- Comúnmente conocido como pecho hundido o en embudo, se caracteriza por una concavidad pronunciada del esternón y las costillas adyacentes.
El tórax excavado o pectus excavatum, por su nombre en latín, consiste en la deformidad de la pared torácica debido al crecimiento hacia dentro de las costillas y el esternón, lo que origina una excavación o hundimiento en el tórax, tal y como explica el doctor Régulo Ávila, jefe de la Unidad de Cirugía Torácica mínimamente invasiva del Hospital Ruber Internacional.
En España, esta patología presenta una incidencia general de entre 1 por cada 300-400 y 1 por cada 1.000 nacimientos vivos, y es tres veces más frecuente en los niños que en las niñas. Se trata, además, de la deformidad torácica más común que existe.
Conocido como pecho hundido o en embudo, tiende a agravarse durante los períodos de crecimiento rápido en la adolescencia. Aunque la causa exacta de esta deformidad es desconocida, se cree que está asociada con un crecimiento anormal del cartílago costal que conduce a una retracción del esternón y las costillas.
Según el Dr. Ávila, los síntomas del pectus excavatum dependen de la gravedad de la afectación. En ese sentido, los casos leves, afirma, «pueden ser asintomáticos o presentar síntomas leves, como dolor torácico, algo que ocurre en la mayoría de los casos». El problema más relevante surge desde el punto de vista estético, debido a la deformidad del tórax. «En los casos más severos, los pacientes pueden presentar dificultad para realizar ejercicio físico, dolor torácico o palpitaciones, entre otros», indica.
Las dos técnicas tradicionales más utilizadas para el tratamiento de esta patología son, por un lado, el procedimiento abierto o Ravitch modificado, que «consiste en realizar una resección de los cartílagos costales y una corrección del esternón», explica el especialista, y el procedimiento de Nuss, mediante el que «se coloca una barra retroesternal que modifica la arquitectura del tórax».
La cirugía que realiza el facultativo del Hospital Ruber Internacional y su equipo consiste en la colocación de una prótesis retropectoral: «Hacemos un TAC torácico al paciente, con el que se reconstruye el defecto del tórax, y diseñamos una prótesis en 3D a la medida de cada uno», por lo que es completamente personalizada. Cabe destacar que esta técnica «sólo está indicada en los pacientes que no tengan afectación funcional respiratoria», puntualiza el Dr. Régulo Ávila.
Respecto al postoperatorio, el paciente recibe el alta, con analgesia oral, pasadas 24 horas desde la intervención quirúrgica y debe llevar un vendaje en la zona durante dos semanas, aproximadamente. «Lo más interesante es desde el punto de vista analgésico, ya que, con un paracetamol o un ibuprofeno, es suficiente. En ese sentido, asegura que, «en comparación con otros procedimientos, esta técnica es bastante sencilla y resulta menos dolorosa».
El pectus excavatum es un problema con el que se nace y, en la adolescencia, a medida que el pectus empieza a crecer, se nota más. Por ello, la intervención se realiza en edad adulta, «que es cuando el esternón se ha desarrollado por completo», apunta el Dr. Régulo Ávila, quien añade que esta deformidad se opera «por una cuestión puramente estética, es decir, no tiene consecuencias a nivel de salud».