Zozobra bursátil, guerra en el Este y el oro gana a las ‘criptos’ en el arranque de 2022

La corrección bursátil ya está aquí. No se trata sólo de los valores tecnológicos –aunque son los que han dado primeros síntomas de agotamiento– sino de una tendencia al ajuste de precios tras años de barra libre monetaria. Las subidas de tipos de interés en EEUU han comenzado a reducir el doping de Wall Street y ahora la duda está en saber si la locomotora frenará sin descarrilarse o, por el contrario, se saldrá de las vías ocasionando víctimas en el andén de la economía global.

Este es el escenario con el que arranca una semana clave no sólo desde el punto de vista económico y financiero, sino geopolítico, con un conflicto en el Este de Europa azuzado por aquellos que aprovechan el río revuelto para sacar tajada.

El viernes Wall Street cerró con importantes descensos tras desinflarse los principales índices en el tramo final de la jornada. El sector tecnológico sigue siendo el principal lastre, con unas empresas que están revisando sus previsiones de crecimiento tras casi dos años de repuntes logrados gracias a la crisis pandémica. El desplome de Netflix es un buen ejemplo de ello, cuyos accionistas entraron en pánico provocando un desplome de más del 20% en los títulos de la plataforma de contenidos. Y eso que el beneficio y los ingresos fueron los esperados.

Es cierto que la competencia en el ámbito tecnológico y audiovisual es feroz, pero lo que está ocurriendo en el Nasdaq no es extraño ni atribuible a ninguna película de ciencia ficción. El índice tecnológico cae cerca de un 10% desde su nivel máximo (histórico) registrado el pasado 19 de noviembre y la razón es doble. En primer lugar, porque si la pandemia va perdiendo su impacto en las decisiones políticas la apertura de las economías reducirá la demanda de sus productos, o al menos no experimentará las tasas de crecimiento de los últimos tiempos.

Y en segundo lugar –y casi más importante– porque las acciones tecnológicas son valores de rápido crecimiento (growth stocks) que han subido como la espuma alcanzando unas valoraciones muy elevadas basadas en unas previsiones de crecimiento extremadamente ambiciosas. En cuanto se ha comenzado a hablar de subir tipos y los intereses de la deuda han iniciado una tendencia alcista, estas firmas han comenzado a sufrir en bolsa.

La escalada de los intereses de los bonos, públicos y privados, es otro síntoma de que la burbuja se desinfla, sobre todo en Wall Street. No se puede hablar de pánico, pero sí de nerviosismo y rotación de carteras. El que tenga deuda querrá deshacerse de ella con la subida de los intereses (por la relación inversa de rentabilidad y precio de los bonos), y más de uno querrá comprarla cuando baje su precio si quiere protegerse en un contexto alcista de tipos de interés. Ojo, siempre poniendo el foco en EEUU, que es donde el banco central va a subir los tipos de interés y donde el Treasury es uno de los principales activos refugio.

CAMBIO DE REGLAS FISCALES EN LA EUROZONA

Pero es indudable que cuando Wall Street se constipa contagia a todos los mercados mundiales, aunque Christine Lagarde siga poniéndose de perfil metiendo debajo de la alfombra el problema de la inflación para no admitir que en la eurozona también hay que subir tipos; el problema es que un crecimiento de los intereses llevaría a las puertas de la quiebra a Italia, España e incluso a Francia, que tiene un nivel de deuda sobre PIB insostenible.

Por eso estos tres países defendieron la semana pasada en el Eurogrupo modificar las reglas fiscales comunitarias (hoy congeladas) para elevar el límite de endeudamiento que establece el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, pasando del 60% del PIB actual al 100%. El Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) respalda esta solicitud, así que posiblemente se amplíe el citado límite siempre que Alemania y los frugales den su visto bueno.

Tampoco ayuda a la estabilidad de los mercados que la OTAN y Rusia midan sus fuerzas en el Este de Europa, donde la Casa Blanca pretende lavar los pecados de su presidente y preparar las elecciones de midterm aprovechando el avispero ucraniano. Las compañías de armamento se frotan las manos y sus acciones suben como la espuma al ritmo que marcan los tambores de guerra. La buena noticia es que los analistas no creen que se produzca una escalada bélica, porque las consecuencias serían terroríficas para ambos contendientes.

No se puede perder de vista que el 40% del gas que consume Europa proviene del vecino ruso y los mercados energéticos no están trasladando al precio el pulso que mantienen Putin y Biden en los últimos días. Esto no quiere decir que se descarte el enfrentamiento armado, pero no es el escenario central que se maneja en el ámbito financiero. No obstante los activos refugio empiezan a notar el calentón bélico, con el bono del Tesoro de EEUU y el oro como principales protagonistas.

LA VOLATILIDAD DE BITCOIN

¿Y qué está pasando con el bitcoin? Sus defensores esperaban que reaccionara al alza convirtiéndose en otro escudo para soportar este escenario de pinchazo bursátil y tensión geopolítica, pero una vez más ha demostrado que su volatilidad le aleja –al menos de momento– de ser una alternativa real al dinero fiat.

La ofensiva regulatoria es feroz y ha sido precisamente el Banco Central de Rusia quien ha golpeado al mercado de las criptos al seguir la estela china y prohibir el uso de estas divisas descentralizadas y su minería. No es extraño que los reguladores monetarios tomen este tipo de decisiones, ya que están preparando (en Oriente y Occidente) el nuevo mundo de las CBCD (Central Bank Digital Currencies) y no quieren competencia.

Por cierto, que no les vendan la moto: estas monedas digitales emitidas por los bancos centrales son la principal amenaza para los derechos y libertades de los ciudadanos. Una vez que se implanten se eliminará el efectivo y los burócratas podrán llevar a cabo su sueño húmedo de aplicar tipos de interés negativos en las cuentas corrientes e, incluso, poner fecha de caducidad al dinero. Así los planificadores sociales podrán cumplir su objetivo, el problema es que a lo largo de la historia, en todo tiempo y lugar, la manipulación de la moneda por las autoridades siempre ha tenido el mismo resultado: hambre, muerte y destrucción.

LOS METALES PRECIOSOS REVIVEN

Por contra, el oro, que estaba olvidado y cuyo precio no repuntaba a pesar del momento de cambio estructural que vive el sistema monetario global, está despertando. El anuncio de que la Reserva Federal será más agresiva en su cambio de rumbo y el fantasma de la guerra en el Este de Europa han vuelto a poner al metal amarillo en el punto de mira de los inversores. Pero cuidado, no es lo mismo el lingote físico que el oro papel y todo aquel que quiera aprovechar esta tendencia alcista debe ser consciente de que este es otro mercado que los bancos de inversión manipulan a su antojo.

Otra clave que nos aporta el comportamiento de los metales preciosos –el oro y la plata están en máximos de los últimos dos meses– es que cuando se intenta combatir la inflación en un entorno de ralentización del crecimiento (como está sucediendo sobre todo en Europa) existe un riesgo creciente de cometer errores en política monetaria que agraven el problema.

Esa es otra de las razones de que el dinero vaya al activo refugio por excelencia. De momento la onza de oro ya supera los 1.800 dólares. ¿Veremos cómo alcanza la cota de los 2.000? Todavía es pronto para saberlo, habrá que esperar a ver cómo evoluciona el conflicto en Ucrania y, sobre todo, si funciona el plan de la FED para desactivar la bomba inflacionaria.

TIPOS EN EL 2% EN 2023 EN EEUU

Precisamente esta semana veremos cómo se despejan algunas de estas incógnitas. La reunión del consejo de gobierno de la Reserva Federal (FOMC, por sus siglas en inglés) dará algunas pistas sobre la fecha del inicio de la subida de los tipos en EEUU. El consenso de analistas indica que Jerome Powell anunciará que el cambio de rumbo monetario comenzará a mediados de marzo, que es cuando se celebrará la siguiente reunión del comité.

Desde Wells Fargo avisan que la estrategia será subir 25 puntos básicos las tasas de referencia cada trimestre hasta alcanzar el 2% en la segunda mitad de 2023. Todo ello acompañado por una reducción del balance de la FED, que comenzará después del próximo verano y que es el mayor reto al que se enfrentará Powell desde que llegó al frente del banco central.