Coliving y coworking: la realidad de una generación que no puede ser autosuficiente

Están muy de moda en la jerga inmobiliaria términos como coworking y coliving, que se autodefinen como alternativas modernas, más cool, que conllevan ventajas como ahorrar costes, reducir el tiempo en desplazamientos, así como convivir con más gente y nutrirse del conocimiento de otros. Pero, ¿esto es así realmente?

Estos nuevos modelos habitacionales surgen ante la necesidad de ofrecer alternativas a aquellos que no pueden afrontar los costes de un activo más tradicional, ya sea una vivienda o una oficina. Lo que demuestra que, actualmente, estamos frente a una generación incapaz de ser autosuficiente, que se decanta por espacios compartidos como la única alternativa para lograr el objetivo marcado.

De este modo, se están desarrollando numerosos proyectos de coliving en grandes ciudades como Madrid o Barcelona. Los expertos creen que hay sectores de la población que le darán muchos usos, pero hay voces que critican esta opción habitacional porque la sitúan como la única alternativa de los jóvenes para independizarse, debido a los precios tensionados, tanto de venta como de alquiler.

Como todas las alternativas habitacionales, existen luces y sombras en el coliving. Entre sus ventajas destacan la posibilidad de vivir en un edificio de última generación, de diseño vanguardista y con servicios como limpieza de habitaciones, gimnasio, zonas de coworking e incluso organizan eventos para dinamizar la estancia en estos edificios.

Según Laia Comas, CEO de Inédit Barcelona, el coliving es un formato más de vivienda, pero con una serie de servicios añadidos y de experiencias para el usuario. De hecho, estas compañías coinciden en que el objetivo es optimizar los recursos de una vivienda para personas que no necesitan tantos metros, pero sí necesitan servicios.

LAS NECESIDADES DE LA GENERACIÓN Z

Los nativos digitales de la ‘generación Z’ son aquellos que nacieron entre 1995 y 2000, y se convierten en los sucesores de los ‘millennials’. Dominan las redes sociales, exprimen las herramientas digitales y son capaces de ejecutar múltiples tareas en varios dispositivos sin ningún esfuerzo.

Según diversos estudios, esta generación se decanta por el alquiler, e incluso por compartir piso en un intento por abaratar costes. Esta decisión les permite optar a mejores pisos y, sobre todo, más céntricos.

En este sentido, el fenómeno del coliving les permite unir el alquiler de una habitación y un puesto en el que trabajar dentro del mismo espacio. El objetivo es que, dentro de esos hogares, los residentes sean creadores activos, e incluso, que interactúen con residentes inmersos en otros proyectos.

Por otro lado, los expertos consultados por MERCA2 desmienten la teoría de que estos jóvenes no aspiran a comprarse una vivienda y que prefieren vivir en comunas. Es cierto que apuestan por un modelo diferente, pero los jóvenes que quieren comprar una vivienda no pueden, tanto por sus sueldos precarios como por los altos precios que existen en el mercado, por lo que se considera que el coliving es una buena opción para un determinado modelo de vida. 

De media, el perfil de personas que utilizan el coliving está entre los 20 y los 45 años, pero cada vez hay más personas de mayor edad que se decantan por este modelo. Aunque esta forma de vida está destinada a jóvenes o profesionales desplazados sin cargas familiares, por lo que no puede situarse como la solución para superar el déficit habitacional.

Entre las necesidades que han surgido tras el covid-19, destacan la necesidad de zonas ajardinadas, terraza, e incluso ahora cobra más importancia la zona que rodea a la vivienda o coliving. También es un valor añadido el contar con un aparcamiento para bicis, un método de desplazamiento cada vez más extendido entre esta generación.

LAS SOCIMIS APUESTAN POR ESPACIOS FLEX

A España ha llegado hace relativamente poco el fenómeno del coworking, que gana cada vez más adeptos, sobre todo, tras la pandemia del coronavirus por su flexibilidad en los contratos. Este negocio es rentable, y hasta los gigantes del ladrillo se han lanzado a este segmento, como Colonial (Utopicus) o Merlin Properties (LOOM).

De hecho, los grandes propietarios de estos espacios flex insisten en que es muy rentable este negocio y que, pese a que sus clientes rescindieron sus contratos ante los efectos de la crisis sanitaria, están seguros de que también serán los primeros que recuperen su tasa de clientes, mejor incluso que en el segmento de las oficinas.

El propio Ismael Clemente, CEO de Merlin Properties, explicó en una entrevista a MERCA2 que estos espacios flexibles se revelan como idóneos para las corporaciones “mientras que deciden su huella definitiva, aquí tienen unos espacios fantásticos, que no les atan a largo plazo, los pueden pagar mes a mes (o incluso por horas), completamente servidos y donde solo tienen que llegar con el portátil porque tienen todo lo necesario para poder empezar a trabajar desde ya”.

De hecho, estas compañías de espacios flexibles están acogiendo a pequeños empresarios que prefieren abaratar costes y no tener oficina propia. También se están produciendo contrataciones por parte de grandes y medianas empresas que no tienen espacio en su oficina y necesitan reducir la plantilla presencial para prevenir un posible contagio.

Sin duda, el espacio flex también se posiciona como una solución para los empresarios que decidan cerrar su oficina porque pueden tener a toda su plantilla teletrabajando. Contratan un espacio en estos coworking para reuniones o encuentros, y ahorran costes.