domingo, 15 diciembre 2024

El BCE se acongoja ante la recesión y sus estragos en EE UU

IG Markets

El Banco Central Europeo (BCE) teme más a la recesión que a la inflación debido a los estragos provocados en Estados Unidos. La institución gobernada por Christine Lagarde subirá los tipos de interés tan sólo un 0,5% en vez del 0,75%, según fuentes solventes consultadas por Bloomberg, pese a que los precios en la Eurozona escalan a máximos históricos, hasta situarse en el nivel del 10,6% en octubre respecto al mismo mes del pasado año.

El IPC en la Eurozona es el mandato único del Banco Central Europeo, que debería velar por mantener los niveles de precios cercanos al 2%. Sin embargo, Lagarde ha hecho caso omiso de su deber, mientras la recesión continúa desatando una oleada de pésimos datos macroeconómicos en Estados Unidos y en Europa.

Con un BCE a la deriva, el incremento de los precios podría enquistarse y provocar la temida estanflación. Y es que, los inversores están muy atentos al petróleo debido a la entrada en vigor de las nuevas sanciones al oro negro de Rusia el próximo 5 de diciembre. Si, como se teme, el crudo se dispara, lo harán también los precios, más teniendo en cuenta que las reservas de esta materia prima se encuentran en mínimos de 2004.

LAS PRIMAS DE RIESGO DEL SUR DE EUROPA PREOCUPAN EN LA RECESIÓN

Según la agencia de información económica, además, el BCE no sólo aminora el ritmo de subidas del precio del euro, sino que sopesa la posibilidad de reducir su balance, es decir, vender parte de la ingente deuda comprada durante los últimos 14 años, especialmente a países con mayores problemas, como España, Italia, Grecia y Portugal. Así las cosas, la prima de riesgo en Italia se sitúa en los 192,4 puntos básicos, mientras la helena sube a 225 puntos básicos. España y Portugal alcanzan los 96,35 y 103,35, respectivamente. El resto de países de Europa refleja una situación relajada, inferior a los 60 puntos.

Christine Lagarde, presidenta del BCE, y Jerome Powell, presidente de la FED
Christine Lagarde, presidenta del BCE, y Jerome Powell, presidente de la FED

Si la entidad comenzara a vender deuda, los inversores exigirían mayores pagos por los intereses de los bonos soberanos a los países con mayor endeudamiento. En este sentido, el BCE tendría que dejar de comprar deuda alemana para adentrarse en la inestable deuda soberana del Sur de Europa, un escenario del que los oportunistas podrían obtener mayores rentabilidades.

Y es que, la maniobra de reducir el balance se centra en el cómo para evitar disparar las primas de riesgo, de por sí en niveles demasiado altos a corto plazo. El escenario principal que manejan los banqueros centrales es que la inflación se reduzca el próximo año, sin embargo, ya se está viendo que con unos precios energéticos a la baja, los temidos efectos de segunda ronda -subidas de salarios y de productos básicos- están alimentando a su vez este tiburón que amenaza con paralizar la economía mundial.

LA BRECHA DE LA INVERSIÓN DE LA CURVA DE TIPOS, EN MÁXIMOS DE 40 AÑOS

Todo ello, apunta a un escenario sangrante para los consumidores, que ven por un lado cómo se encarecen las facturas y la cesta de la compra, mientras su deuda a tipos variables se dispara. Mientras tanto, el BCE cuida de la banca y evita con una nueva subida de tipos de interés más agresiva un mayor número de impagos empresariales, y la inflación no deja de subir. Así las cosas, ningún experto pone la mano en el fuego para decir que «lo peor de la inflación ha pasado».

Las continúas subidas de tipos de interés a este y otro lado del Atlántico no sólo no están teniendo efecto en los precios a corto plazo, sino que está provocando una mayor inversión de la curva de tipos. Este es un indicador adelantado y cada vez que se ha aparecido siempre ha venido acompañado de una recesión. Algunos analistas consultados por INVERSIÓN han señalado que la actual crisis financiera será una, sino la peor, vivida en la historia de la Eurozona y una de las más crudas en toda la historia. El Banco de Inglaterra advirtió a los ingleses sobre la «recesión más larga de su historia», sin entrar a valorar la profundidad de la misma.

LA RECESIÓN ACECHA A ALEMANIA

En Estados Unidos, esta inversión de la curva de tipos muestra el nivel más bajo de los últimos 40 años y se sitúa en tipos negativos. Es decir, apunta directamente a la entrada de nuevo en recesión. La curva de tipos en Alemania, por su parte, se sitúa en mínimos desde 2008 -la Gran Recesión- sin que la economía haya registrado aún dos trimestres de crecimiento nulo o tasas negativas.

La cifra de negocios de la actividad manufacturera de Filadelfia se ha desplomado en noviembre muy por encima de las previsiones

La situación es tan preocupante, que según los datos de Bloomberg, la inmensa mayoría de empresas cotizadas han corregido a la baja sus previsiones tanto de ingresos como de beneficios. A estos datos se suma otro aún más preocupante y que muestra que la recesión avanza más rápidamente de lo previsto. La cifra de negocios de la actividad manufacturera de Filadelfia se ha desplomado en noviembre muy por encima de las previsiones. Se esperaba una caída hasta los -6 puntos y se ha hundido a -19.

EL ÍNDICE DE PEDIDOS DE LA MANUFACTURA SE HUNDE AÚN MÁS Y APUNTA A RECESIÓN

Los nuevos pedidos de esta actividad se mantienen en tasas negativas, mientras que el de envíos alcanza niveles bajos. Ante esta situación, las empresas han prescindido de empleados, mientras los precios se han mantenido al alza. «Las empresas esperan disminuciones generales tanto en la actividad como en los nuevos pedidos», ha destacado la Reserva Federal de Filadelfia. «Los indicadores muestran aún debilidad», ha sostenido.

Se trata así de la tercera lectura negativa consecutiva en este índice y la quinta de los últimos dos trimestres. Además, las empresas que han informado de las bajadas de pedidos se ha disparado en un 50%, hasta el 36% de las consultadas, mientras que sólo el 17% han reportado incrementos. Los nuevos pedidos se sitúan en los -16,2, y el actual el índice de envíos cae en dos puntos, hasta 7. Pese a que las empresas aseguran que no hay cambios, el índice de semana laboral promedio disminuyó de 10,4 a 1,4, una caída del 86%.


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