Hay platos que no necesitan presentación. La crema de calabaza es uno de ellos. Su color vibrante, su textura sedosa y ese sabor dulzón tan característico hacen de esta receta una de las grandes reinas de las sopas y cremas en todo el mundo. Ligera pero reconfortante, saludable pero sabrosa, la crema de calabaza tiene el curioso don de gustar tanto a los fanáticos del “comer limpio” como a los más exigentes gourmets.
¿Pero cómo llegó este humilde plato a nuestras mesas? ¿Y cómo podemos prepararlo en casa con un resultado de restaurante y el aroma de cocina de abuela? Sigue leyendo, porque vamos a desgranar todo lo que hace de esta receta un básico imprescindible para cualquier estación, aunque brille especialmente en otoño.