Úrsula no actúa de forma impulsiva en Valle Salvaje; todo movimiento de ella es una estrategia. El objetivo ya lo ha logrado —hacer que Adriana se aleje de Rafael— y es ahora cuando ya no tiene límites; ya no se conforma con eso, sino que ahora centra sus esfuerzos en debilitar a su contrincante por todos los flancos posibles, aprovechando su debilidad para desestabilizar su red de personas.
Pero Rafael no es la única preocupación de Úrsula, ella es consciente de que el verdadero poder radica en influir en las personas que rodean a sus enemigos, si consigue aglutinar a Adriana en su soledad, será la vencedora. Mientras tanto, Julio se agarra a un triunfo inesperado: Adriana, herida por el rechazo de Rafael, ha decidido entregarse a su matrimonio.
3AMOR, TRAICIÓN Y CONSECUENCIAS

El corazón nunca se deja llevar por las tácticas, pero en ocasiones se convierte en la pieza más valiosa. Rafael, cumpliendo lo prometido a Julio, se enfrenta con Adriana en un ataque destructivo en Valle Salvaje: ya no tiene en ella al ser honesto, la mujer que supo enamorarle. La ruptura parece definitiva, pero Valle Salvaje es un sitio donde las rupturas no determinan, los finales no son nunca lo que parecen.
Entonces, la mujer aprieta los puños mientras escucha las palabras de Rafael, pero no llora. Hay algo peor que el dolor: la amargura de saber que, al final, todo fue en vano. Ella luchó por su amor, es cierto, pero también, ahora lo sabe, Rafael nunca creyó en ella como ella había creído en él. Cuando se vuelve, su rostro es la máscara de la serenidad, pero sus pasos retumban como golpes en el suelo.
Úrsula, en la distancia, contempla la escena con el gusto perverso que sabe sólo tienen los felinos, lo que debería preocuparle: una mujer herida es impredecible. En otro lugar, Pedrito irrumpe en el momento entre Alejo y Luisa y su reacción desconcierta a todos: ¿será el niño el que inicie un nuevo conflicto con su inocente indiscreción? En este valle todo puede traer consigo consecuencias impredecibles.
Pedrito no sabe cómo Alejo y Luisa se separan de él tan rápido. Para él, solo quería mostrarles un pájaro herido que había encontrado, pero algo que es feo en sus caras lo asusta. Esa noche, acurrucado en la cama, repite en voz muy baja lo que había visto, como si lo que dijera pudiera ayudarle a entender. Pero en Valle Salvaje, los niños pronto aprenden que, hay algunas cosas que mejor se las queda uno para sí.
Y después está Victoria, que ha decidido vender la Casa Pequeña y trasladar a sus sobrinos —y a parte del servicio— a la Casa Grande. José Luis no dice nada, hasta que entra en juego Raimunda. ¿Por qué incluirla suscita tantas sospechas? Victoria habla de «unificar la familia» con dulzura, pero José Luis advierte cómo sus dedos se tensan al citar a Raimunda.