La codorniz tiene algo que enamora desde el primer bocado. Quizá sea su carne tierna y jugosa, o ese punto salvaje que recuerda a la caza menor, pero lo cierto es que, cuando se cocina bien, es capaz de eclipsar a cualquier ave de corral. Pocos saben que esta pequeña joya gastronómica fue un manjar reservado a reyes y nobles durante siglos. Hoy, por suerte, cualquiera puede llevarla a su mesa sin dejarse el sueldo en el intento.
Y no, no estamos hablando de platos sofisticados imposibles de reproducir en casa. La receta de codornices asadas o fritas es tan sencilla como deliciosa, y no exige más que unos pocos ingredientes de calidad y ganas de disfrutar. Es un plato que invita a comer con las manos, a mojar pan sin remordimientos y a saborear cada minuto de la experiencia. Si ya te está entrando hambre, espera a descubrir todo lo que hay detrás de este clásico que nunca pasa de moda.
4FRITAS: RAPIDEZ Y SABOR INTENSO

La codorniz frita es la versión más inmediata, perfecta para improvisar una comida especial sin pasar horas en la cocina. Se limpian bien, se salpimientan y se fríen en abundante aceite de oliva caliente, volteándolas para que se doren por igual. En menos de diez minutos tendrás un plato digno de cualquier tasca de confianza.
Algunos añaden dientes de ajo enteros al aceite para aromatizarlo, otros optan por un chorro final de vinagre que realza el sabor. Esta técnica, muy popular en zonas rurales, consigue que cada bocado sea un estallido de sabor que pide un buen vaso de vino tinto.