sábado, 11 octubre 2025

La 1 se dispara tras coger el testigo de Fox News, Intereconomía TV y La Sexta

La 1 de Televisión Española ha experimentado una transformación radical en el último año. Si en septiembre de 2024 marcaba un 9,7% de share con tres horas diarias de contenido político, un año después, en septiembre de 2025, esa cifra se ha elevado hasta un 11,6% tras ampliar su apuesta informativa a más de ocho horas al día.

Este crecimiento en audiencias, sin embargo, no justifica por sí solo un cambio tan brusco de rumbo: detrás de esta decisión también hay una calculada estrategia política. Paradójicamente, ha sido el sórdido caso Koldo —que ha destrozado la imagen del Gobierno— el que ha revitalizado el interés por la política en televisión.

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Y en ese nuevo clima de fiebre informativa, La 1 ha encontrado su momento. Desde el mes de abril, la cadena pública ha triplicado sus contenidos políticos, configurando una programación que ya no se limita al tradicional espacio matinal y los dos bloques de noticias, sino que extiende su cobertura desde las 8 de la mañana hasta pasadas las 9 y media de la noche.

EL GOBIERNO Y LA RUIDOSA DERECHA MEDIÁTICA

La derechización del ecosistema mediático español en los últimos años empujó al Gobierno a explorar la posibilidad de lanzar un canal afín con el grupo Prisa. Sin embargo, la negativa del presidente del multimedia Joseph Oughourlian abortó el proyecto, empujando al Ejecutivo a buscar otra vía: transformar La 1 en un espacio de referencia para construir un relato favorable.

El cambio de estrategia ha sido tan abrupto como evidente: donde antes había cierta mesura, ahora predomina un enfoque abiertamente progubernamental. Y aunque haya presencia de tertulianos conservadores, el sesgo dominante no deja lugar a dudas.

El Partido Popular, por su parte, tiene poco margen para la crítica, dado su historial de manipulación en RTVE y su escandalosa gestión de televisiones autonómicas como Telemadrid.

Malas Merca2.es
‘Malas lenguas’. Foto: RTVE.

Es cierto que durante este tiempo, La 1 ha logrado algo impensable hasta hace poco: recuperar el liderazgo matinal después de dos décadas. Lo ha hecho de la mano de ‘Mañaneros 360’, conducido por Javier Ruiz y producido por La Cometa TV —que es la misma productora detrás de ‘El análisis diario de la noche’, la tertulia favorita de Isabel Díaz Ayuso en Telemadrid, capitaneada por el periodista ayusista Antonio Naranjo—.

Por las tardes, la fórmula continúa: Marta Flich y Gonzalo Miró encabezan ‘Directo al grano’, que mezcla política y sucesos, logrando mantenerse competitivo en la siempre difícil franja de sobremesa.

Tras las telenovelas, Jesús Cintora toma el relevo con ‘Malas lenguas’, que es otro espacio de análisis político cargado de tono crítico hacia la oposición. Ambos programas están producidos por Mediapro —empresa claramente favorecida en la actualidad por RTVE— y La Osa Producciones, propiedad de Óscar Cornejo y Adrián Madrid, creadores de ‘Sálvame.

El nuevo curso televisivo también ha traído consigo un viraje editorial en los ‘Telediarios’, que en los últimos años se habían distanciado del de algunas televisiones privadas por su tono institucional y plural. Con Pepa Bueno al frente del informativo en prime time —tras su paso por El País, donde mantuvo una línea editorial en sintonía con La Moncloa—, el giro en favor del Ejecutivo es palpable.

MODELOS

El modelo de La 1 recuerda, cada vez más, al patrón que impuso Fox News en Estados Unidos. El canal de Rupert Murdoch fue el artífice del relato que impulsó a Donald Trump, cambiando el concepto de canal informativo al introducir una programación basada en opinión y confrontación ideológica continua.

En España, ese modelo fue importado por Intereconomía TV, con Julio Ariza como pionero de una fórmula derechista que entendía el valor de la política como espectáculo. Intereconomía fue, de hecho, el único canal que emitió en directo las concentraciones del 15M, lo cual evidencia la cronificada precariedad de la izquierda mediática.

Sin embargo, el descontrol en la gestión le remataron, especialmente después de la llegada al poder de Mariano Rajoy, sediento de venganza por algunas aventuras políticas apadrinadas por el canal del toro al margen del PP. El siguiente en adoptar esa fórmula fue Antonio García Ferreras, que convirtió a La Sexta en un canal político de referencia de óptica inicialmente progresista gracias a programas como ‘Al rojo vivo’, ‘Más vale tarde’, ‘El Intermedio’, ‘La Sexta Noticias’ o ‘Salvados’.

No obstante, en los últimos meses, ese modelo empieza a mostrar signos de agotamiento, y La 1 ha aprovechado el desgaste de su competencia para tomar el relevo sin encontrar apenas resistencia. Así, la cadena pública ha pasado de ser un actor secundario en el ecosistema informativo español a liderar la conversación política en la televisión generalista.

Su estrategia: rellenar la parrilla con contenidos de actualidad, al estilo de Fox News o La Sexta, pero desde una óptica en la que la línea editorial sigue los intereses del Gobierno de forma apenas disimulada. Lo que debería ser un servicio público de información imparcial se está convirtiendo, una vez más, en un instrumento de poder.

Porque, aunque las audiencias sonrían, nada justifica el uso partidista de un medio financiado por todos los ciudadanos, por muy dignas que sean muchas de las políticas sociales del Ejecutivo y muy poco presentables sean las posturas antisociales de buena parte de la oposición.


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