La guerra del cava y los vinos espumosos continúa, pese a los intentos de rebajar las tensiones. El sector trata de suavizar la tensión utilizando expresiones como «diferencias» o «nos llevamos muy bien, pero cada uno en su terreno«. Los años no pasan en balde para la parte catalana del sector que depende de la hostelería y se ve afectado cuando aflora el debate político sobre la región.
La guerra iniciada por Corpinnat al salir de la D.O Cava a mediados de 2019 está aún lejos de apagarse pese a los intentos del Consejo Regulador del Cava para calmar los ánimos. Las posiciones están enfrentadas en ámbitos muy concretos, como la compra de vino a otras bodegas; la cosecha a mano y cultivo 100% ecológico; y un precio de al menos 0,7 euros por kilo de uva, entre otros.
EL PRECIO MARCA LA DIFERENCIA
Estos requisitos son algunos de los que exige Corpinnat para entrar en la asociación. La D.O. Cava, por su parte, mantiene la compra de vino a otras bodegas para poder elaborar los espumosos, pero se ha inclinado por una de las reclamaciones históricas de Corpinnat, como etiquetar la región donde se elabora el cava.
La nueva asociación catalana, que integra en este momento 11 bodegas, lo tiene muy claro. «Aún no se dan las condiciones para volver a la D.O. Cava», han apuntado fuentes de la misma a MERCA2. Formada por Gramona, Llopart, Nadal, Recaredo, Savaté i Coca, Torelló, Huguet de Can Feixes, Júlia Bernet y Mas Candí junto a las recién llegadas Rescregut y Pardas -ésta hace apenas un mes-, Corpinnat insiste en la elaboración de espumosos de alta calidad y este es su principal valor añadido.
Estas bodegas llegan a pagar el doble de lo estipulado en el mercado a los agricultores. «Este año se ha abonado no menos de 0,7 euros por kilo«, han asegurado fuentes de Corpinnat, cuando en el mercado la grandes sociedades se está abonando entre 0,36 y 0,38 euros por kilo. Y es que, entre sus estatutos se establece un precio mínimo a los campesinos por kilo recogido.
LAS «DIFERENCIAS» ENTRE D.O. CAVA Y CORPINNAT SE MANTIENEN
Las bodegas de Corpinnat mantienen el distanciamiento con la D.O. Cava y es que ambas tienen una forma radicalmente opuesta de entender el vino espumoso. Las fuentes consultadas se muestran muy prudentes a la hora de explicar el por qué de la salida de estas bodegas de la marca que integra a los principales productores, ya que prefieren mantener la calma tensa antes de desatar una guerra a través de declaraciones incendiarias. Suficiente han tenido entre el ‘procés’ y los cierres de la hostelería como para abrir de nuevo heridas sin cicatrizar.
La seña de identidad es una de las virtudes y desventajas de Corpinnat respecto a la D.O. Cava. Entre sus principios se encuentra la estrecha vinculación entre el vino y la tierra del que procede. Hasta ahora, la D.O. Cava ha impedido que cada espumosos pudiera identificarse con una región concreta, sin embargo comienza abrir esta vía para las distintas bodegas que la integran, aunque por el momento es totalmente voluntario. Esta restricción fue uno de los motivos que desencadenó la salida de Corpinnat, pero no el único.
«Hay diferencias insalvables«, al menos por el momentos, han indicado desde la asociación de estos pequeños productores tan dependientes de la hostelería. La única forma de darse a conocer por el momento es a través del boca a boca ya que se compran en tiendas especializadas y no en los lineales. La salida al exterior de España está siendo una labor ardua, pero con frutos. «El 20% de las botellas se vende a través de la exportación«, han apuntado las mismas fuentes.
Para Corpinnat, su modelo de negocio cuida mejor la tierra y defiende las distintas variedades de las uvas frente a la D.O. Cava. Y es que, se llegan a acuerdos con los agricultores de no menos de tres años, garantizando así un precio que supera con creces al del mercado de las tradicionales bodegas.
La D.O. Cava, por su parte, permite producir cava catalán con vino extremeño y viceversa. «Está totalmente prohibido vender botellas en punta«, han destacado desde la entidad catalana. «Cada bodega vende exclusivamente el vino que ella produce», han matizado.
LA ALIANZA FRACASADA ENTRE LOS PEQUEÑOS
La salida de Corpinnat de la D.O. Cava desencadenó un cruce de acusaciones y críticas muy duras. El Consejo Regulador que integra a los principales productores de cava acusó de «deslealtad» a las díscolas. «Sorprende el secretismo con el que se han llevado a cabo estas negociaciones para crear una ‘nueva’ D.O. que tiene como único objetivo suplantar a la D.O. Cava«, afirmó la principal productora de este espumoso en España. Sin embargo, también han llovido las críticas al tratar de favorecer con sus decisiones a las productoras catalanas y es el que el 90% del cava se produce en el Penedés.
Para la D.O. Cava, Corpinnat tomó la decisión de forma unilateral, sin diálogo, pero con un consenso unánime entre las bodegas que la forman. Y es que, los estatutos de las once bodegas no se pueden cambiar sin el voto favorable de los once respectivos votos. «Uno sólo en contra y no se realiza«, han asegurado las fuentes consultadas por este medio.
MÁS BATALLAS ENTRE LOS PEQUEÑOS: LA LUCHA POR LA CALIDAD
Un año después de esta ruptura, Corpinnat y la D.O. Penedès trataron de unir fuerzas, pero no hubo acuerdo para formar una nueva entidad de espumosos. El fracaso de las negociaciones para fundar una nueva D.O. han dado pie a una nueva batalla, esta vez para elevar las exigencias de calidad. Clàssic Penedès ha exigido nuevos y más duros requisitos para pertenecer a su grupo.
De esta forma, las botellas de crianza deben estar al menos 18 meses, el mismo tiempo que la D.O. Cava Reserva. El objetivo es que Clàssic Penedès se mantenga «entre los mejores espumosos del mundo».
A diferencia de Corpinnat, Clàssic Penedès permite la compra de vino, pero sólo el 25%. El 75% restante debe salir de la producción propia, donde más de la mitad de la uva sea también propia. Los contratos con los viticultores deben durar al menos cinco años y esta prohibida la compraventa de botellas en punta. Clàssic Penedès obliga, además, a mantener las variedades de uva tradicionales del Penedès y su cultivo debe ser 100% ecológico. De momento, 17 bodegas forman parte de esta entidad, con una producción anual de unas 750.000, frente a los más de dos millones de Corpinnat. Ambas están aún muy alejadas de las cifras de las grandes.