La inflación en Estados Unidos se ha desacelerado más de lo esperado en junio, según los últimos datos publicados por la Oficina de Estadísticas Laborales del Departamento de Trabajo. El índice de precios de consumo (IPC) se situó en el 3% interanual, lo que implica una disminución de tres décimas respecto al mes anterior.
Por su parte, el índice subyacente, que excluye los precios de los alimentos y la energía, cerró junio con un incremento del 3,3%, una décima menos que en mayo y su menor marca desde abril de 2021. Los alimentos se encarecieron un 2,2% interanual, mientras que la energía fue un 1% más cara que doce meses atrás.
Implicaciones para la Política Monetaria
Este dato de junio podría contribuir a la normalización de la política monetaria por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), ya que apunta a una contención de la inflación. Sin embargo, la variable preferida por la Fed para monitorizar el coste de la vida es el índice de precios de gasto de consumo personal (PCE).
En su última reunión, el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) de la Fed decidió mantener los tipos de interés en el rango objetivo de entre el 5,25% y el 5,5%, en máximos desde enero de 2001. No obstante, la entidad destacó que, si bien la inflación había disminuido en el último año, seguía siendo elevada, aunque señaló que, en los últimos meses, «había habido un modesto avance hacia el objetivo de inflación del 2%».
Perspectivas Futuras
Las previsiones macroeconómicas de la Fed mostraron que los miembros del instituto emisor se inclinaron en junio mayoritariamente por un menor número de bajadas de los tipos de interés que en marzo, cuando se proyectaban hasta tres recortes durante 2024. Ahora serían partidarios de una sola reducción en este ejercicio.
Este descenso de la inflación, aunque todavía por encima del objetivo del 2% fijado por la Fed, podría permitir a la entidad monetaria reducir el ritmo de subidas de tipos en un futuro próximo, siempre y cuando la tendencia a la baja se mantenga. Sin embargo, la Fed seguirá de cerca la evolución de los datos económicos para determinar sus próximas decisiones de política monetaria.
