El flamenquín cordobés es una delicia culinaria que encarna la rica tradición gastronómica de Andalucía. Este plato, sencillo en apariencia pero complejo en sabor y textura, es un verdadero icono de la cocina de Córdoba. En esta receta, exploraremos a fondo cada aspecto de su preparación, desde sus orígenes hasta las variantes modernas y los acompañamientos perfectos.
Aunque el flamenquín es hoy un plato emblemático de Córdoba, sus orígenes exactos son objeto de debate y leyendas. La teoría más aceptada sitúa su nacimiento en la provincia de Córdoba, probablemente en la zona de Bujalance o Andújar, aunque la capital ha adoptado y popularizado el plato hasta convertirlo en un símbolo.
El nombre «flamenquín» es curioso y también da pie a varias interpretaciones. Algunos sugieren que se debe a la forma alargada y dorada que adquiere al freírse, recordando a las patas estilizadas de un flamenco. Otros, más románticos, asocian el nombre a la influencia de los «bailaores» flamencos, que podrían haber popularizado este bocado energético en sus giras. Lo cierto es que la combinación de jamón serrano y lomo de cerdo, ingredientes comunes en la dieta andaluza, lo convierte en un plato de arraigo popular.
Inicialmente, el flamenquín era un plato más humilde, elaborado con los ingredientes disponibles en la casa. Con el tiempo, y a medida que la gastronomía cordobesa evolucionaba, el flamenquín fue perfeccionándose, añadiendo el toque crujiente del rebozado y la jugosidad de la carne y el jamón. Hoy en día, es un plato imprescindible en cualquier taberna o restaurante cordobés, servido como tapa, ración o plato principal.
5Consejos para lograr un flamenquín perfecto

- Calidad de los ingredientes: Utiliza siempre jamón serrano de buena calidad y lomo de cerdo fresco. La diferencia en el sabor es notable.
- Grosor del filete: Asegúrate de que los filetes de lomo estén muy finos. Esto es clave para que el flamenquín se cocine bien por dentro y quede tierno.
- Rebozado doble: Si te gusta un rebozado muy crujiente y grueso, puedes pasar los flamenquines por huevo y pan rallado dos veces.
- Temperatura del aceite: Mantén la temperatura del aceite constante. Si el aceite está muy frío, el flamenquín absorberá demasiado aceite y quedará aceitoso. Si está muy caliente, se dorará por fuera demasiado rápido y quedará crudo por dentro.
- Escurrido: Es fundamental escurrir bien los flamenquines sobre papel absorbente para eliminar el exceso de grasa y que queden crujientes.
- Servir inmediatamente: El flamenquín es un plato que se disfruta mejor recién hecho, cuando el rebozado está crujiente y la carne jugosa.
El flamenquín cordobés es más que un simple plato; es una experiencia culinaria que te transporta a la esencia de la gastronomía andaluza. Con esta receta detallada, podrás disfrutar de este manjar en tu propia casa y deleitar a tus comensales con un auténtico sabor a Córdoba. ¡Que lo disfrutes!