La España rural: los grandes olvidados que nos dan de comer cada día

La profesión de agricultor cada vez es una ocupación menos llamativa para las nuevas generaciones, que están optando por otras alternativas laborales más atractivas y con mejores condiciones. Sin embargo, esta situación comienza a ser un problema, ya que, cada vez, el relevo generacional en el campo español se está haciendo más complicado y las previsiones son menos alentadoras.

Cada día escuchamos en las noticias que la despoblación y el abandono de las zonas rurales es uno de los mayores retos que tiene nuestro país. Además, el problema forma parte del debate público desde hace una década, pero seguimos sin poner cara a las personas que viven y mantienen las explotaciones agrícolas, ganaderas o los establecimientos del sector servicios, como bares y restaurantes, que son uno de los pilares más importantes de la economía española.

En este contexto, los datos son los siguientes, el número de personas empadronadas en municipios rurales (menos de 30.000 habitantes) es de 7,5 millones de personas, según el último censo disponible de 2020; lo que supone casi el 16% de la población española y un 84% de la superficie de nuestro país. Un censo que no ha parado de bajar en los últimos 10 años (2011-2020), con un descenso de más del 7%.

Pascual apuesta por la hostelería.
Pascual apuesta por la hostelería.

Sin embargo, estos municipios albergan las principales explotaciones y fábricas que son el corazón de la industria agroalimentaria española. Un sector de la alimentación que ya supera los 126.354 millones de euros y el 2,5% del PIB, según el Instituto Nacional de Estadística. Es decir, España necesita potenciar sus zonas rurales para que la industria no deje de funcionar y que los pueblos sigan teniendo vida, con oportunidades y expectativas de crecimiento para las generaciones más jóvenes.

PASCUAL COMPROMETIDO CON LA ESPAÑA RURAL

En este sentido, el futuro del mundo rural está ligado a las empresas apegadas al terreno, como Pascual, que lleva demostrando desde 1969 su compromiso con la economía local y de proximidad a través de sus marcas. No obstante, a pesar de que cada año se reduce más y más el número de agricultores, el número de explotaciones agrícolas sigue creciendo, lo que está causando que una mayor parte de terreno de cultivo se concentre cada vez en menos propietarios.

La empresa arandina nunca se ha olvidado de poner cara a los que dan comer cada día a más de 47 millones de españoles. Es por eso, que Pascual ha apostado por bebidas vegetales, 100% cultivo local; leche que proviene de ganaderías españolas, sobre todo de municipios de menos de 30.000 habitantes. Tal y como explica el presidente de la compañía, Tomás Pascual, “la compra local, que está en el ADN de la empresa, contribuye a reducir el impacto de la agricultura en el medioambiente y afianza un modelo más sostenible que debe ser una de las piedras angulares de la sociedad de este siglo”.

La ganadería un punto fuerte de la compañía.
La ganadería, un punto fuerte de la compañía.

EL MUNDO RURAL, EN EL CORAZÓN DEL NEGOCIO

Por un lado, Pascual trabaja con 292 granjas, situadas en núcleos rurales, donde fijan población gracias a su colaboración estrecha con los ganaderos y sus familias, ya que el 85% lleva más de 15 años con la compañía; consiguiendo, además, que su granja sea sostenible y rentable con un programa pionero de eficiencia productiva.  Por el otro, todas las materias primas de sus bebidas vegetales, como la soja y la avena, son 100% cultivo local, certificado por AENOR, procedentes de campos repartidos por Extremadura, Castilla y León, Aragón, País Vasco, Navarra, Andalucía, Murcia, Comunidad Valenciana y Cataluña de la mano de 220 agricultores.

Además, las fábricas de Pascual se encuentran en municipios rurales, como los complejos industriales de Aranda de Duero y Gurb; las dos plantas embotelladoras de Bezoya, su marca de agua mineral natural, afincadas en los municipios segovianos de Ortigosa del Monte y Trescasas; y el tostadero de Mocay, en Navarra, situado en un municipio (Tajonar) de menos de 11.500 habitantes. Los epicentros de la actividad industrial de la compañía generan cerca de dos mil empleados directos y decenas de miles indirectos en la España rural.

La agricultura tiene que seguir creciendo y recibiendo apoyos.
La agricultura tiene que seguir creciendo y recibiendo apoyos.

Para seguir dando vida a todos los municipios rurales, es llegar hasta el último establecimiento de alimentación y hostelería del país. La gran capilaridad de Pascual, a través de su filial de distribución Qualianza y distribuidores exclusivos, les permite llegar a la hostelería y el pequeño comercio, que son quienes vertebran los territorios, impulsando el tejido económico, empresarial y social de los pueblos y, en definitiva, del país. Actualmente, Pascual tiene presencia en uno de cada tres negocios hosteleros españoles y se consolida como el proveedor del 30% de los locales de nuestro país.

En este sentido, el presidente de Pascual remarca que, “se crea también una cadena donde las empresas de los municipios rurales trabajan con productores y proveedores locales para obtener los mejores ingredientes y desarrollar todos sus productos. Esa cadena crea cientos de miles de empleos directos e indirectos que son fundamentales para el futuro de la España rural”.

COMPROMISO CON EL FUTURO

Para poder crear un horizonte de futuro en los municipios menos poblados del país, la industria alimentaria tiene el reto de revertir, junto a las instituciones públicas, el abandono de las explotaciones de agricultura y ganadería, es decir, el llamado relevo generacional. El trasvase constante de población entre el campo y la ciudad, en los últimos 50 años, también ha afectado a otros servicios en las localidades más pequeñas, como la falta de bares y restaurantes, comercios de alimentación o farmacias, entre otros.

En concreto, la organización agraria ha estimado que en solo cuatro años el número de jóvenes agricultores ha disminuido en 12.000 personas, mientras que en 2016 se contabilizaban 65.419 beneficiarios por debajo de los 40 años, en el informe de 2020 esta cifra apenas alcanza los 52.797.

Es una obviedad que los jóvenes son el futuro del medio rural, pero tienen que notar al apoyo público-privado para poder asentarse en los pueblos, crear riqueza y proyectos de vida a largo plazo. En este sentido, Pascual ha creado un programa ambicioso de becas para los hijos de los ganaderos, que proveen de leche a la compañía, y también para los hijos de los agricultores que cultivan las materias primas de las bebidas vegetales de Vivesoy.

En esta primera edición, la empresa ha concedido un total de 12 becas para alumnos de ganaderías situadas en las comunidades autónomas de Castilla y León, Galicia y Cantabria, tres regiones muy afectadas por la despoblación rural. Como explica Tomás Pascual, “han sido becados todos los hijos de nuestros ganaderos que actualmente están estudiando una carrera que les va a permitir seguir con el negocio familiar. Nuestra intención es dotar de continuidad y recorrido a este programa, de manera que se repita en cada curso académico, ampliándolo en próximas ediciones a jóvenes agricultores locales”.

Pero Pascual no solo ha confeccionado este programa de becas para hijos de agricultores y ganaderos, también lleva trabajando desde hace dos décadas en un programa pionero de eficiencia productiva en sus ganaderías que consigue que la tasa de abandono sea muy inferior a la media del país. Si en España, entre 2011 y 2020, fue del 6%, la de Pascual fue del 2,8%, lo que equivale a menos de la mitad de los abandonos.

En resumen, Pascual sigue impulsando el desarrollo de las economías locales para fortalecer la cadena de valor y mejorar la competitividad de las zonas rurales. Cada eslabón de su cadena de suministro se beneficia indirectamente de una economía local fuerte y fomenta, al mismo tiempo, la sostenibilidad ambiental y social de toda su actividad productiva. Todo un círculo virtuoso que prioriza, por encima de todo, el producto de cercanía y que intenta frenar, dentro de lo posible, la despoblación del medio rural.