Entrar en el despacho de Julio Touza es como entrar en un sanctasanctórum. Las oficinas se mezclan con las librerías y estanterías, tanto de los proyectos que han tenido, como de manuales de corrientes artísticas o ensayos de arquitectura. El arquitecto y urbanista Julio Touza Rodríguez creó este despacho de arquitectos con su mismo apellido en 1975, en el que ahora también desempeña su trabajo su hijo. «He volcado mi vida hacia la arquitectura como un sacerdocio. Esto para mi es fundamental porque si no, no se me entiende. Mi vida es la arquitectura, incluso a veces, y es difícil explicarlo, en la misma línea horizontal que la familia», afirma el arquitecto.
«Cuando paseo o cuando me muevo estoy pensando en arquitectura. Puesto que hay esa especia de valor añadido, he optado por tocar todos los palos de la arquitectura, paro poner mi corazón en la vivienda social», señala el arquitecto. «El arquitecto tiene un compromiso ético con la sociedad en la que vive y a la que le debe aportar aquellos conocimientos que ha recibido». Es por ello que, casi desde sus inicios, el arquitecto aceptó encargos de vivienda social y cooperativas, «que es lo más social que conozco».
Mis primeras viviendas sociales me permitieron recibir afectos de mucha gente» rememora Touza. «Hemos sido el estudio que más viviendas sociales ha hecho en España». Es por ello que el urbanista cree que «es necesario ofrecer vivienda en el mercado a un precio razonable a todo el mundo. Y la única manera de que haya vivienda a un precio razonable es que haya un suelo a un coste razonable. La Administración tiene la enorme responsabilidad de poner en el mercado suelo a precio barato, incluso gratis». Así, desde el punto de vista del cooperativismo o de promotor privado se pueden desarrollar vivienda «dignísima a un precio contenido».
Pero esta es la principal problemática en el sector de la vivienda ahora mismo. «Es el nudo gordiano. Es el eslabón que falta. Por ejemplo, Madrid es la ciudad de España donde más vivienda hace falta. Madrid es una meseta, no debería haber ningún problema para generar suelo. ¿Por qué no se genera suelo? ¿Y por qué cuando se genera se retrasa el desarrollo?», se pregunta Touza. Esta es la principal problemática en cuanto a suelo. Desarrollos que nacieron hacen muchos años, como Valdebebas, todavía están a la espera de terminar sus últimas viviendas.
«Hay que ampliar el mercado de suelo, y quien puede hacerlo es la Administración»
O como el de Valdecarros, cerca del ensanche de Vallecas, que llevan esperando su desarrollo 25 años pero que empiezan a moverse y hacerse los primeros edificios. «Esto hay que agilizarlo mucho más, y ampliar el mercado de suelo, que quien puede hacerlo es la Administración. Tiene que echarle narices», incide el arquitecto.
CIUDAD DE 15 MINUTOS
«La ciudad debe ser un lugar de acogida, de ciudadanía, para divertirse, ser feliz, ayudarse y colaborar, eso es la ciudad. Y de repente lo que hacemos es una ciudad para dormir, otra para trabajar y una diferente para jugar. De tal forma que al ser distintas y tener que recorrer kilómetros pues o no disfrutamos de la vida, o no trabajamos a gusto, o no vivimos con la calidad que deberíamos vivir», explica Touza.
Para ello, habla de un concepto que lleva mucho tiempo promulgando y que cada vez más está en la mente de los políticos. La ciudad de los 15 minutos. «Una ciudad donde todo esté cerca. Que yo trabaje cerca de donde vivo, tenga mi centro social cerca de donde trabajo, los restaurantes y supermercados. Por consiguiente, pueda hacer todo lo que haría, pero dispongo de más tiempo y disfruto más. Esta es la ciudad a la que deberíamos aspirar», incide.
«La teoría es que la ciudad debería cambiar hacia ese modelo, pero para cambiar hace falta muchas cosas. La primera es que no se distraiga la ciudad con barrios periféricos que ya no contemplan este modelo. A menos que seamos capaces de hacer lo que se llama una ciudad de muchos corazones, de mucho pulmón, entonces no pasaría nada», señala. «Para cambiar eso hay que cambiar el modelo, y para cambiar el modelo hay que cambiar la ordenanza».
«Hay que poner un punto de atención a la rehabilitación. Hay que rehabilitar los barrios viejos, para convertirlos en nuevos, y como estos sí cumplen con la teoría de cercanía, estaríamos más cerca de la ciudad que perseguimos», resume.