Las sentadillas son un pilar fundamental en cualquier rutina de entrenamiento que se precie, un ejercicio rey para fortalecer el tren inferior y mejorar la condición física general. Millones de personas en todo el mundo las incorporan en sus sesiones de gimnasio o en sus casas, convencidas de sus innumerables beneficios. Sin embargo, la popularidad de este movimiento es directamente proporcional a la frecuencia con la que se ejecuta de manera incorrecta. A menudo, la técnica correcta es a menudo pasada por alto, convirtiendo un ejercicio beneficioso en una potencial fuente de lesiones, especialmente para las articulaciones de la rodilla. Este fallo, tan extendido como perjudicial, puede estar boicoteando tus progresos y, lo que es peor, poniendo en riesgo tu salud articular a largo plazo.
El problema reside en un detalle que muchos ignoran o realizan de forma automática sin ser conscientes del daño que se están autoinfligiendo. Se trata de un gesto aparentemente inofensivo que, según los especialistas en biomecánica del deporte, compromete la estabilidad y la salud de la espalda baja y las rodillas. Un reconocido entrenador personal ha puesto el foco sobre esta incorrecta ejecución, advirtiendo de sus consecuencias con una frase tan contundente como reveladora. Comprender cuál es este error y, sobre todo, cómo subsanarlo, marca la diferencia entre un entrenamiento productivo y seguro y un camino directo hacia el dolor crónico y las lesiones que podrían apartarte de la actividad física.
5MÁS ALLÁ DE EVITAR EL DOLOR: LOS BENEFICIOS DE UNA TÉCNICA IMPECABLE

Corregir la ejecución de las sentadillas va mucho más allá de la simple prevención de lesiones; es la puerta de entrada a los verdaderos beneficios del ejercicio. Un movimiento bien hecho asegura que la tensión se dirija exactamente a donde debe: a los músculos del tren inferior. Cuando la técnica es la adecuada, las sentadillas se convierten en una herramienta potentísima para desarrollar la fuerza del tren inferior, esculpiendo los glúteos y cuádriceps de una forma que pocos ejercicios pueden igualar. Los resultados no solo son estéticos, sino también funcionales.
Una técnica impecable transforma un ejercicio potencialmente lesivo en uno de los movimientos más completos y beneficiosos para todo el cuerpo. Al ejecutar las sentadillas correctamente, este movimiento compuesto activa el core para estabilizar el tronco, lo que se traduce en una mejora del equilibrio y una postura más saludable en el día a día, y al involucrar grandes grupos musculares, eleva el gasto calórico de forma significativa. Dominar la sentadilla es, en definitiva, invertir en un cuerpo más fuerte, más funcional y, sobre todo, más sano a largo plazo.