El criptoinvierno acecha al bitcoin

IG Markets

En la fiebre del oro estadounidense, los mayores beneficios fueron para los vendedores de cribadoras y palas. Tan sólo unos pocos buscadores de oro encontraron el suficiente para retirarse. Un hecho similar está sucediendo con los criptoactivos. El reciente desplome del 95% en Luna (Terra) ha desatado una oleada de ventas en todas las divisas digitales no reguladas, especialmente sobre el bitcoin. Todo, por un esquema piramidal de una plataforma de intercambio que prometía grandes beneficios a cambio de comprar esta criptodivisa.

La caída de Luna (Terra) es muy similar a la acontecida en la burbuja tecnológica en el año 2001. Los desplomes del 90% en aquella etapa bursátil eran habituales. Empresas de Internet habían proliferado como setas tras las lluvias de otoño, pero la mayoría de ellas eran tóxicas para la inversión. En España es conocido el caso de Terra, que llegó a tocar los 100 euros por acción tras salir al mercado cerca de los 11 euros y después desplomarse a 3,75 euros. En la crisis subprime, estos desplomes fueron habituales en el sector inmobiliario. Sacyr aún registra una caída del 96% respecto a los máximos históricos de 2006.

El turno ahora es para las llamadas «monedas estables«. El precio de las acciones puede caer indefinidamente hasta desaparecer del todo. Su caída en la jornada de este miércoles es del 92%, que se suma al 80% de este martes. Una caída libre y sin visos de recuperación. Todo ello en un mercado donde el volumen de transacciones ha caído con fuerza en las principales plataformas.

DESPLOME TRAS DESPLOME EN UN MAYO CONVERTIDO EN CRIPTOINVIERNO

El precio se ha situado por debajo del dólar, para volver a tocar los 4 y bajar de nuevo otro 50%. Una volatilidad extrema en un mercado no apto para cardiacos. Su capitalización se ha hundido hasta el puesto 32 en CoinMarket, tras rebajar su valor a 2.190 millones de dólares. Para evitar un mayor desplome, Binance, la plataforma que ha pedido su licencia bancaria del Banco de España, ha prohibido los retiros de esta criptodivisa bajo la excusa de «congestión en la red». Un movimiento que demuestra la debilidad de este emergente mercado.

Bitcoin

A finales de abril, hace apenas dos semanas, esta moneda se codeaba entre las grandes del mercado, por encima de los 90 dólares. Su máximo histórico se produjo hace 35 días, en los 120 dólares. Esta moneda se desploma debido a la vinculación del dólar Terra (UST), la cripto asociada a Luna, y que le da su denominación de «estable«. Sin embargo, el algoritmo al que está asociado funciona siempre y cuando suba de precio. Como en la burbuja inmobiliaria, tan sólo unos pocos contemplaron y acertaron con la caída del precio de las viviendas y la hecatombe que se produjo después.

¿Qué ocurre si el sustento de Luna se sitúa por debajo del dólar, como ha sucedido? Pues sencillamente se desploma. Y es que, su valor se sitúa precisamente en la paridad con el billete verde. Haber perdido este nivel conlleva un desplome. Y lo que es aún peor, esta paridad esta fijada de antemano, no hay respaldo con monedas fiat -las de uso corriente- o de otra bitcoin. Nadie pensaba que se podían vender por debajo de un dólar debido a que el vendedor perdería dinero en la operación.

LUNA Y SU PARIDAD CON EL DÓLAR HUNDEN AL MERCADO DIGITAL

El nerviosismo se ha apoderado de los impulsores de esta criptodivisa, que habrían desatado las ventas de otras criptomonedas para tratar de salvaguardar su proyecto. Se estima que Luna Foundation Guard, responsable de respaldar el UST, ha vendido la mitad de sus reservas para tener suficiente liquidez y salvaguardar su vinculación con el dólar. En concreto, 1.500 millones para sostener una moneda. Este montante es muy elevado en un corto periodo de tiempo para que sea absorbido en su totalidad por el mercado. La consecuencia es la pérdida de los 30.000 dólares en el bitcoin, cuyo valor se ha hundido un 50% desde máximos.

Estos niveles alejan a los inversores que tratan de cortar las pérdidas con un mayor volumen de ventas. Por tanto, las caídas prosiguen y la proyección ahora es ver al bitcoin en los 25.000 dólares. Todo ello en pleno debate de los bancos centrales y los países sobre la regulación de las criptos. ¿Y si se prohibieran este tipo de paridades o se ponen barreras a su uso?

¿Se encuentra el mundo de las critptodivisas en pleno estallido de una burbuja? En el mercado, las opiniones son muy dispares, pero no se duda en señalar que sólo sobrevivirán las grandes. «De las pequeñas no quedará rastro», indican inversores en criptoactivos desde hace una década.

EL BCE CARGA CONTRA LOS CRIPTOACTIVOS, COMO EL BITCOIN

Para Fabio Panetta, miembro del consejo ejecutivo del Banco Central Europeo, se trata de activos «cuestionables», impulsados por la aparición de las denominadas plataformas de intercambio, a las que compara con los bancos sin regulación que brotaron durante la fiebre del oro en el salvaje Oeste de Estados Unidos. Estas entidades utilizaron sus propias monedas, que fueron respaldadas por activos de mala calidad y que finalmente incumplieron sus propias promesas. En esta situación podrían entrar, a su juicio, estos activos digitales y el miembro del Banco Central Europeo considera que debe evitarse esta situación a toda costa.

Para evitar esta situación, Panetta ve determinante una legislación consensuada entre todas las administraciones y países, para evitar que los riesgos proliferen sin control alguno en este sector desregulado. En este sentido, aboga por una regulación con un enfoque riguroso y adaptada a los diferentes instrumentos. Sin embargo, los países no se ponen de acuerdo, más cuando algunos han prohibido la comercialización de estos activos, mientras otros restringen su uso. En el caso de España, no existe control alguno y hasta la Agencia Tributaria tiene problemas para tratar de sacar tajada con estos activos digitales.

A su juicio, esta situación es claramente «insatisfactoria«. «Necesitamos -sostiene- una acción regulatoria coordinada a nivel mundial para abordar problemas como el uso de criptoactivos en actividades ilícitas transfronterizas o su huella ambiental». «La regulación debe equilibrar los riesgos y beneficios para no sofocar la innovación que podría estimular la eficiencia en los pagos y aplicaciones más amplias de estas tecnologías», ha apuntado. De esta forma, el BCE acepta la tecnología de blockchain, pero no su uso para el trading en las criptomonedas.

EL BCE CITA RIESGOS EN LAS CRIPTOMONEDAS, PERO OLVIDA LA CRISIS DE 2008

Y es que, según su opinión, las criptomonedas plantean riesgos para la estabilidad financiera. En concreto, el estrés en los mercados de criptoactivos podría extenderse al resto de inversores y actores del sistema financiero; una caída del valor de las criptomonedas tiene un impacto en la riqueza de los inversores y por tanto tendrá efectos colaterales en el sistema financiero; y por último, los casos de fraude, fallos en los sistemas de intercambio, manipulación y ciberdelincuencia podrían provocar un fuerte deterioro en la confianza de los inversores.

No obstante, estos mismos riesgos están muy presentes en las propias monedas respaldadas por los bancos centrales ya que el dólar es utilizado por narcotraficantes, se perdió la confianza en los bancos en la crisis subprime y el estrés en el mercado tradicional de valores provocó un terremoto mundial del que aún se está tratando de levantar cabeza.

Asimismo, el propio BCE y el resto de bancos centrales son considerados responsables de esta era de gran liquidez que ha provocado una nula aversión al riesgo entre los inversores. Los bonos no ofrecen rentabilidad y tampoco los depósitos bancarios.

Los bancos de inversión han buscado su rentabilidad para poder presentar informes trimestrales favorables. Las tecnológicas han sido las acciones preferidas, pero con la inflación disparada y el riesgo de recesión, se busca ahora refugio con las subidas de tipos de interés. Por cierto, el mismo BCE adelantará a julio su primera subida en casi una década tras abandonar su mandato de mantener controlada la inflación en niveles cercanos al 2%, una polémica decisión que tiene consecuencias directas en los bolsillos de los ciudadanos y las empresas.