El pescado a la sal es una de esas recetas que, a pesar de su sencillez y pocos ingredientes, ofrece un resultado espectacular tanto en sabor como en presentación. Esta técnica ancestral de cocción no solo es sorprendentemente fácil de dominar, sino que también garantiza un pescado increíblemente jugoso y lleno de su sabor natural.
La técnica de cocinar alimentos envueltos en sal es antiquísima, remontándose posiblemente a civilizaciones como los fenicios o los romanos, quienes ya utilizaban la sal no solo como conservante sino también en sus cocinas. En las regiones mediterráneas, donde la sal y el pescado fresco siempre han sido abundantes, esta forma de preparación se consolidó. Originalmente, más que una técnica culinaria refinada, era un método práctico para cocinar el pescado de manera uniforme, aprovechando la capacidad de la sal para crear una costra que sellaba los jugos y aromas. Con el tiempo, esta humilde preparación se ganó un puesto de honor en la gastronomía, valorada por su capacidad de resaltar la pureza del producto.
1¿Por qué cocinar a la sal? Beneficios inigualables

Cocinar pescado a la sal ofrece múltiples ventajas:
- Jugosidad extrema: La costra de sal actúa como un horno en miniatura, cociendo el pescado en sus propios vapores y jugos, lo que resulta en una carne excepcionalmente tierna y húmeda.
- Sabor puro e intacto: A diferencia de otras técnicas, la sal no penetra excesivamente en el pescado (especialmente si se usa correctamente con pescados con escamas). En lugar de salarlo, realza su sabor inherente.
- Cocción uniforme: La sal distribuye el calor de manera homogénea alrededor del pescado, asegurando una cocción perfecta de la cabeza a la cola.
- Bajo en grasa: No se necesita añadir aceites ni grasas para la cocción, lo que lo convierte en un plato muy saludable.
- Presentación espectacular: Romper la costra de sal en la mesa es un pequeño espectáculo que siempre impresiona a los comensales.