viernes, 13 diciembre 2024

Marruecos bloquea el turismo español y aviva la crisis con el gas de fondo

Marruecos sigue apretando las tuercas al Gobierno español para conseguir su colaboración para llevar el gas que compre en los mercados internacionales desde Tarifa hasta sus almacenes. Cualquier excusa es buena para que Rabat cargue contra España en una clara ofensiva y chantaje velado. Ahora, según el Ministerio de Salud y Protección Social marroquí, ha sido por el descontrol existente en los aeropuertos españoles, a la hora de seguir de forma «adecuada y estricta» los protocolos sanitarios previstos por el Covid-19 y los registros durante el proceso de embarque. Marruecos ataca denunciando que el Gobierno no cumple las medidas exigidas para proteger a los pasajeros en los aviones.

El golpe ha pillado completamente descolocado al Gobierno de Pedro Sánchez, que no imaginaba que el país norteafricano iba a atacar ahora por el flanco del turismo, máxime cuando la semana pasada el ministro de exteriores, José Manuel Albares, declaraba inocentemente que «la crisis ha quedado atrás» en referencia al enfrentamiento entre ambos países por el asunto Gali y la posterior crisis migratoria de Ceuta.  

De hecho, Rabat ha confirmado que no piensa reanudar los vuelos desde y hacia España tras haberse detectado, según sus datos, casi 20 personas contagiadas de coronavirus procedentes de nuestro país.

La energía, la rivalidad de sus puertos en el Estrecho y el turismo: España y Marruecos compiten en importantes ámbitos económicos

El pasado 29 de noviembre, tras la aparición de la variante supercontagiosa ómicron, se suspendieron, por un periodo de dos semanas, de manera unilateral, todos los vuelos directos internacionales con salida y destino Marruecos, «con el fin de preservar los logros de Marruecos en la lucha contra la pandemia y proteger la salud de los ciudadanos», según el comunicado publicado.

Ahora parece que esa prohibición se extenderá en el tiempo en los vuelos desde España, ya que según han avanzado desde Rabat, los marroquíes que se encuentran en el extranjero sin poder volver a su país por las restricciones propias de la pandemia, serán repatriados a partir de ahora a través de Portugal.

ESPAÑA QUIERE PERO MARRUECOS NO

Las relaciones entre España y Marruecos no pasan por su mejor momento, eso es algo evidente. La estrategia del reino alauita en política exterior no cuenta entre sus prioridades con mantener una buena relación con el Gobierno español, más bien ostenta una posición de dominio sobre el Ejecutivo de Sánchez, ejerciendo presión en calidad de colaborador necesario en la lucha antiyihadista y en el control de la frontera necesario para contener la inmigración ilegal.

Realmente Marruecos dejó hace tiempo de considerar a España un ‘país hermano’, si en algún momento fue así, para considerarlo un rival en sus intereses de crecimiento, al que poco a poco ir comiendo terreno. Muchos son los intereses que chocan frontalmente de uno y otro lado. España y Marruecos son competidores directos en muchos ámbitos económicos, como por ejemplo muestra la rivalidad entre el Puerto de Algeciras y el Puerto Tánger Med, a tan sólo 14 millas náuticas, que luchan por hacerse con los transbordos del Estrecho de Gibraltar. Hasta ahora, cabe reconocer que el país norteafricano sabe venderse mejor en el exterior de lo que lo hace España.

Con el apoyo de Estados Unidos, que considera que Marruecos está en un lugar privilegiado para sus intereses geoestratégicos (y ya le considera más aliado que a España); Alemania, que estos últimos días ha mostrado su apoyo al reino alauita en el conflicto del Sáhara Occidental, por parte del nuevo canciller Olaf Scholz, e incluso de Israel, país con el que se han vuelto a restablecer relaciones, desde Rabat se consigue así un reconocimiento exterior que crece en la misma proporción en la que mengua la influencia de España.

Marruecos sabe que para seguir creciendo debe comerle terreno a España, y aprovecha cualquier motivo para hacerlo. La penúltima afrenta ha sido la utilización de las aguas españolas para la instalación de una piscifactoría. La inminente queja desde España ha caído por el momento en saco roto y Marruecos ha hecho oídos sordos.

CARGARSE DE RAZONES FRENTE A ESPAÑA

Rabat parece estar jugando con España. Su intención es cargarse de razones para luego exigir favores o cobrarse viejas deudas. Se siente fuerte, porque desde la Unión Europea se considera a Marruecos un actor fundamental a la hora de evitar la entrada de terroristas procedentes de África, y también para el control de información y de la inmigración. Por eso sigue echando órdagos, sobre todo a España.

La entrada y estancia ilegal de Gali en España le está pasando factura al Gobierno de Pedro Sánchez que seguirá pagando caro el conflicto desatado con Marruecos. La ayuda de España para conseguir llevar a su territorio el gas que Argelia le ha negado sería el pafgo que querría cobrarse Marruecos. Su idea es utilizar el gasoducto de Magreb Europa para transportar gas internacional desde Tarifa hasta sus almacenes. Rabat sabe que esa ayuda pone entre la espada y la pared a España, por su dependencia del gas argelino, pero la dependencia energética no perdona. Su intención es salirse con la suya a costa de lo que sea.

Argelia por su parte, mira de reojo todas estas afrentas y espera con el hacha levantado por si al Gobierno español decide asistir al reino alauita en materia energética. Si esto ocurriera, podría tener consecuencias imprevistas en el suministro de gas argelino.


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