domingo, 12 octubre 2025

El secreto oculto de la longevidad: cómo la glicina y la metionina, aminoácidos, mejoran tu corazón y sistema inmunológico

- Recuperar el equilibrio entre la glicina y la metionina podría ser la clave para una vida más larga, sana y con menos inflamación.

Hay cosas que damos por sentadas hasta que alguien nos dice: “Oye, ¿te has parado a pensar en esto?”
Eso me pasó la primera vez que escuché hablar del equilibrio entre la glicina y la metionina. Dos aminoácidos. Dos nombres difíciles. Pero detrás de ellos, una historia sencilla: comemos desequilibrado.

Durante generaciones, nuestros abuelos cocinaban al animal entero. Del morro a la cola.
Hacían caldos espesos, guisos con huesos, callos, oreja, rabo… no tiraban nada. Sabían —aunque no lo dijeran en términos científicos— que cada parte tenía su función. Hoy, en cambio, hemos reducido la comida a músculo, a pechuga, a filete. Y con eso, sin querer, hemos roto una armonía ancestral.

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Ese desequilibrio no se nota en un día. Pero poco a poco puede traducirse en inflamación, cansancio, envejecimiento prematuro… el cuerpo, simplemente, deja de funcionar tan bien como podría.

El colágeno: el gran olvidado del plato

El poder del colageno Merca2.es
El colágeno natural aporta equilibrio y firmeza al cuerpo desde dentro. Fuente: Canva.

Si hay una palabra que necesitamos rescatar, es colágeno.
No, no el de las cremas. El de verdad. El que está en los huesos, en la piel, en los tendones. Ese que formaba parte de nuestra dieta y que desapareció sin que nos diéramos cuenta.

El colágeno es como una red invisible que sostiene el cuerpo. Está hecho, sobre todo, de glicina, prolina y glutamina. Pero aquí viene la parte interesante: el cuerpo apenas puede producir la cantidad que necesita.
Una persona de 70 kilos requiere unos 10 gramos de glicina al día, pero solo fabrica entre 1,5 y 3. El resto debe venir de lo que comemos. Y claro, si ya no comemos callos, ni caldos de hueso, ni piel, ¿de dónde la sacamos?

Por eso la glicina ha pasado de ser un aminoácido “no esencial” a uno semi-esencial. No te mata no tenerla… pero vivir sin ella es vivir a medio gas.

Demasiada metionina, muy poca glicina

Comer del morro a la cola Merca2.es
Recuperar las recetas tradicionales ayuda a mantener un metabolismo saludable. Fuente: Canva.

La carne que más comemos está llena de metionina, y eso no es malo… si se equilibra.
El problema aparece cuando solo comemos músculo y dejamos fuera el resto.

El problema no está en la carne, sino en la parte del animal que elegimos comer.
No es la proteína lo que nos enferma, sino el olvido de lo que antes completaba el plato.

La glicina: el aminoácido que calma al cuerpo

Cuando la glicina vuelve a nuestra vida, el cuerpo lo nota. Es como si por fin alguien apagara un ruido de fondo.
Equilibrar glicina y metionina mejora la salud cardiovascular, refuerza la piel y las articulaciones, regula el azúcar, calma la inflamación y hasta mejora el sueño.

Y hay algo más fascinante: algunos estudios muestran que el colágeno tipo 3 puede mantener dormidas las células cancerosas. Cuando ese tejido se debilita, las células se reactivan. Es como si el cuerpo tuviera su propio guardián silencioso, y ese guardián fuera el colágeno.

El caldo de hueso: un oro líquido que huele a hogar

Glicina para la vida Merca2.es
La glicina actúa como un calmante interno que mejora energía y bienestar. Fuente: Canva.

Si tuviera que elegir un alimento que resume todo esto, diría sin dudar: el caldo de hueso.
No hay superalimento que lo iguale. Es cálido, reparador y tiene algo que reconecta con lo humano.
Contiene unos 4 gramos de glicina por cada 100 gramos y su colágeno es altamente absorbible gracias a la cocción lenta.

Un buen caldo se queda duro en la nevera”, dicen los que saben. Ese gel transparente es oro puro para el cuerpo.
Solo 150 o 200 ml al día son suficientes para cubrir las necesidades de glicina.

Y si no hay tiempo, los péptidos de colágeno pueden ser una alternativa práctica. Lo importante no es la forma, sino el gesto de volver al equilibrio.

Cuidado con lo que no se ve: los tóxicos y la vitamina C

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Hay un detalle que muchos pasan por alto: los tóxicos modernos se acumulan en la grasa y los huesos.
Por eso, si vas a preparar caldo o comprar colágeno, procura que sea de animales de pasto o ecológicos. La calidad importa, y mucho.

Y otro secreto: sin vitamina C no hay colágeno.
Tomar el caldo junto con alimentos ricos en esta vitamina —naranja, kiwi, limón o incluso un suplemento natural— ayuda al cuerpo a sintetizarlo mejor.

Cómo volver al equilibrio

  1. No abuses del músculo: no todo tiene que ser pechuga o filete.
  2. Recupera platos tradicionales: oreja, morro, rabo de toro, callos… tres o cuatro veces por semana bastan.
  3. Los días que no, un vaso de caldo concentrado.
  4. Y siempre, vitamina C a mano.

La clave no está en comer menos carne, sino en comerla con inteligencia.
Quizá la verdadera receta de la longevidad no esté en un laboratorio ni en un suplemento de moda, sino en ese caldo espeso que se enfría en la nevera y que huele, curiosamente, a hogar.


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