Quasar Investments, la sociedad holding que posee la antigua cartera de activos tóxicos del Banco Popular, ha reducido los números rojos por los mayores márgenes de venta y menores provisiones.
Quasar, la inmobiliaria de la que Blackstone tiene el 51% del capital y Banco Santander posee el 49% restante, ha ido reduciendo poco a poco los números rojos desde los 1.852 millones de euros de pérdidas que registró en 2020.
Ahora continúa en rojo, pero no tan intenso. Desde 2017, el banco y la gestora de fondos son socios de la firma inmobiliaria, donde Santander traspasó la cartera de activos de la compra por un euro del banco Popular, incluyendo Aliseda.
UNA SITUACIÓN CRÍTICA
El Banco liderado por Ana Botín compró en junio de 2017 el Banco Popular por un euro. La operación, a la que dio luz verde Bruselas y llevada a cabo mediante una subasta tras dar por inviable al Popular, puso punto y final a la trama del que llegó a ser el banco más rentable del mundo. Sin embargo, a partir de 2017 la realidad era completamente distinta, tras un cúmulo de pérdidas de valor que duró meses. La resolución implicó que los accionistas y titulares de deuda subordinada perdieran todo su dinero, medida que evitaría que se usara dinero público.
LOS BALANCES DE BANCO POPULAR
Para sanear los balances del Popular, que padecieron una entrada tardía en el ladrillo y un alto porcentaje de créditos fallidos, el Santander amplió capital en 7.000 millones para no ver alterados sus ratios y poder ser capaz de ingerir sin ningún problema al que hasta entonces fue su rival. La entidad afirmó que no había contrapartidas ni garantías públicas en la operación.
La situación del Popular era límite. Desde el Banco Central Europeo (BCE) se concluyó que estaba en riesgo de caída por el “deterioro significativo” de su liquidez en los últimos días, a raíz de una fuga de depósitos continuada y una falta de claridad en sus plan de ejecución. En el parqué bursátil, en la última semana la caída superó el 50%. Era, datos en mano, inviable: se le llevó a cabo un análisis urgente a través de un analista independiente y arrojaba pérdidas de 2.000 millones en un contexto central y de hasta 8.200 millones en el peor mapa.
Por eso, aquel junio intervino la entidad, que pasó a estar bajo el control del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB). Se inició un proceso de adjudicación vía subasta que dejó al Santander como ganador. No se sabe si otras entidades presentaron ofertas, aunque el FROB afirma que su oferta era la “única” que cumplía con los requisitos para su admisión.
Todo el proceso contó con la autorización de la Comisión Europea. De esta forma, el mecanismo, adoptado por la Junta Única de Resolución europea y ejecutado por el FROB, cerraba el drama del Popular.
REFINANCIAR LA DEUDA
La sociedad de Santander y Blackstone que agrupa la antigua cartera dañada de Banco Popular y es propietaria del servicer Aliseda cerró un acuerdo en marzo para refinanciar su deuda, que alcanza la cifra de los 6.000 millones de euros.
Desde 2017, Santander y Blackstone son socios de la empresa inmobiliaria Quasar, de la que Blackstone posee el 51% y Santander el 49% restante. En esta firma, el banco traspasó los activos inmobiliarios procedentes de la compra de Popular, incluyendo Aliseda.
Para constituir la sociedad, el banco y el fondo estadounidense aportaron en 2018 cerca de 3.000 millones de euros en capital y formalizaron un crédito sindicado de 7.300 millones de euros con vencimiento en 2023.
El banco y el fondo estadounidense aportaron en 2018 cerca de 3.000 millones de euros en capital
El crédito sindicado fue liderado por Morgan Stanley y Deutsche Bank; en la refinanciación del préstamo, que alarga los pagos a corto plazo hasta 2023. Además de las dos entidades financieras, también han participado las estadounidenses JP Morgan y Bank of America.
DETERIORO DE ACTIVOS
Del importe de 7.300 millones de euros, el saldo pendiente del crédito a cierre de 2019 era de 6.595 millones y el calendario estimado preveía la amortización de 909 millones en 2021 y otros 5.381 millones entre 2022 y 2023.
Quasar perdió 1.229 millones en 2019, a consecuencia de sus elevados gastos operativos y financieros, además de por las cargas por el deterioro de su cartera de inmuebles y créditos. La ralentización del mercado inmobiliario ya vista en 2019 y la posterior crisis derivada del coronavirus desequilibraron en cuestión de tres años la situación de la firma.
En los resultados de 2020, se refleja que no remontó. La inmobiliaria de Santander y Blackstone cerró el ejercicio del año del Covid con unos pérdidas de 463 millones de euros. Las cuentas de la inmobiliaria depositadas en el registro recogieron menores ingresos y unos mayores deterioros del valor de sus activos. La cifra de negocio se redujo un 13,5%, hasta los 460,7 millones, por la necesidad de aumentar las provisiones para cubrir el deterioro de los activos.
Sin embargo, cerró el ejercicio 2021 con unas pérdidas de 317,4 millones de euros, según recoge Expansión. La cifra, aunque continúa en números rojos, representa una reducción del volumen total de pérdidas del 82% respecto al ejercicio anterior.