Cuando uno piensa en lasaña, la mente se va directa a una escena de película italiana: una mesa repleta de platos humeantes, el olor a tomate, queso fundido y albahaca flotando por el aire, y alguien gritando desde la cocina: “¡La lasagna está pronta!”. La lasaña, ese maravilloso pastel de pasta horneada en capas, es uno de esos platos que traspasan fronteras, idiomas y preferencias alimenticias. Pero ¿qué pasa cuando sustituimos la carne por un desfile colorido de verduras? Entonces nace una estrella: la lasaña de verduras.
Tan reconfortante como la receta clásica, pero más ligera y llena de matices. Hoy te contaré su historia, te enseñaré cómo prepararla paso a paso, te daré ideas para personalizarla y te sugeriré con qué acompañarla para que tu experiencia sea completa. ¿Te animas?
5🧑🌾 Variaciones para todos los gustos

Una lasaña de verduras se presta a infinitas versiones. Algunas ideas para experimentar:
Vegana
Sustituye la bechamel por una versión vegetal (con leche de avena o soja y aceite de oliva) y el queso por levadura nutricional o un queso vegano rallado.
Con tofu o tempeh
Agrega cubitos de tofu salteados o tempeh para dar una textura más proteica y saciante.
Con champiñones y puerro
Una variante más otoñal y delicada: sustituye las espinacas por champiñones laminados y puerro salteado.
De calabaza o boniato
Corta en láminas finas y ásalas previamente. Añaden dulzor y una textura interesante.
Lasaña sin pasta
Sustituye las láminas de lasaña por rodajas finas de calabacín o berenjena a la plancha. Más ligera, sin gluten y muy original.