La UE vuelve al carbón mientras España se ve obligada a vaciar sus embalses a niveles récord

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Alemania se vanagloria de su conciencia verde. De hecho, el cambio climático, sus efectos y cómo frenarlo, prácticamente ha monopolizado el debate político a pocas semanas de las elecciones. El partido de los verdes directamente cree que el calentamiento global es la mayor preocupación de los ciudadanos alemanes. Y, en realidad, no les falta razón en parte, dado que las encuestas les dan muchas posibilidades y el país se ha gastado más de 450.000 millones en renovables. Por todo ello, resulta preocupante que hayan tenido que volver a recurrir al carbón para generar electricidad.

Así, en los últimos meses las centrales eléctricas impulsadas por la quema de carbón, las más contaminantes, se han erigido como las que más aportaban al mix energético alemán. Una situación que se extenderá durante los próximos meses y no solo en el país teutón. De hecho, «las emisiones de generación térmica en Alemania, Francia, Italia y Gran Bretaña podrían ser un 22% más altas en 2021 en comparación con 2020, y un 6% más altas que en 2019», según muestran los modelos BNEF, una firma de análisis especializada en el sector energético.

Pero todavía es peor. «La demanda de generación térmica se pronostica en 482TWh en 2021, alrededor de un TWh menos que en 2019. Esto significa que tanto las emisiones como la intensidad de las emisiones de la generación están aumentando«, prosiguen explicando los analistas. La vuelta al carbón de muchos países de la UE, incluida la tan concienciada Alemania, implica que la ruta para la descarbonización de la economía propuesta por Europa está generando efectos contraproducentes como una mayor generación de emisiones de CO2.

LAS EMISIONES EN 2021 PODRÍAN CRECER POR PRIMERA VEZ DESDE 2010

Los problemas por los que está atravesando Europa en materia energética son principalmente dos: en primer lugar, unos precios desorbitados que afectan a los consumidores y al tejido empresarial, principalmente al industrial, de la región. En segundo lugar, que de cara a 2021 y probablemente en 2022, el volumen de emisiones de CO2 que se viertan a la atmósfera sea más elevado del deseado.

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A su vez, esos dos problemas vienen de otras dos causas, relacionadas, que las autoridades europeas no han sabido calibrar bien: un mercado de CO2 disparado y una excesiva dependencia del gas, sobretodo del ruso, en plena escalada vertical de sus precios. Ambas cuestiones están detrás de lo que se conoce como ‘cambio de combustible‘, un nombre revelador que implica que se cambia un tipo de tecnología, principalmente gas, por otra, el carbón.

Lo anterior ocurre cuando el gas es tan caro que sale más rentable quemar carbón, que es mucho más barato, pese a que se tengan comprar más derechos de CO2. Ese punto se ha alcanzado en algún momento a lo largo de este 2021, principalmente en los primeros meses del año, aunque en los próximos meses ese efecto se prevé más marcado. «La diferencia económica entre el gas, el carbón y el lignito se ha desplazado a favor del lignito», señalan desde BNEF.

Todo ello, lleva a que «el aumento de la quema de lignito también aumente las emisiones para 2021. Esto, combinado con una recuperación en la demanda de electricidad, podría hacer que las emisiones del sector energético europeo en 2021 aumenten por primera vez desde 2010«, concluyen los analistas. Pero hay todavía algo peor en toda esta historia y es que España podría ser una de las más perjudicadas al haber cerrado sus centrales de carbón.

ESPAÑA SIN CARBÓN OBLIGADA A SECAR SUS PANTANOS

En realidad, el problema, al menos en el corto plazo para España, es como el sistema genera una espiral viciosa. El ciclo se inicia con el incremento continuado de los precios del gas, que se ha multiplicado por ocho en apenas un año, a lo que le sigue ese ‘cambio de combustible’ en Europa. Así, acto seguido los países como Alemania o Italia empiezan a quemar carbón, más barato, lo que les lleva a demandar más derechos de CO2 al mercado. Una mayor demanda con una oferta reducida, no solo hay menos derechos que en 2019, sino que deberán reducirse progresivamente, eleva verticalmente el precio.

Al final, España sin carbón y con las renovables todavía limitadas, tanto porque no pueden asumir toda la generación como porque no son capaces de funcionar a todas horas, debe cubrir el hueco con gas que eleva los costes. Con ello, es inevitable que los precios se disparen notablemente, incluso por encima de otros países europeos. La única alternativa real es usar la hidráulica, pero a riesgo de secar pantanos y generar otro tipo de problemas.

El nivel actual de los embalses en España está por debajo de la media de los últimos cinco años. Incluso, es un 25% inferior al registrado hace 10 años

De hecho, el nivel actual de los embalses en España está por debajo de la media de los últimos cinco años. Incluso, es un 25% inferior al registrado hace 10 años. Una caída drástica que, además, es evidente que se ha producido para generar electricidad y no por el efecto de la falta de lluvias. Así, su altura entre febrero y marzo de este 2021 superaba con creces a la de 2020 o 2019 y se acercaba a la de una década atrás. Sin embargo, en la actualidad están en niveles históricamente bajos.

En definitiva, los últimos meses han demostrado las fallas de la regulación en materia energética de Europa, al menos, en el corto plazo. Hasta el punto de que en los próximos años será hasta contraproducente. Pero todavía han dejado más en evidencia las actuaciones políticas nacionales: en la idolatrada Alemania o de forma más sangrante (como se esperaba) en España.