Vuelve la Copa del Rey de Baloncesto. La fase final se juega en Badalona, cuna del Joventut. En una competición de este tipo hay imágenes que vienen a la memoria en cuanto se nombra algún acontecimiento destacado. En el caso de la Copa, hay finales que aún abren las carnes cuando se rememoran. Es el caso de la final que enfrentó al Real Madrid con el Barcelona en diciembre de 1988 en Valladolid. El Barça de Aíto García Reneses y Salvador Alemany derrotó al Madrid en el último segundo con un triple del base azulgrana Nacho Solozábal.
LA DERROTA DEL FAVORITO
El Real Madrid era claro favorito. Había vuelto el pívot Fernando Martín, después del fiasco de su periplo en la NBA, los blancos tenían un top en el exterior como Wendell Alexis, un fajador de buena mano en la ‘pintura’ como Brad Branson, a José Luis Llorente como base, Biriukov como escolta y Fernando Romay como ‘techo’ del equipo, con sus 2,13 de altura, tan intimidador como poco ágil para protegerse de las faltas. Por su parte, el Barça tenía un equipazo: Solozábal, Epi, Sibilio, Jiménez, Norris, Eugene McDowell y Steve Trumbo, además del joven prometedor Ferrán Martínez y de un seguro de vida como reemplazo de Solózabal, Quim Costa.
Sibilio fue el más audaz y Solozábal el ejecutor con su buena mano
Estos dos equipazos se vieron las caras en la final de la Copa del Rey en Valladolid y saltaron chispas. “El Real Madrid de Lolo Sáinz llegaba a Valladolid como claro favorito. No había perdido ni un solo partido en toda temporada: 37 victorias consecutivas. El Barcelona era solamente séptimo en la Liga, con 7 victorias y 6 derrotas en aquel momento”, contó el notable cronista Juan Antonio Casanova. El Barça tuvo su día, le acompaño la fortuna, que suele sonreír a los audaces. Sibilio fue el más audaz y Solozábal el ejecutor con su buena mano. Mano de base no ‘chupón’, base al estilo europeo, más pasaron que anotador. Un “jugón” generoso, que diría Andrés Montes.
LA JUGADA
El partido es la última jugada, la del triple, pero para llegar ahí se dieron una serie de acciones que propiciaron que se pudiera dar ese final. Si se mira desde el último suspiro hacia atrás. Lo primero que llama la atención es que el Madrid descuidara a uno de los posibles tiradores del Barsa. Así pareció entonces y ahora, cuando se revisan las imágenes. A falta de 9 segundos para el final Epi saca de banda para Solozabál, Fernando Martín y Alexis van a por el lanzador del triple que necesitaba el Barcelona y queda libre Solozábal, cuyo marcador, José Luis Llorente no llegar a puntear y el base del cuadro catalán,que con una mano izquierda finísima anota limpio desde 6,25 y revienta la vitrina del Madrid, que ya tocaba con las manos la Copa.
A FALTA DE 9 SEGUNDOS EL BARÇA PERDÍA POR DOS, PERO SE LLEVÓ EL TRIUNFO
Ahora, ¿cómo se llegó a que el Barcelona remontara los 4 puntos de diferencia con los que el Madrid afrontó con 4 de ventaja la parte final del choque. Tras el triple de Fernando Martín, los blancos se pusieron con 4 por delante. El Barcelona cometió falta y el Madrid, en lugar de jugárselo al 1+1 (un tiro libre y si anotas, el segundo, era entonces la norma FIBA), eligió sacar de banda. Lo que buscaba el técnico del Madrid, entonces Lolo Sáinz, era jugar basket, control, agotar lo más posible los 30 segundos de posesión y encarar el último compás del choque con una ventaja casi definitiva. Sucedió que Fernando Romay cometió a 56 segundos del final falta en ataque.
LAS ELECCIONES BUENAS Y MALAS
El Barcelona tenía la posesión y Llorente hace falta. Los azulgrana optan por sacar de banda, pueden buscar canasta de dos, de dos más tiro libre adicional o el triple. Chicho Sibilio tiene la pelota y van por el Fernando Martín y Alexis, con el instinto del que sabe dónde está el compañero, le da un pase ciego, como los que Laudrup dio después mirando a otro lado, pero en el ámbito del fútbol, y allí estaba Nacho Sólozabal. El base armó veloz el brazo y la canasta entró limpia. Una pesadilla para los blancos, que esa temporada perdieron la liga ante el Barcelona. Norris imponía su ley bajo los tableros. Era un equipazo ese Barça. El Madrid esperaba a Petrovic, que tampoco conquistó la Liga. La leche de Parmalat, que patrocinaba al Madrid, se le puso agría a los merengues.