La codorniz tiene algo que enamora desde el primer bocado. Quizá sea su carne tierna y jugosa, o ese punto salvaje que recuerda a la caza menor, pero lo cierto es que, cuando se cocina bien, es capaz de eclipsar a cualquier ave de corral. Pocos saben que esta pequeña joya gastronómica fue un manjar reservado a reyes y nobles durante siglos. Hoy, por suerte, cualquiera puede llevarla a su mesa sin dejarse el sueldo en el intento.
Y no, no estamos hablando de platos sofisticados imposibles de reproducir en casa. La receta de codornices asadas o fritas es tan sencilla como deliciosa, y no exige más que unos pocos ingredientes de calidad y ganas de disfrutar. Es un plato que invita a comer con las manos, a mojar pan sin remordimientos y a saborear cada minuto de la experiencia. Si ya te está entrando hambre, espera a descubrir todo lo que hay detrás de este clásico que nunca pasa de moda.
5GUARNICIONES Y ACOMPAÑAMIENTOS QUE NO FALLAN

Las patatas fritas caseras son la pareja de baile habitual de la codorniz, pero hay más opciones para quien quiera variar. Pimientos asados, ensaladas frescas o incluso arroz blanco funcionan de maravilla. La clave está en que el acompañamiento no robe protagonismo a la carne.
En otoño e invierno, triunfa servirlas con setas salteadas, que aportan un toque terroso muy agradable. Esta combinación convierte un plato sencillo en una experiencia gastronómica redonda sin complicarse la vida. Y si se busca un toque más sofisticado, un puré de castañas o de boniato puede sorprender a cualquier invitado.