La codorniz tiene algo que enamora desde el primer bocado. Quizá sea su carne tierna y jugosa, o ese punto salvaje que recuerda a la caza menor, pero lo cierto es que, cuando se cocina bien, es capaz de eclipsar a cualquier ave de corral. Pocos saben que esta pequeña joya gastronómica fue un manjar reservado a reyes y nobles durante siglos. Hoy, por suerte, cualquiera puede llevarla a su mesa sin dejarse el sueldo en el intento.
Y no, no estamos hablando de platos sofisticados imposibles de reproducir en casa. La receta de codornices asadas o fritas es tan sencilla como deliciosa, y no exige más que unos pocos ingredientes de calidad y ganas de disfrutar. Es un plato que invita a comer con las manos, a mojar pan sin remordimientos y a saborear cada minuto de la experiencia. Si ya te está entrando hambre, espera a descubrir todo lo que hay detrás de este clásico que nunca pasa de moda.
6UN PLATO PARA DISFRUTAR SIN PRISAS

La codorniz, ya sea asada o frita, no se come con reloj en mano. Es de esos platos que invitan a sentarse, charlar y dejar que la conversación fluya entre bocado y bocado. La experiencia mejora si se comparte, quizá porque estas aves se sirven enteras y se disfrutan mejor en compañía.
En un mundo en el que todo parece acelerado, detenerse a preparar y comer una receta así es casi un acto de resistencia. Ese momento en que el aroma de las codornices recién hechas llena la casa y todo lo demás deja de importar. Y ahí, justo ahí, es donde este pequeño manjar demuestra que no hace falta complicarse para tocar el cielo gastronómico.