Pocos personajes de la vida pública española pueden presumir de haber transitado con tanta intensidad por los mundos de la política, la empresa y los medios de comunicación como Julio Ariza Irigoyen (Carcastillo, Navarra, 1957).
Desde sus orígenes como diputado del PP en el Parlament de Catalunya hasta convertirse en uno de los primeros apoyos mediáticos de Vox, Ariza ha demostrado una resiliencia inusual en un país que rara vez concede segundas oportunidades. Él ha tenido, al menos, siete vidas.
1. Diputado del PP en Cataluña
Julio Ariza inició su trayectoria política en las filas del Partido Popular de Cataluña, bajo el ala de Alejo Vidal-Quadras, en un contexto marcado por la tensión identitaria y el debate sobre el bilingüismo. Fue un firme defensor de la presencia del castellano en las instituciones catalanas y protagonizó algunos momentos tensos en el Parlament.
Uno de ellos, en 1997, cuando presentó una moción en contra del aborto, criticando la laxitud con la que se aplicaba la ley de 1985 en Cataluña. La propuesta no prosperó, y ni siquiera concitó el apoyo unánime de su grupo. Desencantado con el pacto entre Aznar y Pujol que permitió al PP acceder al Gobierno central en 1996, Ariza abandonó la política activa.
2. Empresario de medios: el nacimiento de un imperio
Tras su salida de la política institucional, ya que la política nunca la ha abandonado, Ariza se trasladó a Madrid, donde en 1997 compró Radio Intereconomía, que emitía información bursátil y música clásica. Aquello fue el germen de un ambicioso grupo de comunicación que, con los años, se convertiría en uno de los bastiones mediáticos de la derecha española. A la radio le siguieron la revista Época, el semanario Alba, la televisión Intereconomía TV, y finalmente el diario La Gaceta, relanzado en 2009 con el lema «Orgullosos de ser de derechas».
Pese a no tener un músculo económico comparable al de otros grupos mediáticos, Ariza supo capitalizar un nicho desatendido: el de un público conservador que se sentía huérfano en el panorama mediático. ‘El Gato al Agua’, su programa estrella, llegó a ser una referencia nocturna para miles de espectadores afines a la derecha más combativa.
3. Conservadurismo sin complejos
Julio Ariza nunca escondió sus convicciones. En los años en que la mayoría de medios apostaban por un perfil más centrista o laico, Intereconomía emitía misas desde el Valle de los Caídos, organizaba jornadas de oración o defendía sin tapujos las tesis más tradicionales de la Iglesia. En 2010, el grupo lanzó una lamentable campaña durante el Día del Orgullo LGTBI, en la que se afirmaba que hay 364 días al año para sentirse orgulloso de ser una persona normal.
Este tipo de posicionamientos le granjeó un rechazo frontal por parte de amplios sectores de la sociedad. Ariza, sin embargo, nunca pidió disculpas.
4. Las grietas del imperio
El crecimiento vertiginoso del Grupo Intereconomía no estuvo exento de riesgos. La expansión rápida y la diversificación excesiva llevaron a que varias de sus sociedades acumularan importantes deudas con Hacienda, superando los 20 millones de euros. En 2015, el grupo entró en quiebra, y en 2023, un juzgado mercantil condenó a Ariza por concurso de acreedores culpable, inhabilitándole durante dos años para administrar bienes ajenos.

El auto judicial lo responsabilizaba de la agravación de la situación de insolvencia, con un pasivo de más de 48 millones de euros al cierre de 2014. El castillo mediático, que parecía inexpugnable, se tambaleaba para enfado de muchos trabajadores que sufrieron los célebres impagos de Intereconomía.
5. Rajoy le da la espalda
Con los gobiernos madrileños de Esperanza Aguirre, Ariza encontró un cierto respaldo institucional y empresarial. Sin embargo, con la llegada de Mariano Rajoy al poder a nivel estatal, el vínculo con el PP se enfrió notablemente. La razón, según fuentes del entorno popular, fue el apoyo de Intereconomía a proyectos alternativos al PP, como la aventura gallega de Mario Conde, lo que generó un recelo creciente en Génova.
Rajoy optó por no auxiliar económicamente al grupo cuando comenzaron sus dificultades financieras. El silencio del PP ante la caída de Intereconomía fue tan elocuente como revelador.
6. Vox y la reacción contra el ‘procés’
En este contexto de desgaste, Ariza apostó por un nuevo caballo: Vox. Cuando aún era un partido marginal, con escasa presencia mediática, Intereconomía les abrió sus micrófonos. En las elecciones generales de 2019, Ariza figuró simbólicamente en el último puesto de la lista de Vox por Barcelona.
El auge del partido liderado por Santiago Abascal, impulsado en buena parte por la reacción al procés catalán y consolidado por la alergia al colectivo migrante, está suponiendo una segunda juventud para el entorno mediático de Ariza.
Aunque para entonces Intereconomía ya no tenía la influencia de antaño, fue uno de los primeros grupos en identificar el potencial político de la formación ultra y en brindarles una plataforma nacional.
7. Una figura controvertida, pero tenaz
Julio Ariza ha sido muchas cosas: político, empresario, agitador mediático, católico militante, defensor del pensamiento conservador y polemista. También ha cometido errores estratégicos y empresariales que le han costado muy caros, tanto a él como a sus trabajadores.
Pero si algo no se le puede negar es su capacidad para reinventarse e intuir las corrientes de fondo del votante conservador español. Es por ello que, ahora que se le intuye como uno de los principales estrategas de Vox, su figura se advierte como clave en la derecha española de las dos últimas décadas.