De las necrológicas políticas de Jiménez Losantos a la leyenda del diario Pueblo

La librería preveraniega nos regala varios ensayos con aires mediáticos. Uno de ellos lo firma Federico Jiménez Losantos, que regresa en hora electoral con ‘El retorno de la derecha’, certificación de su reconciliación con el Grupo Planeta y necrológica de los líderes conservadores caídos frente a la ferocidad de Pedro Sánchez: Mariano Rajoy, Pablo Casado, Albert Rivera o Macarena Olona.

Losantos está igual de vetado en COPE que su compañera de micrófono Ayanta Barilli, a la que hace unos días tumbaron una entrevista promocional en la emisora episcopal, por lo cual busca aire promocional en ABC, El Mundo, La Razón, Okdiario o El Independiente.

En este último medio detalla su futuro a nivel radiofónico y editorial: «En la plaza te retiran o los toros o el público. Aquí (en la radio) los toros son la cornada que te dé la salud. Pero yo creo que este, de momento, es el último libro que voy a hacer de ensayo. Ahora voy a empezar a hacer la novela de mi vida. Tengo una vida muy novelesca».

BRÚJULA AVERIADA

‘El retorno de la derecha’ es el nuevo saco de obsesiones de Jiménez Losantos, de cuya averiada brújula política es sufridora Génova 13. En la sede del PP han interiorizado que deben tomar el camino que no les marque el polémico locutor que con tanto entusiasmo avalaba a Pablo Casado tras la foto de Colón, y antes de la debacle de abril de 2019, y que tanto criticaba a Mariano Rajoy antes de su mayoría absolutísima de 2011.

Losantos se lanza a psicoanalizar a la derecha, que, según él, «considera que sus ideas son mejores que las de la izquierda. Defiende la propiedad privada, el libre mercado, la tradición, la sensatez. Pero se considera peor que ella».

También zahiere a sus estrellas pretéritas: «El problema de Casado es el mismo que el de Rivera: su falta de rigor moral. Porque si tú pides que te sigan, luego no puedes pedir también que te señalen el camino. Casado, detrás de la máscara, no tenía nada. Por eso era rehén de sus vicios: de sus celos contra Ayuso, de la dominación de Teodoro o de las manipulaciones de Almeida. De eso y de funcionar con un equipo de tercera división».

También saca tiempo Losantos de destrozar a El Yunque, a los que sitúa como lobby de Vox: «Se trata de una secta diabólica, que se ha apoderado de diversos movimientos sociales que surgieron contra Zapatero, como Hazte Oír. Es una secta violenta, terrible, que dice querer traer el reinado de Cristo en la tierra».

E incluso analiza el misterio que supone Isabel Díaz Ayuso, discurso inversamente proporcional a sus últimos resultados electorales: «Ella es popular. Es una belleza antigua, como de española de las de antes. Tiene algo misterioso, que atrae especialmente a la masa. La gente confía en ella», asegura.

Losantos también tilda de «dictadura criminal» a los gobiernos de Pedro Sánchez y ataca con saña al fallecido Pedro Arriola, que tanto sufrió en vida los excesos del turolense.

LA LEYENDA DE PUEBLO

De Libertad Digital también sale otro de los libros mediáticos de la primavera. En este caso es su redactor Jesús Fernández Úbeda el que bucea en la redacción del diario Pueblo con el libro ‘Nido de piratas’.

Luis Alemany, en El Mundo, señala que «su libro sirve para entender una parte de la cultura de España, para entender la pervivencia de algunas formas de picaresca, en parte zafia y en parte genial. También hace un retrato complejo del franquismo».

El ensayo supone un homenaje al romanticismo que impregnaba la profesión periodística en Pueblo, que tal y como señalaba hace unos años el plumilla de Pueblo más reconocido, Arturo Pérez-Reverte, era «la mayor concentración imaginable de golfos, burlangas, caimanes y buscavidas por metro cuadrado».

«Era una pintoresca peña de tipos resabiados, sin escrúpulos, capaces de matar a su madre o prostituir a su hermana por una exclusiva, sin que les temblara el pulso. Y que a pesar de eso -o tal vez por eso- eran los mejores periodistas del mundo», añadía.

El padre de Alatriste dice que, por aquel entonces, eran «mercenarios eficaces y peligrosos». ¡Qué tiempos!