Hay platos que no necesitan presentación. La crema de calabaza es uno de ellos. Su color vibrante, su textura sedosa y ese sabor dulzón tan característico hacen de esta receta una de las grandes reinas de las sopas y cremas en todo el mundo. Ligera pero reconfortante, saludable pero sabrosa, la crema de calabaza tiene el curioso don de gustar tanto a los fanáticos del “comer limpio” como a los más exigentes gourmets.
¿Pero cómo llegó este humilde plato a nuestras mesas? ¿Y cómo podemos prepararlo en casa con un resultado de restaurante y el aroma de cocina de abuela? Sigue leyendo, porque vamos a desgranar todo lo que hace de esta receta un básico imprescindible para cualquier estación, aunque brille especialmente en otoño.
5🌈 Variaciones que alegran el paladar

Lo mejor de la crema de calabaza es que acepta todo tipo de giros, ingredientes y estados de ánimo. Aquí van algunas versiones para salir de la rutina:
🧅 Crema de calabaza asada
En lugar de cocer las verduras, ásalas en el horno con aceite, ajo y romero durante 40 minutos. Luego tritúralas con caldo. El sabor ahumado es un espectáculo.
🥥 Versión thai
Añade leche de coco, curry rojo, un poco de jengibre fresco y unas hojas de cilantro. Servida con un chorrito de lima es pura explosión exótica.
🧀 Con queso azul o parmesano
Unos dados de queso azul fundidos encima o un puñado de parmesano rallado al final elevan la receta al nivel gourmet.
🌰 Con frutos secos
Un topping de pipas de calabaza tostadas, almendras laminadas o nueces caramelizadas aporta un crujido maravilloso.
🥓 Toque carnívoro
Si no quieres renunciar a un extra de proteína o sabor umami, añade trocitos de bacon crujiente, jamón serrano o incluso chorizo salteado.