Europa, sin salida de la encerrona rusa del gas y el petróleo

Un quiero y no puedo. Así se podría explicar la reunión de los ministros de exteriores de los Veintisiete en el Consejo Europeo, en la que no se llegó a ningún acuerdo para incluir el petróleo y el gas en el nuevo paquete de sanciones a Rusia. La UE seguirá comprando estas commodities a Putin mientras el ejército ruso sigue masacrando Ucrania y cometiendo crímenes de guerra. Un total sinsentido que tiene como base decenas de años de mala gestión energética que han llevado a la Unión Europea a un callejón sin salida.

Países como Alemania o Austria dependen de tal manera de las materias primas rusas que se ven con las manos atadas a la hora de imponer sanciones a las exportaciones de petróleo y gas desde Rusia, ya que esas sanciones dañarían más a esos países que al dirigido por Vladimir Putin. Por su parte, Hungría tampoco parece estar dispuesta a aprobar un paquete de sanciones que incluyan el petróleo y el gas, en un guiño de su presidente Viktor Orbán a su amigo Putin, que haría imposible la unanimidad de los Veintisiete.

La situación se puede resumir en que la UE está sufragando la guerra. Y lo hace porque por un lado compra combustibles fósiles a Rusia que, con ese dinero que cobra, paga sus gastos de guerra. Y, por otro lado, le está dando dinero a Ucrania (1.000 millones de euros entregados y otros 500 por aprobar) para que resista los embestidas rusas.

La vergüenza que sienten la gran mayoría de estados miembros es mayúscula, porque, por muy importante que sea la energía, la única manera que tiene la UE de poder hacer frente a Putin es cortando el flujo de dinero constante que cada día llena las arcas rusas y que sirve para llevar a cabo las matanzas indiscriminadas de civiles y la destrucción en Ucrania. Si no se deja de comprar commodities a Rusia, la UE no podrá superar nunca la vergüenza de haber colaborado de alguna manera con esos crímenes de guerra.

LA ABERRANTE ENCRUCIAJA DE LA UE

El alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, realizó un alarde de funambulismo diplomático en la rueda de prensa posterior a la reunión. Primero afirmó que «no hay ninguna opción fuera de la mesa, incluido el petróleo y el gas, aunque sobre esto no se ha tomado ninguna decisión. Simplemente se ha llevado a cabo un debate general analizando cifras. Es esencial diferenciar entre petróleo y gas, porque son facturas diferentes ya que en 2021 la factura del petróleo ruso alcanzó los 80.000 millones de euros y la del gas fue de 20.000 millones».

«Es importante diferenciar y empezar (a abordar) el tema petróleo porque es una factura más elevada y de más fácil sustitución. Para algunos estados miembros que no utilizan el gas ruso es más fácil solicitar sanciones sobre este combustible fósil. No es tan sencillo para otros países que dependen mucho más del gas ruso. Hemos de luchar para reducir esa dependencia energética», explicó Borrell.

«Estamos ante un choque asimétrico en relación con los estados miembros, porque a algunos les afecta más que a otros. Unos en materia energética y otros en materia de refugiados. Tenemos que gestionar combinando la unidad y solidaridad», reseñó el representante de la UE, que también dijo que «Noruega está dispuesta a aportar más gas para reducir las importaciones de Rusia».

«Sin que se tenga que esperar a llegar a un acuerdo, todos los países están haciendo avances. Algunos ya han explicado que no iban a importar más gas ni petróleo rusos, y otros países, con más dependencia, están bajando esa dependencia en lo que pueden. De momento no hemos llegado a ese método colectivo vinculante. Pero todo el mundo tiene planes para intentar acabar con esa dependencia», afirmó un Josep Borrell visiblemente incómodo con la situación, para acabar incidiendo en que «cerrar el grifo del gas ruso la semana que viene no tendría un efecto inmediato en la guerra», en un intento de defender la postura de la UE.

Por otro lado, el político catalán también quiso aclarar que «son los rusos los que provocan el hambre en el mundo, bloqueando las exportaciones de trigo y destruyendo los silos en Ucrania. Es el ejército ruso el que está causando escasez de alimentos, no son las sanciones de la UE las que provocan eso».

En definitiva, en la reunión se alcanzaron pocos acuerdos y de escasa trascendencia para intentar acabar con la guerra. Entre los que se consiguieron hay que destacar el de proporcionar asistencia financiera y un equipo de expertos a las Fiscalías de la Corte Penal Internacional y de Ucrania para ayudarles a documentar posibles crímenes de guerra cometidos por las tropas rusas en este país.

ALBARES, SÍ… PERO NO

El ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, instó antes de comenzar la reunión a evitar la financiación de la guerra rusa contra Ucrania con dinero europeo pero, al mismo tiempo, a no desestabilizar a algunos países de la Unión Europea que son dependientes de las fuentes de energía rusas. Es decir, sanciones sí, pero no.

El diplomático se expresó en ese sentido a su llegada a la reunión de titulares de Exteriores de los Veintisiete que se celebró en Luxemburgo, en una clara muestra de lo que se piensa en el seno de la UE donde se quiere acabar con la guerra, pero no se puede dejar de sufragarla.

Varios países de la Unión Europea apuntaron a dar pasos adelante para sancionar a la energía rusa en el marco de la respuesta a la guerra en Ucrania, pese a la dependencia de socios como Alemania, hasta ahora reticente a cortar el suministro. Fue el caso del titular checo, Jan Lipavsky, qué se preguntó «qué más tiene que pasar en la Unión Europea para avanzar e imponer un embargo energético».

Irlanda defendió un «enfoque maximalista» para mantener la disuasión ante Moscú abogando por incluir limitaciones al petróleo como parte de la reacción a la «brutalidad» rusa en Ucrania.

LA GUERRA ESTÁ HUNDIENDO LA ECONOMÍA EUROPEA

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ve signos de ralentización de la economía en Europa en sus indicadores compuestos avanzados publicados este lunes, los primeros que tienen en cuenta los efectos de la guerra de Ucrania. Esa inflexión en el ritmo de crecimiento es visible en las grandes economías europeas, como Alemania, Francia, Italia, España o Reino Unido; mientras que en EEUU, Japón o Canadá la tendencia sigue siendo estable.

El retroceso es importante en Reino Unido (28 centésimas a 100,58 puntos), Francia (25 centésimas a 99,45 puntos) o Italia (23 centésimas a 100,80 puntos) y algo menos pronunciado en España (16 centésimas a 101,11 puntos) o en Alemania (13 centésimas a 100,63 puntos). En la zona euro en su conjunto, el descenso mensual es de 17 centésimas a 100,43 puntos.

EL JUEGO DE HUNGRÍA

Por su parte, Hungría sigue jugando a dos barajas. Colabora con los gastos de armamento que la UE envía a Ucrania, pero no deja que pase por su territorio. Además, está buscando una estratagema para poder comprar gas y pagarlo como Putin desea. Al parecer, planea pagar el gas ruso en euros a través de Gazprombank, que convertirá el pago en rublos para cumplir con un nuevo requisito establecido por el mandatario ruso, como explicó el lunes el ministro de Asuntos Exteriores húngaro, Peter Szijjarto.

Putin ha advertido a Europa de que se arriesga a que le corten el suministro de gas si no paga en rublos, ya que busca responder a las sanciones occidentales impuestas por la invasión rusa de Ucrania.

Según el plan, la filial del grupo energético húngaro MVM, CEE Energy, pagaría una próxima factura en euros, que Gazprombank convertiría en rublos y luego transferiría a la rusa Gazprom Export, dijo Szijjarto en una conferencia de prensa.

María Castañeda
María Castañeda
Redactora de MERCA2 de empresas y economía; especializada en energía, sostenibilidad y turismo.