lunes, 10 noviembre 2025

Dr. Iñaki Piñuel (60), psicólogo: “Aceptar la realidad no es rendirse; es dejar de luchar contra lo que ya no se puede cambiar”

- El Dr. Iñaki Piñuel explica cómo superar la indefensión aprendida y sanar aceptando lo inevitable.

Rendirse no siempre es perder; a veces, es el primer paso para sanar. Hay heridas que no se ven, pero cambian la forma en que una persona camina por la vida.
El Dr. Iñaki Piñuel, psicólogo especializado en trauma y maltrato emocional, lo ha visto cientos de veces en consulta: personas rotas, que no se rinden, pero que ya no pueden más.
Y su mensaje, aunque duele al principio, acaba siendo un alivio:

“Aceptar lo inevitable no es claudicar. Es dejar de pelear contra lo que ya no se puede cambiar.”

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Cuando el alma se acostumbra al “no puedo”

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La indefensión aprendida no es debilidad: es una reacción humana ante el dolor.Fuente: Canva

La llama indefensión aprendida.
Y aunque suene a término académico, en realidad es algo muy humano: es lo que pasa cuando alguien ha intentado todo —defenderse, pedir ayuda, resistir— y nada ha funcionado.

“No nacemos indefensos —dice—. Nos volvemos así después de vivir situaciones traumáticas repetidas en las que no hay salida.”

En ese punto, la persona deja de luchar. No porque no quiera, sino porque su cuerpo y su mente están convencidos de que nada servirá.
Y entonces llega el silencio.
Una especie de apagón interior.
Muchos lo confunden con depresión, pero Piñuel lo describe de otra forma:

“Es la consecuencia de haber luchado demasiado tiempo sin resultado.”

Y mientras tanto, los abusadores, explica, buscan precisamente eso: que la víctima se paralice.

“Una víctima indefensa es una víctima cómoda. No se queja, no pone límites, no reclama su dignidad.”

Primera fase: volver a levantarse

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El primer paso hacia la libertad es volver a moverse, aunque sea despacio.Fuente: Canva

La salida comienza con un acto de rebelión: volver a moverse.
No con rabia, sino con decisión.
Piñuel lo llama confrontación activa, y consiste en hacer algo, lo que sea, que devuelva el control.

“No se trata de pelear con el mundo, sino de volver a ser protagonista de tu propia historia.”

El contacto cero, por ejemplo, no es huir, sino una acción muy consciente.

“Es una estrategia hiperactiva —explica—. Significa diseñar un plan, moverte, pedir ayuda, protegerte emocionalmente. Es no dejar que el abusador vuelva a alcanzarte.”

Romper el círculo nunca es fácil. Hay miedo, hijos, dependencias, culpas. Pero cada pequeño paso cuenta.

Segunda fase: cooperar con lo inevitable

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Aceptar lo inevitable no es rendirse, es dejar de pelear con lo que ya fue.Fuente: Canva

Llega un punto en que ya no queda más por hacer.
Se ha intentado todo, se ha confrontado todo… y aun así hay pérdidas que duelen.
Ahí empieza lo que Piñuel llama cooperar con lo inevitable: el arte de aceptar lo que no se puede cambiar.

“En las relaciones abusivas no hay victorias absolutas —dice—. Solo diferentes grados de derrota. Lo importante es minimizar el daño, y luego dejar de desgastarse.”

Aceptar no significa resignarse ni “hacer las paces con el maltrato”.
Significa dejar de gastar energía en lo que ya ocurrió.

“La realidad, por dura que sea, siempre es lo más curativo.”

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Después del trauma, llega la calma: la luz interior que nadie puede apagar.Fuente: Canva

Esa aceptación, tan difícil y tan liberadora, es lo que permite que la culpa se disuelva.
Ya no hay que ser el “director general del universo”.
No todo puede salvarse. Y eso también está bien.

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El doctor Piñuel no habla de finales felices. Habla de finales honestos.
Sanar no es borrar lo que pasó, sino poder recordarlo sin que duela.
Y, con voz serena, lo resume así:

“Cuando cooperas con lo inevitable, te vuelves más sabio, más tranquilo. En luz para ti y para otros.”

Porque al final —dice—, la paz no llega cuando se gana.
Llega cuando uno deja de pelear con la vida, y empieza, simplemente, a vivir.

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