La guerra en Celsa se debate entre la política y la dureza de los fondos

La familia Rubiralta y los fondos acreedores recrudecen sus posiciones en la guerra por el control de Celsa, el principal grupo industrial en Cataluña. Los fondos acreedores no aflojan y están inmersos en la búsqueda de un socio industrial para alcanzar la mayoría del capital y vender la participación al nuevo fichaje.

Los fondos acreedores entraron en la deuda de Celsa con el objetivo de poder obtener una buena rentabilidad y controlar los movimientos de la compañía. Sin embargo, los Rubiralta se han enrocado en una posición defensiva, manteniendo el 100% del capital o al menos una mayoría del mismo, para evitar la venta por partes de la compañía. Sin embargo, esta estrategia está en manos ahora del juez, que debe decidir ahora si da luz verde al plan de reestructuración planteado por los fondos.

Estos fondos, liderados por Deutsche Bank y Goldman Sachs, entre otros, buscan ahora alternativas para solucionar una guerra que dura ya dos años. Entre ellas, la de vender su participación a las competidoras de Celsa en el mercado. La estrategia serviría, por un lado, para contentar al Gobierno y mantener el capital en manos españolas y por otro evitarían la activación de la ley antiopas al ser considerada una empresa estratégica.

Los acreedores buscan abrir una «nueva etapa para la empresa y consolidar el liderazgo en el sector siderúrgico español, así como su posición como uno de los principales actores dentro de Europa. En este sentido, han pedido a cambio la dimisión de Francesc Rubiralta.

LOS RUBIRALTA NO SE DOBLEGAN ANTE LA PRESIÓN DE LOS FONDOS EN CELSA

Por el momento, la política apoya ciegamente a los propietarios de Celsa, tanto el Gobierno de Pedro Sánchez como la Generalitat han escenificado este respaldo ante los considerados fondos oportunistas, cuyo plan de reestructuración mantendría la viabilidad de la compañía, aunque los actuales dueños quedarían fuera de la ecuación.

La Generalitat está y estará a vuestro lado y contribuiremos, en la medida que podamos, al progreso de la empresa

Para los fondos, Celsa «carece de valor», con una valoración total de entre 1.800 y 2.800 millones, frente a los 6.000 millones que señalan los bancos de inversión consultados por los Rubiralta. La deuda del grupo se situaría en unos 1.080 millones de euros, que pasaría a convertirse en acciones, diluyendo la participación de los actuales socios. En esta guerra, los Rubiralta rebajaron sus exigencias, al considerar la entrada de los acreedores pero en un máximo del 49% del capital.

Grant Thornton, encargado de realizar el estudio por orden del juez, no ha desvelado en su informe las cifras que ha manejado para alcanzar un valor tan bajo y choca frontalmente con las cifras anunciadas por los Rubiralta. Su conclusión es que Celsa se encuentra en quiebra técnica dado que no tendría capacidad para continuar su negocio y hacer frente a los pagos de los acreedores. Las mismas fuentes indican que la «propuesta de financiación de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) exige que el 51% de las acciones de la empresa permanezcan en manos de sus actuales accionistas».

CELSA CUENTA CON EL APOYO DE LA GENERALITAT, PERO SÓLO VERBAL

Asimismo, Celsa ha obtenido el apoyo verbal, que no económico, de la Generalitat, que «está y estará a vuestro lado y contribuiremos, en la medida que podamos, al progreso de la empresa», según ha afirmado Pere Aragonès, presidente de Cataluña, tras visitar las nuevas instalaciones de Celsa junto a Francesc Rubiralta, presidente de la compañía siderúrgica.

Pere Aragonés, presidente de la Generalitat, mantiene los impuestos altos
Pere Aragonés, presidente de la Generalitat, da su respaldo a Celsa

Este respaldo público se produce en plena contienda judicial, donde un juez debe decidir el futuro de la compañía y tras la presentación del plan de reestructuración. De esta forma, los fondos podrían convertirse en los nuevos propietarios. Cabe señalar que la Generalitat ha dado respaldo a otras empresas que han terminado por cerrar, como fue la desastrosa negociación con Nissan y la llegada de LG a la Zona Franca, un trámite pactado con Àngels Chacón, pero que fue descartado completamente y sin explicación alguna después.

Mientras esto sucede, Celsa ha mostrado su innovador sistema de refrigeración de la ampliación del tren de perfiles estructurales en su planta de Castellbisbal (Barcelona), con una inversión de 35 millones. De esta forma, podrá producir las vigas más grande del mercado, válidas para las naves industriales, centros comerciales y edificios de oficinas, convirtiéndose en el único productor de este material en España.

Rubiralta ha sacado pecho en la presentación y ha puesto en valor esta inversión, que coloca a Celsa entre las más importantes siderúrgicas del sur de Europa.