La mala gestión de Ecoembes cuesta 1.700 millones a los ayuntamientos

El modelo Ecoembes no funciona. Su gestión de los residuos no se acerca ni remotamente a la solución del problema del plástico. En principio porque el reciclaje es un paliativo, no una respuesta definitiva. Y, en segundo lugar, porque el mayor sistema integrado de gestión de residuos es, a la vez, el mayor conglomerado de empresas emisoras de estos materiales contaminantes, algo que incurre en una contradicción perversa. Además, que Ecoembes no haga su trabajo nos cuesta 1.700 millones de euros al año, por más campaña de lavado de cara que se empeñen en vender.  

La secuencia de la supuesta gestión es sencilla y muy gráfica: Ecoembes recibe dinero por cada envase que se pone a la venta, pero sólo paga por los que se depositan en el contenedor amarillo. ¿Qué ocurre con el resto (los que acaban en el cubo gris o abandonados en cualquier lugar)? Pues ese coste lo asume el Ayuntamiento en cada caso, es decir, los contribuyentes con sus impuestos municipales.

Un nuevo estudio realizado por la ONG Rethinking, el Observatorio de Residuos y Greenpeace pone una nueva cifra al chollo de Ecoembes. La investigación descubre el coste real que están asumiendo los ayuntamientos españoles por la gestión que hacen Ecoembes y Ecovidrio de sus residuos de envases.

El informe revela los costes para las arcas municipales de la recogida, tratamiento y eliminación de los envases de la fracción resto (cubo gris) que supone una deuda, que asumen todos los años las administraciones locales (los municipios, las provincias y las islas), supera los 1.700 millones de euros en total, 1.699 M€ responsabilidad de Ecoembes y 21 M€ de Ecovidrio.

Greenpeace apela a la movilización de los consumidores para que exijan a sus ayuntamientos acciones frente a Ecoembes

Y esto se explica porque solo llegan a plantas de reciclaje el 25% de los miles de millones de envases que consumimos, porque el 75% acaba en vertederos, incineradoras o el medio ambiente que se pretende preservar. Para una empresa cuya única misión y propósito conocido es gestionar envases, «llevan 20 años suspendiendo en esa tarea», afirma el responsable de la campaña de residuos de Greenpeace, Julio Barea.

El estudio pone de manifiesto que, en lugar de responsabilizarse del 100% de los envases que se ponen en el mercado, puesto que perciben dinero por todos y cada uno de ellos, Ecoembes sólo paga la gestión de los que acaban en el contenedor amarillo y azul. Esto obliga a los ayuntamientos y, por lo tanto, a los vecinos a pagar 1.700 millones de euros al año.

Esta deficiente gestión de los envases se traduce en un pago medio de 36 euros por contribuyente al año, aunque puede ser más, como en el caso de Valencia en el que cada habitante pagaría 48€ al año.

En España apenas se recupera el 25% de los envases plásticos, lo cual es mucho menos de lo que dice Ecoembes (77%). «En Madrid, dos de cada tres envases se recogen en la fracción ‘resto’ o contenedor gris o papeleras, además, en el amarillo apenas cabe el 19% de los envases que se ponen a la venta», explicaba Eusebio Martínez de la Casa, presidente de Recircula, a preguntas de MERCA2. «Que el modelo Ecoembes no funciona, es un clamor», concluye el experto.

ECOEMBES CONSERVA SU MONOPOLIO

Con Reciclos y otras iniciativas similares, Ecoembes mantiene las apariencias de gestor, cuando en realidad lo que hace es preservar su monopolio y esencia de lobo al cuidado del rebaño. Esa misma que apuesta porque los mismos que contaminan sean los que limpian, aplicando en España el principio de «quien contamina, gestiona» una versión adaptada a sus intereses del extendido «quien contamina paga». ¿Y no sería mejor tratar el problema en el origen y buscar nuevos envases y fórmulas de gestión?

La nueva apuesta de Ecoembes, denominada Reciclos, es un sistema que ya fue rechazado en Reino Unido en 2019. «El Gobierno británico no cedió ante esta falsa solución promovida por el lobby de los envasadores y supermercados para impedir la implantación de un sistema de devolución y retorno (SDDR) que sí que funciona con éxito en más de 40 países y regiones de todo el mundo», afirma Barea.

De hecho ya hay unas cuantas alternativas sobre la mesa, como evitar el uso del brik en formatos que admitan botellas de plástico o el sistema SDDR tan consolidado en el norte de Europa. Opciones que contribuirían a paliar el problema de los plásticos, pero también a desinflar el negocio de Ecoembes.

«No queremos modelos de recogida selectiva como Reciclos que no funcionan, sino recogida selectiva como el SDDR que abre la puerta a la reutilización», explica Barea. «Ecoembes tiene que responsabilizarse del 100% de los envases, y no solo de los que le interesen, además de cambiar su modelo de gestión que tras 20 años está claro no funciona», concluye.

LA «GYMKANA»DEL RECICLAJE DE ENVASES

En Greenpeace España lo tienen claro: «hemos perdido muchísimos años y se necesita ir bastante más allá, porque el reciclaje de envases no es circular», afirma Alba García, de la campaña de ciudades de la organización ecologista, y añade, «apostamos por la reutilización como solución definitiva».

Para la representante de Greenpeace, los problemas del reciclaje parten de los propios objetos, porque sólo se reciclan envases, nada de vasos, cubiertos o pajitas de plástico. Y de los envases «apenas se llega al 30% del total reciclados», según datos de Europa. «Y no se trata de que el consumidor recicle más o menos, hay muchas cosas que no son reciclables, como recipientes de monodosis o yogures», porque en el proceso de cribado se pierden los objetos más pequeños, comenta García.

La mezcla de materiales es otro problema, por ejemplo «un brick está compuesto de aluminio, plástico y cartón, que no se pueden separar de forma mecánica», y en este caso, «el plástico, no se llega a reciclar», explica la ecologista. «Para reciclar hay que pasar una auténtica gymkana, por eso es un parche, porque hay mucha resistencia», concluye.

Greenpeace apela a la movilización de los consumidores para que exijan a sus ayuntamientos en redes sociales, que obliguen a Ecoembes a responsabilizarse al 100% de la gestión de todos los envases, incluyendo los que acaban en la fracción de resto.