El covid-19 ha demostrado, una vez más, que las crisis económicas golpean con más dureza a los grupos vulnerables. Y que, además, lo hace a través de la pérdida del empleo. En esta ocasión, los más desfavorecidos han sido los trabajadores temporales y las mujeres. Aunque ese golpe no ha sido homogéneo. Madrid, por ejemplo, se ha convertido en un bastión frente al paro femenino, mientras que Cataluña ha sufrido una fuerte escalada. Un efecto que se ha exacerbado para ambas, a medida que se tomaban unas decisiones u otras en forma de restricciones, desde septiembre.
La pandemia actual se ha convertido en un enorme campo de contrastes. El más evidente es que parece forzar a una disyuntiva entre salud y economía en cada momento. La teoría y los expertos vienen a decir que no existe tal dilema, dado que sin la primera no existe la segunda. Al fin y al cabo, muy poca gente se atreve a salir a la calle con un índice de contagio muy elevado. Pero a medida que las situaciones son menos extremas la pugna adquiere muchas tonalidades de grises. Hasta el punto, de que finalmente sí se vuelve real y las medidas tomadas tienen un fuerte efecto sobre ambas.
Al final, la disyuntiva se vuelve más una guerra de aguante que de trincheras. Madrid, para bien o para mal, es el ejemplo de esta pugna. La región comandada por Isabel Díaz Ayuso prefirió hacer caso omiso a sus compañeros de partido, homólogos de otras comunidades o al propio Gobierno e introdujo unas restricciones a la actividad más laxas. En otras palabras, la presidenta prefirió un nivel de incidencia mayor a cambio de más oportunidades para los negocios, en especial, para el ocio.
MADRID, UN OASIS PARA EL EMPLEO FEMENINO
El resultado es que ha obtenido uno de los mejores resultados en la defensa del empleo femenino en tres áreas diferentes, aunque conectadas entre sí. En primer lugar, el paro entre las mujeres madrileñas se redujo en el tercer trimestre en una décima, del 14,5% al 14,5, mientras que la media nacional se mantuvo en el 18,4%. En ese mismo periodo, la cifra en Cataluña escaló en 0,7 décimas, del 14,3% al 15%. Las medidas restrictivas catalanas, además, han tenido otro efecto importante y es que han provocado que su paro femenino supere a la cifra de la comunidad madrileña, algo que no pasaba en mucho tiempo.
Además, la política de Ayuso también logró cerrar la enorme brecha que ha provocado la pandemia entre el paro masculino y femenino. Así, con los datos con los que se cerró el 2020 dicha diferencia alcanzó un punto máximo al alcanzar los 4,2 puntos, con el 14,2% frente al 18,4%. Una cifra que supone un incrementó del 147% desde el 2018 y que se ha agrandado en un punto desde que empezó todo en marzo. Pero en el caso de la Comunidad de Madrid esa brecha no solo es mucho más pequeña, de apenas 1,7 puntos, sino que, además, se ha logrado reducir en una décima, dado que en marzo era de 1,8 puntos.
Mientras, otras comunidades con medidas menos laxas han visto como ese diferencial no ha parado de crecer. En algunas, como en Cataluña, la evolución es preocupante. De hecho, mientras que la tasa de paro masculina ha crecido igual en la región catalana y Madrid, con una subida de 3 puntos, la femenina se ha incrementado con mucha más fuerza en la primera con 3,6 puntos frente a los 2,9 puntos en Madrid. Una diferencia que se explica, principalmente, por el efecto del último trimestre en el que el desempleo entre las mujeres catalanas se disparó.
MADRID Y ANDALUCÍA LIDERAN LA AFILIACIÓN FEMENINA
Pero no solo Cataluña. En otras grandes regiones también se han acrecentado las diferencias en el paro entre géneros. En la Comunidad Valenciana la brecha pasa de 3,1 puntos a 3,6 puntos y en Andalucía alcanza una cifra, casi récord, de 8,3 puntos, tras crecer otro punto desde marzo. En concreto, el paro masculino en marzo era del 17,9% y el femenino del 25,2%, mientras que nueve meses después esos mismos valores han pasado al 19% y al 27,3%. Y, todo ello, sin contar el efecto de los ERTEs que todavía mitiga con fuerza las diferencias.
Más allá de las cifras del paro, la realidad mostrada por las medidas de Madrid es que también han sido más efectivas para mantener el empleo femenino. Al menos, según los datos de afiliación proporcionados por la Seguridad Social. Así, el saldo neto de afiliaciones en la Comunidad de Madrid fue positivo en 23.000 frente a las 15.000 de Valencia o las 12.000 de Cataluña. Aunque en este aspecto la región que destaca fue Andalucía con 27.000 afiliados más. Lo más importante de los datos es que no tiene que ver con el color político y, es que, Castilla y León también está gobernado por el Partido Popular y perdió cerca de 6.000 cotizantes.
Obviamente, esos mejores datos implicaron una tasa de incidencia mayor, pero las medidas más severas tampoco arrojaron mejores resultados. Incluso, en el caso de Cataluña han sido bastante peores. Así, entre el 30 de septiembre y el 8 de febrero el número de contagios en Madrid se disparó un 132%, pero en la región catalana el aumento fue del 279%. Además, en número de muertes también le fue peor a la población catalana con 3.786 defunciones frente a las 3.515 registrada en suelo madrileño. En definitiva, los datos empiezan a poner de relieve que más haya de extremos hay demasiados grises que explotar para aquellos que se atrevan a hacerlo.