lunes, 27 octubre 2025

Dra. Elian Rivas, especialista en motilidad gástrica: «Lo ideal es concentrarse en la alimentación, masticar bien, comer despacio y sin distracciones

- La Dra. Elian Rivas explica cómo el cerebro y el intestino mantienen un diálogo constante que influye en nuestra salud más de lo que imaginamos.

La motilidad es el ritmo secreto que marca cómo el cuerpo digiere, se mueve y se equilibra por dentro. A veces, el cuerpo grita cosas que la mente no quiere oír.
La Dra. Elian Rivas, especialista en gastroenterología, endoscopía e medicina interna, lo sabe bien. Su campo —la neurogastroenterología— estudia ese diálogo constante entre el cerebro y el intestino, una conexión tan íntima como misteriosa.
“Es como si tuvieras dos cerebros”, dice con una sonrisa. “Uno aquí arriba y otro en el abdomen. Y lo increíble es que se hablan todo el tiempo.”

Un diálogo invisible entre mente y estómago

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La Dra. Elian Rivas explica cómo el intestino y el cerebro se comunican en silencio cada día. Fuente: Canva

La motilidad es el pulso silencioso del sistema digestivo. Según explica, el sistema nervioso central envía señales al tubo digestivo para decirle cómo actuar: cuándo moverse, qué enzimas producir, cómo absorber los alimentos. “Cuando esa comunicación se altera, el cuerpo empieza a protestar”, cuenta.
Y esas protestas se sienten: acidez, reflujo, diarreas, estreñimiento o ese famoso síndrome del intestino irritable que tanta gente padece sin saber por qué.

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“De cada diez pacientes que veo, ocho tienen alguna de estas molestias”, confiesa. “Y la mayoría ya ha pasado por otros tratamientos sin mejorar. Es ahí cuando entendemos que el problema no está solo en el estómago… sino también en cómo el cuerpo y el cerebro se están comunicando.”

La motilidad: el ritmo secreto de la digestión

El intestino tambien siente Merca2.es
Escuchar al cuerpo es el primer paso para sanar desde dentro. Fuente: Canva

Cuando la doctora habla de motilidad digestiva, lo hace casi con poesía.
“Es el movimiento interno del cuerpo, una danza que empieza en la boca y termina en el ano”, explica. “Si ese ritmo se interrumpe, si algo se sale del compás, todo se desordena.”

El reflujo es uno de los ejemplos más claros: ocurre cuando el esfínter del esófago no cierra bien y el contenido del estómago sube. “A veces por comer mucho, por la obesidad, el embarazo… o por algo tan simple como acostarse justo después de cenar. Es como dejar una puerta abierta por descuido”, comenta entre risas.

Cuando tragar se convierte en un desafío

Cerebro y digestion conectados Merca2.es
La neurogastroenterología busca equilibrio entre mente, sistema nervioso y digestión. Fuente: Canva

Rivas habla con especial sensibilidad de quienes sufren acalasia, un trastorno que impide que la comida pase correctamente al estómago. “Me lo describen como una sensación de atasco, como si el bocado se quedara parado en el pecho. Es desesperante”, dice.
Otros pacientes padecen espasmos esofágicos, contracciones tan intensas que provocan dolor de pecho. “Muchos llegan pensando que están teniendo un infarto. Es un dolor tan fuerte que hasta da miedo comer.”

El tratamiento, explica, varía: desde relajantes musculares y neuromoduladores hasta procedimientos endoscópicos muy precisos. “Pero lo más importante es acompañar al paciente, porque no solo le duele el cuerpo, también el ánimo.”

Diagnosticar escuchando (y observando)

mente Merca2.es
Comprender al intestino es aprender a entendernos por dentro: cada síntoma cuenta una historia. Fuente: Canva

La doctora habla con pasión de las herramientas que permiten entender cómo funciona ese “segundo cerebro”.
“La manometría esofágica mide cómo se mueve el esófago cuando tragamos. Es una prueba sencilla pero muy reveladora.”
Para casos de gastroparesia —cuando el estómago se vacía lentamente— se usa una gamagrafía de vaciamiento gástrico, que mide cuánto alimento queda tras varias horas.

“Lo vemos mucho en pacientes con diabetes”, explica, “pero también en mujeres jóvenes que llegan diciendo: ‘Me lleno enseguida, tengo náuseas, me mareo’. Y resulta que su estómago está yendo más despacio de lo que debería.”

El arte de comer despacio

Cuando Rivas habla de alimentación, se nota que disfruta enseñar.
“Comemos con prisa, mirando el móvil, hablando de trabajo… y luego nos extraña tener el estómago hecho un lío.”
Su receta no lleva medicamentos, sino conciencia: masticar bien, comer sin distracciones, escuchar al cuerpo.
“No se trata de comer hasta reventar —dice con humor—, sino de comer hasta sentirse bien. La comida no se va a acabar, así que no hay que devorarla como si fuera la última cena.”

Mitos, cirugías y confianza

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Muchos pacientes llegan con miedo. “Temen que la cura sea peor que la enfermedad”, cuenta. Pero insiste: no siempre la cirugía es el enemigo.
“Si se hace con los estudios adecuados y la motilidad del esófago es buena, puede ser una gran aliada. Lo importante es saber si realmente la necesitas.”

Para Rivas, la clave está en personalizar, en mirar cada caso como único. “No hay dos estómagos iguales, ni dos cerebros que reaccionen igual. Por eso, la escucha es tan importante como el bisturí.”

Escuchar al cuerpo, sanar desde dentro

Antes de despedirse, la doctora deja una reflexión que suena más a consejo de vida que a explicación médica:
“El intestino y el cerebro hablan el mismo idioma. Si uno se altera, el otro lo siente.”

Quizá por eso insiste tanto en algo que parece obvio, pero no lo es: hay que escuchar al cuerpo.
“Cuando el intestino habla —dice con una media sonrisa—, casi siempre está pidiendo que bajemos el ritmo. Que lo cuidemos un poco más. Que volvamos a escucharnos.”

Cuidar la motilidad es cuidar la armonía del cuerpo, porque cuando la motilidad se altera, todo el organismo lo siente.


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