Las relaciones tóxicas son aquellas en las que ambas partes, por diversas razones, se hacen daño mutuamente. Estas relaciones pueden manifestarse en diversos ámbitos, como la pareja, la amistad, el trabajo e incluso la familia. Los signos de una relación tóxica suelen ser sutiles y subjetivos, y esto hace que sea más difícil que las personas involucradas se den cuenta y puedan alejarse antes de que sea demasiado tarde.
Un indicador que nos debe poner en alerta es cuando se empieza a experimentar un malestar general e inexplicable, cambios en el comportamiento (como volverse más retraído o distante), o sentirse confundido sin poder identificar la causa de ese malestar. En estos momentos, es fundamental cuestionarse y reflexionar sobre lo que está ocurriendo en la relación. Sin embargo, reconocer y enfrentar una relación tóxica no es una tarea sencilla, ya que a menudo la sociedad no fomenta la atención a nuestras emociones y experiencias internas. Es importante que las personas se den cuenta de que merecen relaciones saludables y que no están solas en su experiencia.
1CÓMO FUNCIONA UNA RELACIÓN TÓXICA
En líneas generales, las relaciones tóxicas se pueden describir como aquellas en las que ambas partes no pueden establecer una relación equitativa. Una relación se convierte en tóxica cuando uno de los involucrados parece buscar ventajas a expensas del otro, lo que resulta en un desequilibrio en la relación. Esto puede manifestarse a través de acciones como el enfoque exclusivo en los propios intereses, la manipulación o el intento de control, o simplemente el deseo de obtener beneficios personales. Lo que motiva a una persona a adoptar comportamientos tóxicos es el deseo de tener un control absoluto y dominar la relación en su totalidad.