viernes, 1 agosto 2025

Crema de calabaza: un plato de cuchara con alma del nuevo mundo

Hay platos que no necesitan presentación. La crema de calabaza es uno de ellos. Su color vibrante, su textura sedosa y ese sabor dulzón tan característico hacen de esta receta una de las grandes reinas de las sopas y cremas en todo el mundo. Ligera pero reconfortante, saludable pero sabrosa, la crema de calabaza tiene el curioso don de gustar tanto a los fanáticos del “comer limpio” como a los más exigentes gourmets.

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¿Pero cómo llegó este humilde plato a nuestras mesas? ¿Y cómo podemos prepararlo en casa con un resultado de restaurante y el aroma de cocina de abuela? Sigue leyendo, porque vamos a desgranar todo lo que hace de esta receta un básico imprescindible para cualquier estación, aunque brille especialmente en otoño.

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Paso a paso: crema de calabaza perfecta

Fuente: Freepik.es

🥄 1. Pelar, trocear, respirar

Primero, quita la piel de la calabaza. Si estás usando una de esas variedades duras, puedes meterla un par de minutos al microondas para ablandarla y pelarla más fácilmente. Corta en cubos medianos.

Pela y corta el puerro, la zanahoria y la patata. No hace falta precisión quirúrgica: todo va a acabar en la batidora.

🧄 2. Sofrito con cariño

En una olla grande, pon el aceite de oliva a fuego medio. Añade el puerro o cebolla, y sofríe lentamente durante 5 minutos hasta que esté translúcido y empiece a caramelizarse. Aquí empieza la magia del sabor.

🥕 3. Incorporar las verduras

Agrega la calabaza, la zanahoria y la patata troceadas. Remueve durante 2 o 3 minutos para que se mezclen con el aceite y el sabor del puerro.

💧 4. Caldo que envuelve

Cubre con el caldo de verduras o agua. No hace falta inundarlo todo, solo que las verduras queden cubiertas. Lleva a ebullición y luego baja el fuego. Cocina tapado a fuego medio-bajo durante 20-25 minutos, o hasta que todo esté muy tierno.

🔄 5. Batir con amor

Retira del fuego, deja enfriar un poco y tritura con batidora de mano o vaso americano hasta obtener una textura lisa y aterciopelada. Aquí puedes ajustar la densidad añadiendo un poco más de caldo o agua si está demasiado espesa.

6. Sazonar al gusto

Sal, pimienta, un toque de nuez moscada, una pizca de jengibre… Lo que tu alma te pida. Al final, puedes añadir un chorrito de nata líquida o leche de coco para darle un acabado aún más sedoso.


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