no es cuestión de suerte. Es cuestión de rutina, de pequeños gestos. Y lo mejor es que podemos empezar cuando queramos… incluso hoy.


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