El mercado español de las telecos está revuelto y quiere que la fusión entre Orange y MásMóvil se resuelva por parte de Europa lo antes posible para así crear una gran compañía que plante cara a STC, la compañía saudí que se ha hecho con un importante paquete de las acciones de Telefónica. Se trata de evitar la debilidad del sector frente al capital extranjero y propiciar mayores posibilidades de inversión en tecnologías imprescindibles, como la expansión del 5G, para que España no se quede atrás en el contexto de la cuarta revolución industrial.
La fusión, pendiente de autorizar por parte de la Comisión de la Competencia de la Unión Europea, quedó en standbye desde el pasado 28 de julio de 2023, cuando Bruselas detuvo el reloj «en su investigación en profundidad de la empresa en participación propuesta entre Orange y MasMovil, con efecto a partir de esa fecha», según confirman a Merca2 fuentes de la Comisión en Bruselas.
ORANGE Y MÁSMÓVIL, EN ESTUDIO
El proceso está en estudio y parece no haber prisa por acelerar la autorización. Según las mismas fuentes, «este procedimiento en las investigaciones sobre concentraciones se activa si las partes no facilitan a tiempo una información importante que la Comisión les ha solicitado», y añaden que para cumplir los plazos de fusión, «las partes deben facilitar a tiempo la información necesaria para la investigación». En caso contrario, la Comisión mantendrá el reloj detenido.
Una vez que las dos empresas facilitan la información que falta el tiempo vuelve a correr y, en consecuencia, el plazo para la decisión de la Comisión se ajusta de nuevo. Según explican, es perfectamente normal y esperado que un acuerdo de esta complejidad, como el proceso de fusión de ambas operadoras españolas, requiera del plazo y los análisis adicionales que se están produciendo. También indican que la Comisión requiere revisar una ingente cantidad de información y de una densa tipología, que abarca todo tipo de cuestiones que afecta a la operación.
«las partes deben facilitar a tiempo la información necesaria para la investigación». En caso contrario, la Comisión mantendrá el reloj detenido
Ya estaba previsto que se produjera la resolución sobre la autorización o no durante la segunda mitad de este año 2023, por lo que al plazo no le va a afectar en absoluto. Y eso a pesar del interés que pueda tener la UE en que la gran compañía resultante pueda servir para plantar cara a la fortaleza que del Fondo Soberano Saudí, detrás de la tecnológica STC, en Telefónica.
Este movimiento en el accionariado de la gran teleco española se ha producido cuando la comisaria de la Competencia, Margrethe Vestager, está en excedencia para dedicarse a la campaña de cara a la elección de la nueva presidencia del Banco Europeo de Inversiones (BEI). El mercado sabe que Vestager vigila con mirada pétrea que no se produzcan uniones empresariales que generen macroempresas, y anulen la posibilidad de que compañías más modestas puedan acceder a cualquier mercado y crecer en él. Es una apasionada de la hipercompetencia.
PÉRDIDA DE MÚSCULO E INGRESOS
Un sector de los economistas y analistas del mercado consultado por Merca2 entienden que está bien procurar que haya pan para todos, y que la libre competencia fomente un diverso y colorido tejido empresarial, donde los consumidores puedan elegir y obtener ventajas comerciales. Pero en el caso del mercado de la telefonía y la red de internet, en España operan hasta 60 compañías.
Esa polarización en nuestro país ha bajado los precios, sí, pero también ha permitido una gran caída de ingresos de las más grandes y frena el mantenimiento del músculo inversor en nuevas tecnologías disruptivas y necesarias para extender 5G, atender los crecientes mercados de cloud y, en general, ser promotoras de la cuarta revolución industrial, la digital y tecnológica, en la que España está a un nivel similar al resto de Europa.
Esa polarización en nuestro país ha bajado los precios, sí, pero también ha permitido una gran caída de ingresos de las más grandes
Con Vestager un poco fuera de juego, el proceso de fusión de Orange con MásMóvil debería tener una oportunidad para que la autorización de la UE conlleve un fortalecimiento de al menos una de las empresas más punteras. Los expertos que defienden este análisis coinciden en que sería deseable que los remedies, que otras operadoras como Finetwork, interesada en los accesos mayoristas, están deseando conocer, no sean demasiado dolorosos. Al fin y al cabo la Comisión de la Competencia debería también pensar en las operadoras con más músculo, «que son las que dan empleo en el país, las que pagan una buena porción de impuestos e invierten millonadas en mantenernos en la gran ola del progreso digital», aseveran.
También señalan lo deseable que sería que, como en EE.UU, donde hay tres grandes operadoras de telecomunicaciones, o como en Japón, donde hay dos, en Europa existiera un buen puñado de compañías fuertes que compartieran mercados, como si de una gran espacio Schengen de de fibra y datos se tratara, y no jugar siempre en una liga local de múltiples compañías nacionales. Así, se podría tener fortaleza frente al capital extranjero y quizá evitar la posible pérdida de control geopolítico y estratégico de los países por separado.